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Acerca de los bulos, la desinformación y la infoxicación (I) | Por Enrico María Rende

Acerca de los bulos, la desinformación y la infoxicación (I) | Por Enrico María Rende

En los momentos en los que más importaba mantener la mente fría y la calma (cuando estábamos en plena pandemia), los hubo que alteraban las conciencias, inoculaban el terror y estimulaban la histeria colectiva. Quiero dedicar los próximos artículos a este asunto –con la venia de los lectores y al amparo del derecho a la libertad de expresión. Quiero con estas líneas denunciar abierta y expresamente a tantos y tantos Youtuberos, tuiteros y demás expertos en la propagación de noticias en las redes sociales –supongo que se los podría denominar metaperiodistas– que logran expandir mentiras, bulos y desinformación indiscriminadamente a millones de personas. Siempre he opinado que no hay clase más perversa que la de los políticos; bien, ahora creo que hay una excepción, y son los metaperiodistas. Son lo peor que ha dado nuestra civilización. Lo creo en serio. Porque si Nelson Mandela dijo que “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, yo acuñaría el otro lado de la moneda alegando que la desinformación lo es también, pero para dañarlo. Y si de Albert Einstein es la otra cita que dice “La educación no es el aprendizaje de hechos, sino el entrenamiento de la mente para pensar”, entonces yo añadiría que la infoxicación lo es también, pero para dejar de hacerlo.

El periodismo, a diferencia de la ciencia y la ingeniería, no necesita la verdad sino la publicidad. Los periodistas no trabajan para reportarle al mundo las cosas que van bien sino para todo lo contrario; y cuando las cosas que van mal no son suficientes o no lo suficientemente sensacionalistas, al igual que los políticos, entonces llegan los metaperiodistas que cogen los datos y los manejan a su antojo, cortando y pegando la información, descontextualizando los hechos y así crean el escenario que necesitan; el escenario que les conviene. Es una gran lástima. Cientos de millones de habitantes de todo el mundo solo tienen acceso a este tipo de periodismo porque, sencillamente, la información científica o técnica no está a su alcance.

Lo triste es que crear noticias falsas es muy sencillo. Pero más triste aún es que resulta desafortunadamente divertido. Tomaré un ejemplo sacado de YouTube para arrancar con esta serie. Hace unos años (repito, en plena pandemia) salió un video que llevaba por título Guerra a la Humanidad. En el minuto 16:20 el programa muestra el siguiente texto: Es un hecho que se trata de una conspiración para la gente que sobramos para la élite gobernante. Esto lo dice, paradójicamente, justo después de decir que no es una teoría de la conspiración (lo cual, dicho sea de paso, ya es bastante sospechoso, por no decir cómico). En primer lugar, el reportaje se posiciona diciendo que no es la clase gobernante la que quiere esta pandemia, sino que son las familias ricas, como los Rothschild, que están al margen de los gobiernos y son los propietarios de la Reserva Federal. Sin embargo, a continuación, nos muestra un montón de escenas en las que los diferentes gobernantes, presidentes y mandatarios hablan del “Nuevo Orden Mundial” sugiriendo con ello que están amenazando a la humanidad. Nuevamente, la contradicción en términos resulta cómica: primero dicen que no son los gobiernos y luego que sí lo son. Pero, lo más estúpido es esto: el reportero sugiere, una y otra vez, que se supone que lo que nos desvela es un secreto; en otras palabras, que si no es por nuestro salvador –el reportero– nunca nos enteraríamos, para luego pasar a mostrar decenas de imágenes de gobernantes hablando del Nuevo Orden Mundial. Uno no puede sino hacerse la pregunta de si sabrá siquiera lo que es esto del Nuevo Orden Mundial el reportero. ¡Qué se lea a Hans Rosling, a Marian Tupy o a Max Roser, y verá a qué se refiere el término del Nuevo Orden Mundial! ¿Pero qué van a leer estos metaperiodistas?

