Jimmy Carter, presidente estadounidense y Premio Nóbel de la Paz | Por Francisco José Chaparro Díaz
Recientemente y debido a la vorágine en la que nos encontramos inmersos en las fechas navideñas, ha pasado casi desapercibida en España, la noticia del fallecimiento del que fuera presidente de los Estados Unidos, James Earl Carter Jr. (Plains, Georgia, 1 de octubre de 1.924 – Plains, Georgia, 29 de diciembre de 2.024), a la por tanto, nada desdeñable edad de cien años.
Con una vida tan longeva y habiendo ocupado cargos de tan alta responsabilidad, la vida de Carter ha sido plena, al servicio de su país y de la humanidad, aunque quizás esto, sea menos conocido y a ello me referiré.
Conocida ha sido su biografía personal y política. Desde muy joven activo en política, había sido Senador en su Estado de Georgia, para posteriormente convertirse en Gobernador de dicho Estado. Este cargo le catapultó hasta convertirse en el trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos, con el Partido Demócrata, cargo que ocupó entre 1.977 y 1.981.
De su mandato, se tiene un buen recuerdo en cuestiones de política exterior, pues de su mano salió el acuerdo de la entrega del Canal de Panamá, los acuerdos de paz entre Egipto e Israel (conocidos como acuerdos de Camp Davis, famosa residencia presidencial), además de establecer unas nuevas relaciones con el hasta entonces enemigo Unión Soviética y la por entonces lejana República Popular China. La crisis de los rehenes en Irán, fue su momento más delicado, lo que en ningún caso enturbia una brillante gestión también a nivel interno, donde impulsó políticas sociales en materias de protección medioambiental y educación.
Personalmente, es el primer presidente norteamericano del que tengo conciencia, pues recuerdo sus apariciones en televisión, que en mi casa veíamos en un viejo aparato aún en blanco y negro. Recuerdo la imagen de sus discursos en el Capitolio, las ruedas de prensa y recuerdo perfectamente las imágenes de cuando entregó el testigo al que fuera su sucesor Ronald Reagan, en esa ceremonia tan vistosa a que nos tienen acostumbrados en este país.
Primero Reagan y posteriormente sus sucesores: Geroge Bush Sr., Bill Clinton, George Bush Jr., Barak Obama, Donald Trump, Joe Biden y otra vez Trump, fueron gestionando el país y el mundo, provocando que la tarea realizada por Carter, cada vez quedara más diluida en el tiempo, a pesar de continuar aún vivo, pero él en absoluto se mantuvo de brazos cruzados… Alejado ya de la primera línea política, si bien manteniendo la representación institucional que corresponde a un ex presidente, fundó, junto con su esposa Rosalynn Carter, una organización sin ánimo de lucro, llamada “Centro Carter”. Esta institución, focalizada a la formación de jóvenes estudiantes, de universitarios, con una gran biblioteca y con un espíritu de ayuda a los más necesitados, desarrolla su actividad en más de ochenta países, facilitando recursos y desempeñando un papel en post de la democratización, que le ha llevado a participar como observador y mediador internacional para la resolución de conflictos y para el desarrollo de procesos democráticos en zonas como África y América Latina.
Esta labor, que continúa en la actualidad, le valió a Carter en el año 2.002, nada menos que el Premio Nóbel de la Paz, probablemente una de las distinciones que mayor satisfacción y realización como persona puede llegar a obtener cualquier ser humano.
Su vida personal, vino marcada por su relación con la que fuera su esposa, Rosalynn, una mujer de su pueblo, con la que se casó al poco de cumplir los veinte años y con la que se mantuvo unido en matrimonio, nada menos que durante setenta y siete años, hasta la muerte de ella a la edad de noventa y siete años. Su historia de amor, lo es también de confianza, trabajo en equipo y un proyecto de vida en común, pues como Primera Dama, desarrolló un nuevo perfil más implicado y lleno de actividades, que rompía con el hasta ahora, sencillo plano secundario y de mero acompañante que tenían las esposas de los presidentes. Fundó conjuntamente con su esposo el ya citado “Centro Carter”, participando intensamente en todas sus actividades y mantuvo una serena convivencia con Jimmy, hasta su retiro en el que fuera su pueblo de toda la vida, Plains, Georgia, donde vivieron hasta su fallecimiento.
Con un perfil discreto y menos mediático en comparación con algunos de sus sucesores, su labor en la etapa post presidencial bien merece un recordatorio a nivel mundial, pues a nivel presidencial ya se encargarán en su país de hacerlo, pero que un hombre que habiendo ocupado el cargo político más alto que se puede ocupar, decidiera posteriormente entregar su vida al servicio de los más necesitados, en lugar de a enriquecerse con la venta de libros, como consejeros de empresas y otras actividades, como han hecho otros, bien merece una mención y un más aún emocionado reconocimiento.
Descanse en paz, Jimmy Carter….
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