fbpx

Cuando el zapatito de cristal no encaja | Por Lourdes Justo Adán

Cuando el zapatito de cristal no encaja | Por Lourdes Justo Adán

¿Alguna vez has visto el meme de la hermanastra de Cenicienta intentando inútilmente meter su pie en el pequeño zapato de cristal, manifestando a viva voz que sí, que clarísimamente, este es para ella? Imaginemos ahora que el zapato es una publicación del tipo que sea. Hay quien que intentará ‘calzársela’. En este artículo, voy a explorar la tendencia de algunas personas a sentirse constantemente aludidas, un fenómeno que resulta más común de lo que podríamos pensar.

En la era digital, donde el contenido subido está pensado para ser visitado por un inmenso público, es fácil que alguien se sienta directamente señalado por una publicación. En realidad, ocurre un fenómeno que forma parte de la naturaleza de las redes sociales: cuando algo es relevante, se difunde viralmente. Esto aumenta la posibilidad de que se sientan identificados con él una mayor cantidad de usuarios.

Pues bien, utilizando el cuento de La Cenicienta, voy a explorar la trampa de la percepción de indirectas en comentarios generales.

Nuestra protagonista vivía con su madrastra y dos hermanastras, quienes la obligaban a hacer las tareas del hogar.  Cierto día recibieron la invitación para un baile en palacio. A ella se lo prohibieron, pero gracias a la magia de su hada madrina consiguió asistir al evento. El príncipe se enamoró al instante, pero a medianoche, ella tuvo que salir huyendo ya que el encantamiento llegaba a su fin. Con las prisas, perdió su zapato de cristal. El príncipe buscó a su propietaria por todo el reino. Cuando llegó a casa de su amada, las hermanastras se abalanzaron sobre el zapato, con el objetivo de ponérselo cuanto antes, convencidas de que estaba diseñado para ellas, pero no obtuvieron éxito. Solo Cenicienta pudo deslizar su pie dentro de él con suma facilidad. Para conocer más detalles, como siempre, recomiendo leer el cuento.

Pues bien, claramente no era de su número por mucho que las hermanastras se empeñasen. De manera similar, en la vida, no todos los comentarios que escuchamos o leemos están destinados específicamente a nosotros y, mucho menos, dirigidos a dañarnos, aunque se nos ajusten igual de bien que a Cenicienta su zapato. A veces, interpretamos erróneamente a los demás, creyendo que nos están enviando indirectas, cuando en verdad, los mensajes van dirigidos al público en general y a nadie en particular.

Algunos perfiles psicológicos son más proclives a sentirse afectados, sobre todo si son comentarios negativos, debido a una autoestima baja que los hace más vulnerables y temerosos del rechazo. Para estos, cualquier crítica refuerza la pobre visión que tienen de sí mismos. Se complica si son particularmente sensibles, ya que experimentan mayor malestar. Aquellos que siempre buscan la aprobación de los demás también pueden ser más susceptibles de sentirse aludidos, interpretando cualquier juicio como una amenaza a su propia valía.

Los perfeccionistas, por otro lado, tienden a ser extremadamente duros consigo mismos y se alarman ante cualquier indicio de censura. Para ellos, un comentario negativo significa un fracaso personal. Por otro lado, existe la tendencia humana natural a prestar más atención a la información que esté alineada con nuestras creencias preconcebidas: si tienes una autoimagen negativa te centrarás en los comentarios malos e ignorarás los elogios y, por el contrario, si posees un ego inflado te centrarás en las alabanzas y minimizarás las críticas. Es básico saber encontrar un equilibrio saludable entre ambas posturas.

Para aquellos que han atravesado traumas, las críticas pueden resonar de manera particularmente dolorosa si sus hematomas emocionales aún están presentes. Sin embargo, quienes han logrado sanar, se convierten en especialmente fuertes: enfrentan la vida con valentía; encuentran soluciones creativas a cualquier situación; establecen límites; buscan apoyo si lo necesitan; se nutren de relaciones sociales significativas; adoptan una actitud constructiva hacia la vida viendo los obstáculos como oportunidades para crecer; aprenden de sus experiencias pasadas; se enfocan en el progreso y en la mejora continua; prescinden de la aprobación externa y cultivan una mentalidad resiliente que les permite continuar a pesar de las adversidades que enfrentan.

Retomando el cuento, las hermanastras, convencidas de que el zapato estaba destinado a ellas, hicieron todo lo posible para meter sus pies en él. De igual modo, algunos individuos se empeñan en darse por aludidos, tratando de ‘calzarse’ en narrativas con las que no casan, pues no todos los zapatos son de su medida.

Pero el zapato de cristal en sí, uno de los elementos más icónicos de los cuentos de hadas, está cargado de simbolismo. Yo lo asocio a la búsqueda de la verdadera identidad. Con frecuencia hay quien se esfuerza denodadamente por cuadrar en contextos en los que no encuentra ningún eco ni compañía. En estos esfuerzos, descubre la imposibilidad de aparentar una personalidad que no le corresponde, de fingir lo que no es, de actuar de acuerdo a las expectativas de los demás… Corre el riesgo de que les ocurra como a las hermanastras: ocupar una horma incómoda que los lastima en algún lado. Es primordial reconocer la propia singularidad y no forzarse a caber en cualquier ambiente. Conviene apreciar aquello que nos hace diferentes en lugar de intentar cambiar para encajar donde no se encuentra afinidad alguna.

Al igual que en La Cenicienta, cada uno alberga un yo similar al zapato de cristal: único, valioso, transparente y, quizá, de frágil apariencia que te acompañará en tu tránsito por la vida, en tu viaje personal. Por ende, solo un determinado calzado se adecúa a ti. Solo tu historia te define. Pese a todo, para el vasto mundo de internet eres un grano de arena en el desierto, gota de agua en un océano, estrella en el firmamento… Así que no te obsesiones con ciertos comentarios suponiendo que están dirigidos específicamente a ti. Esto revela un cierto grado de egocentrismo, pues ciertamente, eres uno más de tantos a los que el post podría aplicarse. Y recuerda: tu valor intrínseco no es, necesariamente, el que proclamen los demás, sino lo que tú sabes que eres, siempre y cuando mantengas un criterio honesto contigo mismo.

……..

Lourdes Justo Adán.

Maestra especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica.

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.

Orientadora Escolar.

Escritora.

Columnista.

Coach de víctimas de maltrato psicológico.

Docente.


¿Te gustaría conocer las apasionantes historias de escritores modestos, pero no por ello menos buenos?

Únete a nuestro canal de Telegram (es gratis) para ayudarnos a darles voz a esos escritores que necesitan un empujón. Sus vivencias e historias para publicar sus libros, su pelea para hacerse un hueco y su mensaje es igual o mejor que el de cualquier top ventas. Únete a nuestro canal para descubrirlos y apoyarles.

https://t.me/elescritor_es

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *