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Artistas poco conocidos y la gratuidad obligada: me encanta tu trabajo… siempre y cuando no tenga que pagar por él | Por Nuria Fernández Bermejo

Artistas poco conocidos y la gratuidad obligada: me encanta tu trabajo… siempre y cuando no tenga que pagar por él | Por Nuria Fernández Bermejo

Dentro de poco más de un mes se cumplirán cinco años desde que publiqué mi primer libro. Meses después creé mi perfil de Instagram y me di a conocer como autora. Entonces, aprendí varias cosas sobre cómo funciona esto de ser una autora independiente. Por ejemplo, que hay una elevada competencia. Miles y miles de autores que luchan por hacerse un nombre en el panorama literario, que comparten el mismo sueño que yo. Otro aspecto importante son las colaboraciones con bookstagrammers, de las cuales soy una gran partidaria ya que la mayoría han sido muy enriquecedoras y positivas. Estas colaboraciones, basadas en el beneficio mutuo como la propia palabra indica, consisten en regalar tu libro a un lector interesado en él, a cambio de que éste lo lea y le cuente a su comunidad de lectores su opinión sobre la obra. Hasta aquí todo está bien. Sin embargo, a lo largo de estos cinco años he sido testigo de algunas cosas que me han hecho reflexionar.

            Para comprender lo que expondré a continuación, creo que primero hay que entender el contexto en el que estamos y por qué el precio y el valor de una cosa son cosas diferentes, pero están íntimamente relacionadas. Como es bien sabido, vivimos en una sociedad capitalista, en la cual se suele medir el valor de algo con un precio que debemos pagar por él. No entraré en lo que este sistema supone, pero así es. Estamos cansados de escuchar que en este mundo nada es gratis, que nadie regala nada, que si queremos algo tenemos que ganárnoslo, pagar por ello… Lo gratis, sin embargo, es tomado con ansia por las masas, sedientas del placer de poseer algo sin tener que pagar por ello, al instante y sin esfuerzo, y por ello mismo, ese algo no será valorado de la misma forma que hubiera habido una transacción económica de por medio. No ha costado nada, por lo tanto, no vale nada. A medida que nos hacemos adultos, entendemos que todo lo que tiene un valor tiene un coste, y que debemos elegir cuidadosamente en qué cosas invertir y qué cosas no, porque el dinero es un bien limitado. Es evidente que la prioridad máxima de nuestros gastos estará reservada para cosas necesarias. Los caprichos, si los hay, quedan en segundo plano. Este es el lugar que le toca, por lo tanto, a las piezas de arte, ya que no son necesarias para nuestra supervivencia. Sin embargo, creo que nadie en este mundo vive sin arte. Nadie vive sin escuchar música, sin mirar una serie o una película, sin leer un libro o un cómic. Nadie vive aislado del arte. ¿Será que el alma humana también tiene “necesidades” sobre las cuales nunca nos han hablado? Podemos hablar sobre ese tema otro día, pero resulta como mínimo curioso. Todos queremos arte en nuestras vidas, pero ¿cuántos estamos dispuestos a pagar por él? ¿Pagamos por su arte a todos los artistas por igual, independientemente de su fama? ¿O no?

Por todos es sabido que actualmente no estamos viviendo los tiempos económicos más prósperos. Sin embargo, estoy segura de que, si te relacionas a través de redes sociales con personas a las que les interesan los libros y la lectura, habrás visto multitud de veces algún “meme” acerca de cómo estos lectores gastan todo su dinero en libros, sin tener en cuenta los que tienen por leer. Siempre acaban adquiriendo más, porque es demasiado difícil no caer en la tentación. Es llamativo, cuanto menos, cuando yo puedo decir tranquilamente que he regalado más libros que vendido, y eso que me he negado en varias ocasiones, cuando la carencia de vergüenza ya era demasiado descarada. Si me dieran un euro por todas las veces que alguien me ha pedido, en ocasiones sin conocerme ni seguir (y mucho menos apoyar) mi trabajo, que le regale un libro, ahora mismo tendría un patrimonio considerable. La pregunta que me viene a la mente es la siguiente: ¿se encontrarán las mismas peticiones los escritores famosos que publican con grandes grupos editoriales como Planeta o Penguin Random House?

