Tres libros, tres momentos vitales: aprender a reconstruirse | Por Lourdes Justo Adán
Al igual que la travesía del héroe mitológico Perseo, mi vida ha estado salpicada de desafíos. No obstante, a diferencia de él, mis armas no son de acero, sino de un coraje aun más sólido que ese metal. Tampoco mi calzado tiene alas, por lo que tengo que dar pasos firmes por caminos inciertos, y, aunque me he topado con monstruos que se alzaban colosales ante mí, mis mayores titanes siempre han sido las pérdidas, las despedidas. He conseguido superarlas, más que con una sensación de victoria, con la convicción de que cada una traería consigo un renacer más robusto, más humano… más yo.
Estas y otras vivencias acumuladas a lo largo de los años me han conducido a una profunda introspección sobre aquello que de verdad me importa. Me pregunto ¿solo me pasa esto a mí?
Tantos cambios y mudanzas me han enseñado a prescindir de lo meramente ornamental y a quedarme solo con lo que me mantiene firme… Igual que sucede con las hojas marchitas que se desprenden en otoño: el tronco permanece imperturbable. Sin embargo, he sido testigo de cómo otras personas se preocupaban por cosas absurdas hasta el extremo de desmoronarse emocionalmente; todo por no saber establecer prioridades, por no haberlas situado en el puesto que merecían. Precisamente, esta observación ha sido el germen de mi primer álbum ilustrado titulado Algo muy valioso, el cual compara las banalidades que algunos desean frente a las cosas insustituibles que, con frecuencia, ignoran. Cada página es una invitación a ver más allá de lo superficial, y, al mismo tiempo, a valorar las conexiones afectivas que alegran nuestro día a día.
Pero ¿qué es lo importante en términos absolutos? En el mundo actual, no todos valoramos lo mismo y eso es parte de nuestra diversidad. No obstante, hay quien, simplemente, se conforma con lo que resplandece, aunque esté hueco por dentro. Algo muy valioso, a través de su enfoque filosófico, pretende trascender las apariencias, cuestionarse si aquello a lo que algunos se aferran brinda felicidad o si, por el contrario, persiguen obstinadamente un espejismo, un trampantojo.
El collar de Borlita, mi segundo álbum ilustrado, llegó como un bálsamo, desinfectando el pus de mis heridas. Fue así como esta entrañable historia se convirtió en un drenaje que convirtió mis cicatrices en lecciones invaluables, y asumió la resiliencia como una poderosa fuerza regeneradora.
Pero después de una fractura, los fragmentos requieren ser reunidos; esa misión dio lugar a mi reciente tercer libro, El latido de mis horas amadas. En esta ocasión, son poemas breves, pues sentí que era la manera más adecuada para dar voz a lo que late dentro de mí. Aparentan ser versos espontáneos; empero, provienen de hondas reflexiones realizadas durante la observación del paisaje natural que me envuelve a diario, en momentos de dicha y contemplación.
Escribir inspirándome en mis experiencias es como pasar por un alambique las cargas más pesadas del alma, ese pequeño rincón donde se esconde la fragilidad. Las voy destilando lentamente y les atribuyo un significado. Unas veces duele revivirlas, claro que sí, pero ese dolor se dignifica al trocarse en literatura. Otras veces, los recuerdos me colman de la alegría chispeante de un espectáculo de fuegos artificiales. Sea como sea, me sobrecoge la magnitud con la que la vida, como un rastrillo que araña la tierra, deja su huella en mi alma. Así, un día, me descubrí escribiendo, irradiando pasión, gritando libertad, reivindicando mis alas… Poco a poco fui moldeando mi estilo personal, como si forjara hierro candente en una fragua.
Si algo aprendí es que hay que salir del huevo en el que nos acomodamos. Es un amparo, una zona de confort, sí… pero al mismo tiempo, constriñe. Es imprescindible romperlo. No es fácil, ya que lo desconocido genera incertidumbre. No obstante, te garantizo que hay vida allende cualquier barrera, por muchas desilusiones que lleves a cuestas. El verdadero refugio reside en nuestro interior, y lo que hoy te parece un sismo devastador, mañana lo redefines como una sacudida transformadora.
Pues bien, a través de tres libros he querido describir una vida de evolución constante. Cada uno de ellos pertenece a una etapa de mi historia. Gracias a ellos, he llegado a comprender que, con los conocimientos adquiridos voy tejiendo mi propia capa, continuando mi proceso de autorrescate. Y es que yo no evalúo la vida por las decepciones, sino por las veces que he tenido que reconstruirme.
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Lourdes Justo Adán
Especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica.
Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.
Orientadora Escolar.
Docente.
Escritora.
Columnista.
Coach de víctimas de maltrato psicológico.
Bloguera: https://lourdesjustoadan.blogspot.com/
nubeluz174@gmail.com
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