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La magia del todo. Más allá de las partes | Por Lourdes Justo Adán

La magia del todo. Más allá de las partes | Por Lourdes Justo Adán

Lo prodigioso de la literatura radica en cómo cada palabra, por sí sola modesta, se transforma en algo poderoso cuando se combina con otras. Florecen infinidad de textos que inspiran, informan, emocionan… Cada pieza es esencial, y juntas, tienen el poder de conmover al mundo, y hasta de cambiarlo.

¿Por qué digo esto?  Hace poco descubrí esto: La ilusión de movimiento circular. ¿Te suena? 

Me quedé observando detenidamente, sumergida en un prolongado estado de contemplación y análisis, cuestionándome si mi cerebro trataba de hacerme un truco. 

Consiste en lo siguiente: sobre un tablero se ponen en funcionamiento cierto número de bolitas. Cada una tiene su propia trayectoria (todas recorren una línea recta en constante vaivén a una velocidad determinada). Ese movimiento lo realizan tan sincronizadamente que, si se las contempla a todas a la vez, percibimos un círculo desplazándose por la superficie, creando ante nuestros ojos un efecto hipnótico fascinante. 

¿Cómo se explica esta interpretación que hace nuestro cerebro? Pues recurriendo a la Ley de la Gestalt del Destino Común. Postula que la mente tiende a percibir los objetos en movimiento como un todo unificado, en lugar de partes aisladas. Ejemplos de esto los encontramos en la naturaleza y en la vida cotidiana: una bandada de estorninos realizando su majestuoso vuelo, un grupo de bailarines haciendo una coreografía al unísono, un cardumen de peces nadando, un pelotón de militares desfilando, etc. Ilustran cómo, sin darnos cuenta, tendemos a buscar la unidad y la coherencia. 

¿Y si un elemento se desacompasa? En ese caso, nuestra mente percibe la discrepancia y enfoca su atención en el elemento discordante. Por ejemplo, en una orquesta sinfónica, si un músico desafina, detectamos inmediatamente esa nota estridente, ¿a que sí?

La ilusión óptica de la que hablo puede resultar una excelente metáfora para el trabajo en equipo, si este se entiende como la acción individual de personas trabajando para alcanzar un propósito común. Este concepto trasciende la simple suma de esfuerzos personales; se trata de una fusión donde el resultado final es mejor que la suma de las partes. 

Es decir, cuando cada miembro asume su rol, el todo conquista metas fabulosas, de la misma manera que las bolitas crean un diseño circular que nos deslumbra. La clave está, entre otras cosas, en la cohesión y la coordinación entre los miembros, que permiten que el conjunto funcione como una unidad eficiente.

El trabajo al servicio de un mismo fin ha sido la fuerza motriz que ha permitido a la humanidad llevar a cabo proyectos increíbles, gracias a la capacidad de cada sujeto para aportar su singularidad, esfuerzo y talento. Esto es aplicable a innumerables contextos: empresarial, educativo, deportivo, científico, etc.

Imagínate un futbolista que no entienda la victoria como un logro colectivo, profesores que no se unen buscando el desarrollo integral de su alumnado, científicos que no compartan sus conocimientos, médicos que no recurran a otros colegas para el estudio completo de sus pacientes, o desarrolladores de software que no combinen sus habilidades técnicas y creativas… Es evidente que la ausencia de empeño colectivo limita -incluso imposibilita- la amplificación del potencial particular y viceversa.

De igual manera, en cualquier ámbito, la interrelación es un pilar fundamental para alcanzar metas, así como para enfrentar dificultades. No obstante, nadie dijo que fuese fácil. Del mismo modo que las bolitas deben acoplarse en tiempo, velocidad y movimiento, las personas también deben sincronizar sus esfuerzos. Sin embargo, en ocasiones, surgen dificultades relacionadas con su forma de ser o actuar, obstaculizando el progreso total. Desde mi saber acumulado a lo largo de varias décadas y fundamentado en el análisis empírico, me permito mostraros una clasificación random de estos perfiles.  No es formal y está concebida más bien para sacarte una sonrisa, pues quizá, al leerla, te venga a la mente alguien que conoces (hombre o mujer): 

Los que destacan por su comportamiento destructivo, que aunque no siempre son fáciles de detectar, tienen un gran poder desestabilizador del ambiente laboral, a base de generar estrés, desconfianza, divisiones y conflictos: el sabelotodo, el manipulador, el trepa, el estratega, el saboteador, el criticón, el perverso, el correveidile, el intrigante, el competidor, el envidioso, el engreído, el perfeccionista, el egocéntrico y el líder «defectuoso» (ya sea débil, tiránico, autocrático, controlador, inaccesible o injusto). 

Podemos hallar también individuos cuya pasividad se manifiesta en una carencia de iniciativa y responsabilidad. Ocasionan una ralentización del progreso y una disminución de la motivación: el pasota, el negativo, el incompetente, el procrastinador, el pelota, el enchufado, el desorganizado, el desconectado, el lobo solitario, y el evasivo (que culpabiliza a otros de sus errores).

… Y, por último, pero no por ello menos importante: el chivo expiatorio… Sí, ese que sufre las consecuencias de toda esa disfuncionalidad.

¿Qué opinas? ¿Has reconocido aquí a algún «personaje» de tu equipo, u olvidé mencionar alguno?

Es importante destacar que es posible exhibir a la vez una combinación de varios de estos rasgos, lo cual enmaraña aún más la dinámica. Debido a la pluralidad de caracteres, las tareas en equipo resultan complejas, tanto como regular las bolitas para que fluyan cadenciosamente. Cada miembro debe sincronizar sus esfuerzos en pos del bien general. 

Nadie escapa a la posibilidad de toparse con una personalidad cuya prioridad es únicamente el reconocimiento personal y que vive de espaldas a la realidad.  Solo queda soportar con resignación. Deja de preguntarte cómo logró llegar hasta allí. Déjalo, en serio. Enfócate en la oportunidad de aprender a ser más paciente, crecer y fortalecerte para construir tu mejor versión y, tal vez, algún día la vida le enseñe que, como en el caso de las bolitas, cuando se da una organización correcta, se crea una sinergia fascinante.

Y a ti, ¿te gusta trabajar en equipo? ¿Cómo reaccionarías si te hallaras en una situación adversa dentro de un grupo? ¿Has sufrido actitudes encaminadas a hacerte sentir mal? Pues no lo olvides: las adversidades son el abono de nuestra fortaleza.

Lourdes Justo Adán

Especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica. 

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.

Orientadora Escolar.

Docente.

Escritora. 

Columnista. 

Coach de víctimas de maltrato psicológico.

Bloguera: https://lourdesjustoadan.blogspot.com/

nubeluz174@gmail.com


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