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LA CHERNA | Por Emilio San José

LA CHERNA | Por Emilio San José

Dedicado a ti, lector, que buscas en los libros la pasión, entretenimiento y cultura que otros soportes no pueden ofrecer. Tú que sientes el placer de pasar las hojas, el olor del papel y el uso del separador de páginas que nos evoca a aquellos buenos tiempos vividos.

LA CHERNA

El mar estaba en perfecta calma y el calor en esa tarde estival superaba las previsiones más alarmistas de los expertos meteorólogos. Se había alejado de la costa más de lo habitual practicando la pesca, su afición favorita. La barca no reflejaba movimiento y él, ensimismado como siempre, dejándose llevar por pensamientos carentes de sentido y reflexión había perdido la noción del tiempo —Tampoco le preocupaba en exceso. Disfrutaba con el contacto del mar, y la pesca solo era una disculpa que él mismo se permitía para evadirse de problemas y decisiones comprometidas. No había capturado ningún ejemplar y eso tampoco le desanimaba. Le estaba ganando la batalla al tiempo. Con la mirada fija en el flotador de su caña de pescar, iba percibiendo que el sopor producido por el intenso calor se estaba apoderando de su ánimo. De repente vio, o al menos le pareció ver, cómo se hundía repetidas veces el pequeño flotador. Salió de su ensimismamiento para prestar atención al sonido que emitía el carrete giratorio. Recogió sedal y poco a poco fue atrayendo su presa hacia la embarcación. Se puso de rodillas para de esta forma poder introducir la presa en su barca. Dirigió su mano hacia el anzuelo que sujetaba la hermosa cherna de unos cuarenta centímetros, calculó, a la vez que tiraba del sedal hacia sí. Fue al tomarla con la mano cuando un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y un fortísimo dolor en las sienes le impulsó hacia el suelo… Esa cabeza… No dejaba de mirar su captura. Esos ojos… ─¡Oh Dios mío! ─exclamó. Recordó la tragedia que tres años atrás sacudió a su familia. Su sobrino, con tan sólo dieciséis años, fue embestido por una embarcación cuando practicaba surf en las aguas de la Costa Brava a pocos kilómetros de donde se encontraba en esos momentos. Su cuerpo jamás apareció. Sus amigos, que fueron quienes dieron la voz de alarma, lo único que ratificaron fue que la lancha que le abordó se dio a la fuga. El mar siempre devuelve a sus muertos. Siempre había oído esa frase. Desde muy pequeño había escuchado a su padre y a otros pescadores del lugar esa maldita frase. Pero en este caso el mar no había cumplido con esa promesa no escrita y el cuerpo de su sobrino no había aparecido. Y ahora la cabeza de ese pez. Esa cherna que tenía a su alcance era… Pero no podía ser. Sin embargo, la cabeza tenía los rasgos de un ser humano. Los rasgos de su sobrino. Esos ojos que comenzaban a salir del agua empujados por la mano que sujetaba el sedal, su mano…Esos ojos que le miraban y parecía que imploraban ayuda, No podía ser. Una voz y una mano agitada se dirigían hacia él. 

─¿Se encuentra bien? 

No supo qué contestar. No podía contestar. De su boca no salía sonido alguno. El guardavidas de la playa remolcaba su embarcación. Él, entretanto, miraba los aperos de pesca que estaban en el interior. Su caña no estaba. Su mente no podía eliminar la visión de ese pez, de esa Cherna que le había implorado con su mirada. De esa cabeza con los rasgos de… Al llegar a la playa, aturdido, ajeno a las palabras que le dirigían y ayudado por el socorrista puso el pie en la arena y dirigió nuevamente una mirada al interior de su barca. En el cesto de la pesca un pescado se removía. No recordaba haber dejado ninguno en su interior. Se zafó como pudo del brazo que le sujetaba y corrió dando tumbos hacia el interior de la barca. Abrió la cesta y una Cherna común descansaba en el fondo. Una Cherna que había cambiado su semblante, una Cherna que no era la que había tratado de recuperar de su anzuelo… O sí…  

─Señor, ¿está usted bien? Está muy pálido. ¡Beba liquido en abundancia!, los golpes de calor pueden ser peligrosos.

El mar siempre devuelve a sus muertos.

O no. 

“La Cherna” fue mi primer relato publicado. Está incluido en mi primer libro “Relatos Breves” y forma parte de los veinticuatro relatos que componen esta modesta opera prima. Tres años después decido escribir mi tercer libro, el segundo de relatos. Lo componen once relatos de duración más extensa que los primeros y que mezclan el suspense, la intriga y la reflexión. En él se encuentran temas de vigente actualidad como el cambio climático, el poder mediático del mundo de la construcción y temas de enigmas sin resolver, o leyendas mitológicas, o ficciones dentro del entorno de la ufología. Pero siempre, todos ellos, envueltos en tramas de suspense e intrigas.

Este libro al que menciono se llama “ARDID” y me ha plagado de alegrías y satisfacciones continuas que han culminado con la consecución del galardón de “mejor libro del año 2024 en la categoría de relatos”

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