Sobra decir que cualquiera es libre de pedir lo que quiera, siempre y cuando lo haga con educación, al igual que la otra persona es libre de negarse a cumplir su petición. De hecho, como he explicado al principio, en ocasiones regalar tu libro puede ser beneficioso para ambas partes y resultar en una bonita experiencia que te hace conocer personas maravillosas. El punto no es ese, sino la percepción que tiene la sociedad del arte, y especialmente del arte hecho por personas poco conocidas. ¿Qué tienen los artistas poco conocidos para que tantas personas crean que tienen el derecho de pedir su trabajo gratis? Quizás se trata de confianza, ¿o no? Un libro famoso, aunque cueste tres veces más que uno poco conocido, tienen más garantías de ser bueno… ¿O quizás no? Un libro poco conocido sufre lo que yo llamo la “presunción de mediocridad”. Se da por hecho que, como no es famoso, no es demasiado bueno. ¿Es esa “presunción de mediocridad justa”? ¿Y esa supuesta mediocridad debería implicar gratuidad obligada? Imaginemos la siguiente situación. Tienes que elegir un restaurante para ir a cenar con tus amigos, y hay dos opciones: un restaurante que todo el mundo conoce, con buenas críticas… aunque es el doble de caro que uno nuevo que acaba de abrir hace poco, y sobre el cual se sabe muy poco. ¿A cuál irías tú? ¿Pagarías el doble para no jugártela? ¿O no? Sea cual sea tu elección, imagina que decides probar el nuevo. ¿Entrarías por la puerta y le pedirías al dueño que os dé la cena gratis? ¿Sería justo?

Yo siempre digo que, si eres escritor para hacerte rico y ganar dinero, es mejor que te dediques a otra cosa, porque seguramente te canses mucho antes de ganar tus primeros diez euros. Sin embargo, esto no quiere decir que la gratuidad deba ser la norma. Es difícil monetizar el arte, hay mucha competencia, un mercado exigente y un panorama económico que no ayuda, pero quizás hay otros factores que dificultan esta monetización. Quizás se trata de darle valor al arte como sociedad, de dejar de verlo como algo que se hace a cambio de nada. Es tan sistemática esta devaluación de arte que tiene su propia expresión: hacer algo por amor al arte. Yo no escribo libros para hacerme rica, pero tampoco los escribo para que no se les dé el valor que merecen. ¿Le pedirías a tu panadero que te regale el pan? ¿O a tu peluquero que te corte el pelo gratis? ¿Le pedirías a tu cantante favorito un concierto sin pagar la entrada?

Para acabar, a todos los artistas poco conocidos que hay entre mi audiencia: ¿a cuántos de vosotros os han pedido que regaléis vuestro trabajo?

Puedes seguir a la autora del artículo a través de su perfil de Instagram: @luneverset


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5 thoughts on “Artistas poco conocidos y la gratuidad obligada: me encanta tu trabajo… siempre y cuando no tenga que pagar por él | Por Nuria Fernández Bermejo

  1. El oficio de escritor es de los más competitivos que existen porque hay miles de personas que se dedican a él, de manera frecuente u ocasional, pero sólo unos pocos pueden llegar a lo más alto.

    También estamos en una sociedad que rinde culto a la fama de una manera exagerada e incluso grotesca, aunque muchas veces no vaya unida a calidad, y la literatura no es una excepción. Puede haber libros de mucho éxito y muy publicitados pero de escasa calidad literaria, con mucho márketing y promoción pero un contenido muy cuestionable, mientras hay obras que merecen mucho más la pena y se quedan en el anonimato por no tener esa misma promoción y, asimismo, por el escaso nivel cultural de los lectores actuales.

    En la música todo esto es aún más acentuado: los artistas que más venden y que aparecen a todas horas en los medios suelen tener un nivel ínfimo (empezando por los que se dedican al reggaeton, que ni siquiera puede llamarse música) mientras abundan los grupos de gran talento que no pasan de dar bolos en los pubs y discotecas de su ciudad o, como mucho, logran darse a conocer a nivel local.

    1. Suscribo totalmente tus palabras, Daniel. Vivimos en una sociedad que idolatra a las personas famosas y que no valora el arte. Por eso hay muchos libros superventas que han llegado donde han llegado no por su calidad, sino por la fama de su autor, aunque ni siquiera sea escritor. En fin, sea como sea es la sociedad que tenemos, por triste que parezca. Como artistas solo nos queda ser fieles a nosotros mismos y seguir creando obras de las que nos sintamos orgullosos, aunque la sociedad no les otorgue siempre el valor que merecen. Gracias Daniel por tu comentario en mi artículo, tus palabras han sido muy enriquecedoras. Un saludo

      1. Eso ya es el colmo: que algunos de los best-sellers no provengan ni siquiera de escritores consagrados, sino de autores que se han hecho famosos mediante otras profesiones (por ejemplo, deportistas de élite o presentadores de televisión).

        Otro ejemplo del culto desmesurado a la fama se vio la semana pasada en Sevilla con la ceremonia de los Latin Grammy. Fue un aquelarre de horterismo y de famoseo cutre.

  2. Un artículo muy interesante, así como el comentario adjunto. Sobre todo por mencionar y enfatizar con el arte en general. Mis felicitaciones a su autora y al apuntador del comentario.

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