¿Platón en la era digital? | Por Lourdes Justo Adán
Es imposible hablar de historia de la filosofía sin reconocer la profunda influencia de Platón (427 a. C.-347 a. C.), pero estoy convencida de que sus ideas deben entenderse en el contexto concreto de la antigua Grecia y no en el mundo contemporáneo, donde ya no encajan plenamente debido a la magnitud de los cambios producidos en el pensamiento humano a lo largo de los siglos.
Sin embargo, hay algunas contribuciones que sí vencieron al tiempo. Para mí, una de ellas es el Mito de la caverna, tan poderoso que ni siquiera el propio filósofo podría imaginarse cuántas reinterpretaciones inspiraría. Yo misma he sido incapaz de resistirme a darle mi matiz personal.
Y a eso voy…
Esta alegoría describe una cueva ocupada por un grupo de prisioneros encadenados. Lo único que veían eran las sombras que una hoguera proyectaba en la pared. Para ellos, esa era la única realidad.
Cierto día, uno de los prisioneros salió y descubrió que lo que se veía dentro era solo el reflejo difuso de algo mucho más vasto. Cuando regresó y se lo contó a sus compañeros, estos, lejos de creerle, se burlaron y le respondieron con hostilidad.
Se hace patente la dificultad de desafiar las creencias establecidas; que los que alcanzan la verdad enfrentan la incomprensión de quienes están atrapados en el desconocimiento. En otras palabras, simboliza el arduo proceso de la iluminación filosófica: pasar de la ignorancia (las sombras) al conocimiento (la luz). Además, evidencia cómo la verdad es rechazada por quienes están conformes con su limitada percepción. He aquí la lucha perpetua entre ambas realidades.
Esto me lleva a reflexionar sobre las dinámicas de nuestro tiempo: ¿la realidad virtual es, acaso, nuestra nueva caverna donde la tecnología difunde ilusiones que asumimos como reales?
Hoy, las redes sociales son fogatas que, deliberadamente, avivan en nuestra mente un caudal de imágenes específicas mientras apagan otras tantas. ¿Por qué? Los dichosos algoritmos regulan lo que vemos, manipulando sin escrúpulos nuestra apreciación de la realidad. Nos ofrecen su versión más editada, pero es que detrás, existen personas publicando cuya adicción a los likes y a los followers actúa como un anzuelo poderosísimo del que son incapaces de desprenderse.
Estamos tan saturados y confusos que distinguir lo real de lo ficticio es como tratar de orientarse en un laberinto de espejos. Nos hemos convertido en meros tragaldabas de posts, asimilando como verdad absoluta lo que otros nos imponen, ignorando el verdadero esplendor que existe más allá de una pantalla. Salir de la caverna significa desintoxicarse de tanta entelequia digital y respirar profundamente el aire fresco de la realidad.
Optar por desprenderse de la tecnología exige un esfuerzo extra: sobrellevar el sentimiento de exclusión que conlleva. Y no estoy proponiendo abandonarla por completo. Por supuesto que no, lo desaconsejo. Recomiendo usarla de una manera consciente y equilibrada, en contra de esta tendencia predominante de dejarse arrastrar por ella.
Al igual que el prisionero se despojó de sus cadenas e inició una nueva vida guiado por la luz de la verdad, si nos liberamos de la opresión de las plataformas sí que emprenderíamos una verdadera revolución digital: desconectarnos sin angustia para reconectar con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Lo sé… El mundo virtual nos ofrece infinitas oportunidades, pero también nos expone a una incesante sobrecarga pseudoinformativa. Al distanciarnos estratégicamente de ella, ejercitaríamos una aliviada capacidad para discernir. Y es que, hoy por hoy, lejos de ser un espacio de distracción, interacción y comunicación, se ha convertido en un megáfono de bulos y difamaciones virales. Debido a la inmediatez y al anonimato, cualquier conversación se convierte en un grito ensordecedor que no considera las consecuencias. Por ello cobra especial relevancia ser analíticos con todo aquello que recibimos, ya que la posibilidad de que llegue distorsionado es bastante elevada.
Platón advertía que nuestra impresión de la realidad sensible es tan solo un eco imperfecto de la misma. En la era de internet, sucede algo parecido. Cual modernos prisioneros, nos hallamos ante una nueva forma de cadenas que nos atan y que no son de metal sino de un scroll infinito devorando nuestro tiempo; de una búsqueda perpetua de estímulos deslumbrantes; del brillo hipnótico de los hashtags; marketing encubierto; perfiles idealizados; juegos online; tendencias como dogmas absolutos; fascinantes fotos trucadas… Así, los fakes news se cuelan por los ojos provocando un humo espeso que nos nubla e intoxica. La privacidad, ese mínimo reducto que aún nos pertenece, se encuentra cada vez más amenazado en este universo hiperconectado que nunca descansa. Como si fuéramos simples códigos de barras, nos transforman en mercancía exprimiendo nuestros datos y preferencias para alimentar las cookies que se anticipan a nuestros deseos e intención de consumo.
Ha llegado el momento de apartar la mirada de tanta mendacidad y dejarse guiar por una nueva claridad, tal como hizo el prisionero que huyó de la cueva. Él podría haber sido un gran influencer, pero no le creyeron, quizá porque no se tomó un selfie con un hermoso amanecer de fondo -como los que disfruto cuando el río de mi ciudad se despereza- lo que plantea que aquello que no es fotografiado, sencillamente, no existe.
Ser críticos es un acto de supervivencia racional en un mundo de consumismo voraz que pretende embaucarnos con sus quimeras. Platón nos enseñó que la verdadera libertad no está en aceptar las sombras, sino en buscar la luz. Sugiere que el conocimiento auténtico solo puede alcanzarse a través de la razón y no de los sentidos, por eso, más que nunca, debemos despertar y elegir no ser prisioneros de nuestra propia caverna.
La verdad se halla tras el cristal empañado del mundo digital. La pericia de aclararlo está en tus manos. No te conformes con ser un espectador pasivo: sé libre y conviértete en el protagonista de tu propio conocimiento.
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© 2024. Lourdes Justo Adán. Todos los derechos reservados.
Especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica.
Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.
Orientadora Escolar.
Docente.
Escritora.
Columnista.
Coach de víctimas de maltrato psicológico.
Bloguera: https://lourdesjustoadan.blogspot.com/
nubeluz174@gmail.com