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“Perdona, ¿tienes fuego?”, el prometedor descubrimiento de una voz extraordinariamente personal

“Perdona, ¿tienes fuego?”, el prometedor descubrimiento de una voz extraordinariamente personal

 “Perdona, ¿tienes fuego?” es una obra francamente especial, paradójica en muchos sentidos, pero constante en muchos otros. La novela resulta paradójica no tanto por su historia, que es una ficción realista bastante convencional, sino por su esencia, en tanto es capaz de conectar con sus lectores como si les narrase la historia más trascendental del mundo y, a su vez, sin que cuente —y ojo que esto no debe entenderse en clave despectiva—, en realidad, nada que no pudiera sucederle a una persona corriente. Entre sus páginas no hay brujería, ni superchería arcana, ni hay recursos sorprendentes y espectaculares sacados de la manga, pero aún así hay magia, mucha magia en su singular forma de saber conectar con casi cualquiera. “Perdona, ¿tienes fuego?” es de ese raro tipo de obras que más que contarte una historia, dialogan contigo, te cogen de la mano y te dicen sin decir: “ven, tengamos una conversación; intercambiemos ideas, dejémonos huella el uno al otro”. Y las palabras no son vanas pues, sin duda, la historia hará que muchos reflexionen, que se sientan identificados, y que la obra se convierta durante su lectura casi en una especie de amigo de papel, que más de uno revisitará varias veces incluso después de haber dado debida cuenta del libro. Por todo esto, aparte de paradójica, la obra es auténtica y, sobre todo, sigue una trayectoria constante, delicada y realista que entra en el alma del lector desde los primeros párrafos. De hecho, lo que se cuenta entre sus páginas bien podría ser una historia real, podría ser algo que vivieras tú, o yo, o alguien de nuestro entorno, pues su autor es capaz de abordar ideas, sentimientos, experiencias y realidades universales con la naturalidad de una conversación de bar. Y eso es extraordinario.

PErdona tienes fuego Fran Lopez Castillo
Perdona, ¿tienes fuego?, de Fran Lopez Castillo

Ahora bien, ¿significa todo esto que “Perdona, ¿tienes fuego?” es perfecta? Pues no, no lo es ni lo pretende. La obra no esconde sus defectos, algunos de los cuales son intencionales ya que retratan otra realidad universal que el autor aborda de forma maestra: la belleza está en la imperfección, y esto escala a la propia obra en su conjunto. Por decirlo de alguna manera, la novela es como una persona bonita, de una belleza común pero incuestionable, que no esconde las pecas de piel, sino que se enorgullece de ellas. No obstante, para que esta reseña sea realmente valiosa considero que debe ser completa y para ser completa es preciso desarrollar los siguientes puntos: breve sinopsis de la obra —sin spoilers—; valoración del argumento; valoración del estilo; reflexión final sobre lo que hace bien y lo que no hace tan bien —y enfatizo con el “no hace tan bien”, porqué, en realidad, “Perdona, ¿tienes fuego?” no hace nada mal, aunque como todo diamante en bruto peca de algunas aristas lógicas que el autor, hábilmente, ha ido reduciendo en sus siguientes proyectos—; y, por último, un par de apuntes sobre el autor, ya que este, si cabe, es incluso más importante que la propia obra. Dicho lo cual:

¿Cuál es la sinopsis de la obra?

Pues, en realidad, no tiene una como tal, aunque lo que tiene, que no es exactamente una sinopsis, es tan original que merece la pena citarlo tal cual:

Nunca me ha gustado ver el tráiler de las películas, los avances del próximo capítulo de una serie o leer el argumento de un libro en su contraportada. Odio los spoilers, por pequeños que sean. Soy más de zambullirme dentro de una historia por lo que me pueda hacer sentir un título, un autor o una portada. Por eso, aquí, no te voy a explicar nada sobre el argumento de «Perdona, ¿tienes fuego?».

Te puedo contar que he escrito la novela que me gustaría leer, y que su género es una mezcla de romántico, erótico, reflexivo, motivacional, dramático y crítica social. Está compuesta por cincuenta y seis capítulos cortos en los que voy a remover todas las vivencias de tu vida, tus mejores y peores recuerdos, y en ellos te voy a hacer que reflexiones sobre cada decisión que has tomado hasta ahora.

