Un canto a la esperanza en Cuerpos de Vidrio | Por Sonia Álvarez Sánchez

Una puerta que no permite el acceso, unos gritos silenciosos que piden ayuda y unos pies que no se rinden en busca de una vida que poder vivir. Esta es la primera imagen que me impactó cuando comencé a leer Cuerpos de Vidrio y, durante toda su lectura, las imágenes de un camino largo hacia esa “tierra prometida” van formando un conjunto de historias con personajes comunes que te sobrecogen hasta el final. Irene Isla Gómez es la autora de este libro cuyas páginas dejan huella poema a poema a quien las lee. 

Antes de abrir el libro, la portada ya nos da señales sobre el contenido del texto. En ella se ve un mar oscuro, un cielo nublado y una barca vacía, una imagen que dista mucho de la tranquilidad o la calma con la que a veces asociamos a estar cerca del mar o la playa. Me parece una fotografía muy apropiada para este poemario, ya que muestra una metáfora no tan metáfora de lo que viven a diario muchísimas personas: la necesidad de embarcarse en busca de una oportunidad para vivir y el enfrentamiento a un mar agitado que puede atraparte y no dejar supervivientes. 

Aunque cada texto dibuja distintas imágenes, el hilo argumental que las une, la emigración, la esperanza y la lucha por encontrar un lugar mejor, parece apoyarse en términos y referencias que tejen los poemas como parte de un mismo tejido. Los términos relativos a lo corporal, como las uñas, los huesos, los pies o los dientes, llevan consigo una connotación que abarca más allá de su mera consideración como parte del cuerpo: los huesos que quedan tras la vida, los pies que descalzos caminan hacia un futuro, los dientes apretados que muerden el aire…

La forma en la que está estructurada la obra me ha hecho de guía a lo largo de la lectura. Desde el primer poema hasta el último, su sucesión cobra sentido, pues me ha transmitido una evolución: desde lo corporal, lo terrenal, hacia lo trascendental y lo que va más allá de lo que vemos. 

Leer Cuerpos de Vidrio me ha hecho reflexionar en mayor profundidad sobre la realidad que sufren muchas personas. Creo que este texto es un canto a la empatía, una llamada a la comprensión, a la atención y a la esperanza de que un mundo mejor es posible.