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¿FORMA PARTE ASTURIAS DE LA ESPAÑA VACIADA? | Por Francisco José Chaparro Díaz

¿FORMA PARTE ASTURIAS DE LA ESPAÑA VACIADA? | Por Francisco José Chaparro Díaz

A lo largo de los últimos años he tenido la oportunidad de dedicar gran parte de mi tiempo y de mi obra, al análisis y estudio de lo que se ha venido a conocer como “España vaciada”.

Como hombre nacido en Andalucía, he centrado gran parte de estos estudios en mi propia tierra, que con sus peculiaridades, forma parte sin duda de este fenómeno global que se da en nuestro país. Pero fue precisamente por ello, por la necesidad de profundizar en el estudio de este fenómeno en mi propia tierra, por lo que previamente he tenido que analizar y estudiar esta compleja situación en el resto del territorio nacional. (Recomiendo mi libro “La Andalucía Vaciada”; editorial Almuzara, 2.023).

Tras estos años de estudio, me resulta conocida la situación de la mayoría de las zonas del país, si bien, siempre ha habido un escenario que me ha atraído específicamente, por sus características tan especiales, que me ha llevado siempre a formularme la pregunta de por qué estos territorios norteños no están afectados por el fenómeno del “vaciado”, al contrario que otras muchas zonas, que sí están padeciendo esta transformación, que los han hecho pasar de ser zonas pobladas y con todo tipo de oportunidades a decadentes núcleos poblacionales en verdadera situación de peligro de extinción.

Este autor, como casi todos los años, ha aprovechado las vacaciones estivales para viajar en familia a Asturias, el verano pasado fue Galicia, el anterior Euskadi y ya tengo en mente para el año que viene disfrutar de Cantabria. Se trata de la cornisa cantábrica del país, que desde hace más de veinte años me atrae irremediablemente cada vez que el tórrido verano se apropia del sur de España, encontrando en esta zona, la mezcla perfecta de ingredientes tales como, suave temperatura, gastronomía, paisaje, ofertas de ocio, etc… que me llevan un año sí y otro también a disfrutar de ellos.

Sin dar nombres, este año me he alojado en una pequeña localidad de montaña, muy cercana a la costa, de poco más de mil habitantes, que administrativamente, está considerada como una pedanía, la cual junto con otras seis de más o menos parecido tamaño, forma parte o depende de la localidad principal, una conocida y masificada turísticamente villa costera, de tal forma que todas juntas forman una única unidad administrativa.

Me llamaba la atención la estructura física de mi pequeña localidad de acogida, ya que dada su orografía entre montañas y valles, se había desarrollado paralela a un pequeño río, de tal forma que su calle principal, era la travesía, la carretera, que la recorría desde su entrada hasta su salida, todo un largo y estirado trayecto, limitado por un flanco por el río y por el otro, por las faldas de la montaña. Me llamaba la atención como se alternaban a lo largo de esta vía, con muy pocas calles transversales, las construcciones de viviendas tradicionales asturianas, casas de una o dos plantas, de piedra y madera con sus tejados y chimeneas, con otras viviendas que formaban parte de bloques de edificios, propios de una gran ciudad, con cinco y seis plantas de altura y una estética acorde a la de cualquier barrio urbano.

Un único y pequeño puente en el que sólo cabía un coche en un sentido u otro, cruzaba el río; y al otro lado del mismo, donde una explanada se extendía antes de llegar de nuevo a las faldas de la siguiente estructura montañosa, se habían construido las infraestructuras necesarias para que la población de esta pedanía permaneciera anclada a la misma, sin necesidad de emigrar. Así, en unos de mis paseos y rutas haciendo deporte, pude observar un consultorio de salud, un colegio con estudios hasta secundaria, un campo de fútbol con gradas para un gran aforo, pistas de pádel, oficina de Correos, iglesia con oficina parroquial y un edificio complejo a modo de cooperativa, en el que se servía desde combustible para los vehículos, hasta como no, todo tipo de alimentos, elementos para el hogar, leña, una correduría de seguros, etc… tres oficinas bancarias de distintas entidades, dos pensiones, algunos apartamentos rurales y una sorprendente cantidad de bares esparcidos por todo el pueblo, creaban un micromundo, en el que uno sentía que no tenía la necesidad de desplazarte a ningún otro lugar, pues allí se tiene de todo.

Si a esta situación se añade que en menos de quince kilómetros a la redonda existen otros seis pueblos similares, con un diseminado de viviendas individuales esparcidas por todo el territorio “al estilo norteño”, que la principal localidad de la que todos dependen, está a menos de un cuarto de hora en coche y por la autovía de la costa; nos encontramos con que cualquiera puede vivir en cualquier localidad, con la calidad de vida que ofrece este entorno, sin echar de menos ningún servicio esencial.

Estas entre otras muchas razones, explican por qué Asturias no está incluida en la peligrosa lista de territorios que integran la “España vaciada” y así nos lo dicen también los datos.

La población, ese gran termómetro, que no el único, que mide el grado de “vaciado” de un territorio, indica que el Principado ha pasado de 1.006.188 habitantes, a 1.008.874 habitantes de un año al siguiente, está en aumento. Su densidad poblacional está casi en la media nacional con 95 habitantes/km2 y ciudades como Gijón y Oviedo, e incluso Avilés, son ciudades pujantes que crecen en todos los parámetros (Fuente: Diario Expansión). 

Asturias representa el 1.9% del PIB del país, con una economía que se espera que crezca un 1.7% en el próximo año, su renta per cápita está un 9% por debajo de la media nacional y tiene muy diversificados los distintos sectores productivos (6,1% construcción, 14,8% industria manufacturera, 7,8% industria extractiva, 25,6% comercio, hostelería y turismo, 25,5% servicios ligados a la industria, 1,2% agricultura, 2,8% ganadería, 4,5% pesca y otros residuales) que equilibran su economía y no la hace depender de un sector dominante, que caso de venirse abajo (véase el turismo en muchas otras zonas) provocaría el colapso económico y social de la zona, caso de producirse (Fuente: Fundación Caixabank).

En su diversidad, ubicación, vertebración territorial con buenas infraestructuras esenciales en cada pequeño pueblo, residen sus fortalezas, ello unido a su tradicional modo de vida, su manera de relacionarse con los medios productivos naturales que ofrecían históricamente la minería, la pesca, la agricultura y ganadería, etc… han configurado una manera de entender la vida, su propia manera de ser, que según los datos que he aportado y mi propia experiencia personal, me llevan a la convicción de que esta parte de España, sin duda, queda a día de hoy, al margen del conocido fenómeno de la “España vaciada”.


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