Cada personaje de este libro te va a recordar a alguien de tu entorno. Y te aviso que, si eres de los que leen antes de dormir, te voy a robar muchas horas de sueño, porque cada vez que termines uno de estos capítulos, vas a querer leer el siguiente, y después el siguiente del siguiente. Y cuando te des cuenta, este libro y tú vais a estar conectados. Para siempre.

Sé que tras leer esto sigues sin saber mucho acerca de esta novela, pero no te preocupes. Lánzate a leerla, sin pensarlo. Te aseguro que esta historia necesita eso, que no sepas nada de ella para que te dé de lleno. Para que descubras según vayas leyendo que, sin ella conocerte, sabe todo de ti.

Lectores de Perdona tienes fuego
Fotos de lectores posando con “Perdona tienes fuego”.

¿De qué va “Perdona, ¿tienes fuego?

¿Simple y llanamente? De una historia de amor; del clásico chico conoce a chica; chica conoce a chico que está plagado de desventuras, conflictos y momentos románticos. Pero ojo, la obra escapa de los clichés y, cuando no, los subvierte y les da una entidad propia. Es decir, en esta novela los tópicos no son forzados y no se nos presenta otra historia de amor bobalicona tan improbable e inverosímil como clónica. De hecho, todo lo contrario, “Perdona, ¿tienes fuego?” versa de una historia de amor ficticia, pero surge y se desarrolla de una manera tan orgánica que podría ser tu propia historia. En cierto sentido, y esto es un acierto, nosotros somos los propios protagonistas de la obra pues nos trabaja tan bien las situaciones y la empatía que podemos vernos reflejados. El hecho de que durante gran parte del argumento se nos evite dar nombres también ayuda y, de hecho, el nombre del protagonista es algo que nunca llegamos a conocer y eso es sencillamente perfecto, porqué significa que puedes ponerle tu nombre y ser tú. En otras palabras, puedes agenciarte temporalmente de las vidas de sus personajes y sentir su pulsión vital como si fuese propia. Ahora bien, en mi opinión, aunque el eje principal de la historia se centra en el amor, este no es para mi el punto argumental más importante, ya que la búsqueda casi costumbrista por un realismo que es tan nítido que por momentos parece tangible, creo que supera con creces el tema principal de la historia que cuenta. Aunque, en mi opinión, para poder comprender esta idea es necesario darle una oportunidad al libro. Por otro lado, respecto a la trama y aún a sabiendas de no haber revelado apenas nada, creo que es más que suficiente para permitiros disfrutarla como es debido.

Los puntos fuertes de la obra

En mi opinión tiene muchos, aunque los más relevantes tienen que ver más con la forma que con el contenido. El autor sabe jugar magistralmente con la atención y el interés del lector; sabe usar sus recursos y los recursos de una historia “sencilla”, con solvencia, sacándole el máximo partido y consiguiendo una apariencia realista y tan empática que parece hablarle directamente al lector. En ningún momento se hace una historia lenta o aburrida, sabe enganchar a su público y lo mantiene atado a las aventuras y desventuras del protagonista con mucha habilidad. De verdad, que es un tipo de libro adictivo que resulta casi imposible dejar de leer y que, precisamente por las buenas artes de su autor, te has acabado incluso antes de que te des cuenta. En ese momento, lo más probable es que tengas ganas de más, porqué una de las muchas virtudes de la obra es que permite imaginar un futuro ilimitado y lleno de posibilidades.

Otro gran acierto es el formato episódico de la obra, construido por capítulos cortos encabezados por breves frases que, aunque están extraídas literalmente del capítulo, pueden leerse de forma ajena a este. Es decir, esas frases forman parte de la historia y en su seno tienen una intención y un contexto, pero contrariamente a lo que podría suceder en otra sobras donde al arrancar las frases de su posición carecen de sentido, las de esta obra consiguen trascender y convertirse en lecciones que apelan directamente a ti. Eso, que parece sencillo entraña una gran complejidad, sobre todo porqué permite que cualquier lector revisite su sabiduría sin tener que volver a pasar por toda la historia; es decir, puede dirigirse directamente a la lección, a esa voz que le apela directamente y que le enseña y aconseja con la misma sinceridad y aprecio que la voz de tu mejor amigo; sin necesidad de tener que seguir nuevamente el periplo del protagonista. Y es que, al final, más que una historia al uso, “Perdona tienes fuego” es una historia sobre ser personas, sobre la cotidianidad, los miedos, las dudas, las incertezas y todo aquello que nos complica la vida, pero, a su vez, nos la hace también más hermosa. Por eso, más allá del argumento, lo que cala es el mensaje, la promesa de un apoyo permanente y de una voz que, en los mayores períodos de oscuridad, si decides escucharla, te brindará las fuerzas y el conocimiento que tanto necesitas.

