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Carlos Cano era punk | Por Juan Expósito

Carlos Cano era punk | Por Juan Expósito

Badajoz-Alconchel. Años 80. 42 kilómetros en un Opel Record. Poco trayecto, pero había que ver esa carretera de Olivenza de los 80 donde si los conductores sacaban la mano podían chocársela al cruzarse… o darse fuego para encenderse un cigarro. Donde si te echabas mucho para la derecha acababas empotrado en una encina con tres guarrinos olfateando los neumáticos.

          Mis hermanos y yo jugábamos a ver quién veía primero el castillo de Alconchel. Cosas de los 80.

          Luego estaba el Badajoz-Salamanca, para ver a la familia materna salmantina dos o tres veces al año. Donde te podías encontrar por Baños de Montemayor a 14 camiones, del tamaño del campo de fútbol de Helmántico, y tardabas en cruzar el pueblo la cara A, y parte de la Cara B, de Cuadernos de Copla, de Carlos Cano. Solo teníamos eso, la música. Eso, y jugar a las matrículas con mis hermanos. Ya ves, nuestro entretenimiento era probar nuestra mirada de lince. Y ahora, mis hijos, para ir de Carabanchel a Lavapiés me piden el puto móvil para entretenerse. ¡Cómo ha cambiado la vida, Maricarmen!

          En fin. Que teníamos, como elemento de consolar al tedio, la música. En nuestro caso, triunfaba por goleada Carlos Cano que era lo que le ponía a mi padre. Por aquella época no entendía bien las letras, aunque me emocionaban, a la manera a la que puede llegar a emocionar a un niño de 6 o 7 años aquellas canciones. Me aprendí de memoria, casi sin querer, esas canciones.

          Pasaron los inviernos. Cada viaje se iba espaciando más en el tiempo. Pero me seguía gustando Carlos Cano hasta el punto de escuchar aquellas viejas cintas en mi habitación. Solo. No lo tengo muy hablado con la gente que sabe de música, pero creo que la cinta de casete fue mejor invento que el CD. Igual que el VHS fue, visto con ojos de ahora, un invento de mierda, y que el Beta era lo mismo, solo que al darle a pausa al VHS era, ligeramente, más nítido. ¡Viva el BETA, amigui!

          Volvamos a Carlos Cano. Si preguntamos a la peña por Carlos Cano, este pasa por ser un cantautor folclórico y un cantante de coplas con cierto aire rancio y sensación de color a sepia. Pues bien, nada más lejos de realidad. Para empezar, Carlos Cano, reivindicó la copla en una época en la que esta música estaba relacionada con lo más conservador de la sociedad. Una apropiación indebida del franquismo. En absoluto es así. No hay nada más progre, moderno y trasgresor que la copla. La copla, como el tango, por ejemplo, son un canto de libertad y de reivindicación al lumpen, a las putas y a los maricones, a los niveles más bajos de la sociedad de cierta época. De hecho, la copla tiene su punto de más fuerza social en la República. Carlos Cano saca de la ranciedad a la copla. La lleva a otros lugares, con respeto, a nuestros oídos ochenteros, noventeros y a los del siglo XXI, oye. Nunca he visto una garganta tan libérrima, tan limpia, tan desacomplejada y tan soñadora como la de Carlos Cano.

          Y luego están sus canciones originales: un asidero para compadecer la música más folk de principios de siglo XX con lo más moderno. Carlos Cano cantaba al trabajador explotado, a la necesidad de ocio, a la sanidad y educación pública, al necesitado y criticando la especulación y la corrupción. Era contracultural. Era un moderno que tenía la habilidad de gustar al trabajador de labranza, al rojo de salón y al de derechas con sensibilidad al arte. Solo Sabina ha sabido hacer eso. Más o menos.

          Hay más casos, o parecidos. El mismo José Luis Perales, por ejemplo. La canción Me llamas es de dos años antes de aprobarse la Ley del Divorcio; y ahí estaba él, el puñetero Perales, hablando de la necesidad de que la mujer sea libre, de que se pinte la sonrisa de carmín y de que se cuelgue el bolso que le regaló y de que se ponga el vestido que nunca estrenó… y de que salga a la calle buscando amor. Y, así, más canciones. Y eso era punk, ¿sabes? Era contracultural. Carlos Cano y Perales eran punk.

          Sí, lo sé, el punk era un estilo de música con algunos parámetros definidos. Guitarras estridentes, bajos que adquieren su importancia y baterías con ritmos acelerados… y tal.  No voy por ahí, voy por la filosofía del punk. Y por filosofía, estaba Serrat, Aute y Llach… pero lo que hacían Perales y Carlos Cano está a otro nivel. ¡Y lo bien que cantaba el granadino, compañero! ¡Y la poesía de sus canciones!

          Esto no es un panegírico a Carlos Cano, que también, es también un señuelo a detectar la influencia vital de los cantautores. Y reivindicar que Perales y Carlos Cano eran punk. Porque lo punk es ESTAR cuando nada ni nadie te acompaña. Cuando todo está en contra, ahí tienes una canción para removerte la conciencia. Es igual de Punk Mamá Ladilla (que los amo), La polla Records o Kaka de Luxe que Carlos Cano o Perales… En ese plan estoy, cariño. Escuchad para comprobar.

          Este invierno pienso ir para Alconchel… Y me voy a poner a Carlos Cano por mis huevos, aunque no quieran mis hijos… Mi novia va a querer… Espero.

          Los ochenta no vuelven, pero igual escuchándolo lo veo entre encinas y guarrinos que me guiñan sus ojos. Y eso vale la pena. E igual les pregunto a mis hijos a ver quién ve primero el Castillo de Alconchel.

          E igual acabo poniendo la música que ellos quieren porque, en el fondo, soy un padre pusilánime.

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