Lo que más sorprende es que no comprendan la gran estupidez que se halla detrás del concepto de eliminar a la masa pobre o ignorante para beneficio de la élite gobernante –la postulación de su teoría conspirativa que no es una teoría conspirativa. ¿Estamos ante un paradigma de las mayores demostraciones de ignorancia supina de los metaperiodistas? Si se pararan a pensar un poco, las personas comunes verían, entenderían, que las elites gobernantes los son por la masa de pobres que hay y que, los ricos, para ser ricos, para hacerse cada vez más y más ricos, necesitan a la masa trabajadora. ¿Quiénes les dan sus riquezas a esas familias si no los miles de millones de compradores y consumidores de lo que quiera que sea que venden o explotan? Una vez más, si leyeran a los técnicos, no se pondrían tan en evidencia como se ponen con semejantes estupideces. ¿Acaso Bill Gates se habría hecho multimillonario y seguiría siéndolo de no ser por los miles de millones de usuarios de Windows? ¿Y Zuckerman? ¿Acaso él sería rico y poderoso si no fuera por los siete mil millones de usuarios de Facebook? O J. K. Rowling, ¿sería ella rica si no fuera por los más de 400 millones de libros vendidos? De no haber siete mil millones y más de personas en el mundo, no habría fortunas como la de Elon Musk y Jeff Bezos. El concepto mismo de la supuesta conspiración es absurdo, estúpido y hasta ridículo. Si leyésemos a los científicos, en lugar de escuchar a estos energúmenos, sabríamos, como ha calculado Jason Furman, que, en Asia, las fábricas producen al año cientos de miles de millones de productos que suben en los buques de carga para llevarlos al comercio minorista europeo y americano donde se venden a las clases sociales menos pudientes, menos ricas, produciendo miles de millones de dólares en beneficio –y si no, que se lo pregunten a Jack Ma.

Por último, el fastidioso fenómeno del corta y pega, el sacar de contexto los datos, que es una de las características principales de la infoxicación y la fuente misma de la desinformación, es otro de los errores elocuentes para los que este video de YouTube puede servirnos de ejemplo. Vemos que el reportero –el sin vergüenza del reportero– dice que Estados Unidos estaba financiando el experimento en China y para apoyar su afirmación se apoya en una noticia de la RAI presentada en 2015. Ahora bien, si escuchamos la noticia veremos que dice que los científicos de todo el mundo estaban experimentando en laboratorios con los virus en el campo de la bioingeniería y que el gobierno de Estados Unidos fue el que suspendió su financiación en 2014; es decir, que cerró los laboratorios un año antes. La noticia de la RAI continúa diciendo que es el laboratorio chino el que no se ve afectado por la moratoria debido a que sus investigaciones estaban muy avanzadas y no las consideraban peligrosas: China, no EEUU. Sin embargo, el reportero, a lo largo de todo el video, insiste en que es EEUU quien elaboró y financió el coronavirus. Lo triste es que la noticia de la RAI se presenta entera y el italiano no es una lengua que resulte imposible de traducir al español.

¿Por qué quiero alertar sobre esto? Porque este tipo de periodismo es efectista. Provoca opiniones en el público que se basan en bulos y/o falacias. La conspiración siempre parte de datos que son verídicos, pero totalmente descontextualizados o manipulados y, en los casos más atrevidos, datos inventados. Y cuando el bulo alcanza a la población, al venir revestido de esos datos, pocos son los que se cuestionan su veracidad, incluso cuando la teoría es completamente absurda. Por ejemplo, la teoría según la cual la pandemia ha sido una conspiración para acabar con la gente pobre que presenta el deplorable reportaje del que venimos hablando: rara vez quien compra este tipo explicaciones se para a pensar que los más pobres del mundo viven en los países que menos se han visto afectados por la pandemia y que la pandemia afecta a ricos y pobres por igual, tanto así, que ha golpeado incluso a la monarquía británica.

Ahora, yo sí que tengo algo que proponer, y es que se decrete de una vez una ley que castigue severamente a este tipo de periodistas, una ley que castigue la difusión de noticias falsas y malintencionadas. Son una amenaza para la sociedad. Son una amenaza para los más desprotegidos y hay que acabar con ellos. Según informa la plataforma maldita.es, de las cerca de 400 noticias en general que han circulado por las redes en los últimos meses del año 2021, 359 fueron bulos. ¡359! La gente se inventa historias porque hay mucho incauto que disfruta con el escenario del tipo distópico y se imaginan protagonizando Soy leyenda o Guerra Mundial Z. Son imbéciles que no tienen otra cosa que aportarle al mundo y que, precisamente por eso, desean un escenario como esos. Propongo una legislación inmediata contra los metaperiodistas: ¿no puedes probar lo que dices y lo has divulgado a millones de personas? Paga una multa que sea directamente proporcional. Listo.

www.enricomariarende.com


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One thought on “Acerca de los bulos, la desinformación y la infoxicación (I) | Por Enrico María Rende

  1. He de decir, y lo digo, que:
    1) Todo esto es absolutamente fascinante, salvo la mayor parte;
    2) A pesar d lo cual, diría que;
    3) Yo no soy Helmut, pese a q lo parezca. Mi nombre es Vladimir Uchunick y soy un honrado zapatero ucraniano. Me encanta hacer zapatos. Especialmente para las mujeres. Me encanta elaborar con mis manos sandalias de madera y chanclas d todo tipo.

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