Perdona tienes fuego Fran
Una lectora posando con “Perdona, ¿tienes fuego?”

Los puntos débiles de la obra

Antes se ha hecho mención a que los principales puntos fuertes de la novela tienen que ver con cómo está escrita, es decir, con aspectos asociados al estilo y a la estructura de la obra, y esto, para clarificarlo, no significa que lo que tiene que ver con el contenido esté mal, pero sí que considero, en mi opinión, que le faltaba algo de pulido. En este caso, como no quiero hacer spoilers, resulta muy difícil explicar cosas concretas, pero básicamente podría sintetizarse en el siguiente miniproblema:

-El ritmo narrativo es idóneo en la mayor parte de la obra, perfectamente adecuado a lo que pretende narrar, sin embargo, al final se apresura. Ello, de ningún modo estropea el final, que es sorprendente, pero sí que genera cierta sensación de “abruptez”, porque el cambio de ritmo, aunque orgánico es muy notorio. Probablemente, la mejor solución a este “problemilla”, hubiese consistido en acelerar un poco más el nudo o, contrariamente, en desacelerar un poco más el desenlace para evitar el contraste que se produce.

No obstante, pese a todo lo expuesto, es importante destacar algo que hasta ahora no se había mencionado: esta es la primera obra del autor y, además, no es reciente. Este dato es de vital importancia porqué todo lo que antes se ha tildado de “problemilla” debe, por fuerza, relativizarse y es fundamental destacar que raro es que a los autores les salgan tan bien sus primeras obras. En este caso, los aciertos, la magia y el encanto tímido pero profundo de la obra superan con creces sus defectos, que son menores y se empequeñecen al ponerlos en su debido contexto. La falta de experiencia, al fin y al cabo, es un mal por el que todos pasamos obligatoriamente en nuestras vidas y, como se suele decir, la práctica hace el maestro, razón por la cual, con tan buen comienzo, resulta indudable que lo que nos espera de su autor en el futuro es, como suelo decir yo, simple y llanamente prometedor.

¿Y qué hay del autor?

Fran López Castillo, su autor, es un ejemplo vívido, rotundo y paradigmático de un talento trabajado, que se extiende más allá del propio contenido de su obra. Fran, el que “probablemente, sea el autor autopublicado con más ventas de España”, es algo más que un escritor, es un artista, incuestionablemente, pero también un ávido trabajador con una perfecta capacidad empresarial y una visión pionera que le lleva a ser el artífice de su propio éxito. En otras palabras, Fran es un autor hecho a sí mismo, un escritor que, con esfuerzo y tesón, dentro y fuera de las páginas, ha sabido llevar su proyecto a la cima, superando todo obstáculo ante él interpuesto. Fran es el vivo ejemplo de que el talento, contra toda creencia popular, se hace, se construye poco a poco, día tras día, dedicándole tiempo y mimo a los proyectos. Pero, por encima de todo, Fran, y así lo demuestran sus éxitos, pero también las claves para alcanzar estos y sus acciones cotidianas, es una gran persona. En cierto sentido, Fran es como su propia obra, “Perdona, ¿tienes fuego?, pues como esta es una paradoja andante: Fran es un hombre común, indistinto del resto de mortales, y, aún con todo, Fran alberga tanta grandeza en su interior que resulta prácticamente inconcebible entender como es posible que le quepa ahí dentro. Mis sospechas, es que en realidad no le caben, que la grandeza le nace del corazón, le ensancha el pecho y termina saliendo por las manos para acabar llenando de vida sus obras. Y es que, si algo caracteriza a la grandeza, es que esta, por ley natural, tiende a crecer, igual que lo hace Fran, e igual que lo hacen sus obras, que a cada nueva supera a la anterior. Así, “Perdona, ¿tienes fuego”? no, es más —pero tampoco menos— que un pequeño gran comienzo, el pistoletazo de salida de alguien con voz propia y muchas cosas que decir.

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