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Ricardo Borrero Gavilán, nos cuenta todo sobre su obra «Casi normales»

Ricardo Borrero Gavilán, nos cuenta todo sobre su obra «Casi normales»

“Casi normales” tiene un aire nostálgico y está ambientada en los años 60. ¿Qué te llevó a situar esta historia en ese periodo? ¿Hay algún elemento personal o histórico que te inspirara?

Lo cierto es que la época en la que está ambientada la novela es muy importante en su argumento, pero también lo es la localización, en este caso EE.UU. Estamos hablando de una década muy significativa para ese país, de revolución social, de lucha por los derechos civiles y de una desgastada guerra de Vietnam que me servían muy bien para encajar con mucho sentido ciertos elementos de la trama que eran imprescindibles para mí. Pero, sobre todo, creo que la historia de “Casi normales” funciona mejor en un mundo analógico, un poco en el pasado, en el que los protagonistas, en plena adolescencia, “abren sus ojos” y descubren la realidad del mundo adulto. En este sentido, aunque esté ambientada a finales de los sesenta, la narración tiene muchos elementos ochenteros, que es la década en la que yo viví mi propio “despertar al mundo”.

El protagonista vive un verano lleno de cambios, misterios y primeras experiencias. ¿Qué hay de ti en ese adolescente? ¿Te inspiraste en algún recuerdo de tu propia juventud?

Cuando uno escribe es casi imposible no verter en tus personajes un poco de ti, de tu propia historia, de tus creencias y de las experiencias que has vivido con otras personas cercanas a ti; y también de lo que te gustaría haber vivido, usando la imaginación. A veces se hace de forma consciente, pero en ocasiones también sucede inconscientemente y no te das cuenta de ello hasta que pasa un tiempo y vuelves a leer la obra. En el caso de “Casi normales”, creo que la pasión que nace en el protagonista, Will, por el mundo del cine a través del personaje del señor Giddens, el anticuario, es claramente la mayor inspiración de mi “yo adolescente” en la obra.

Tu pasión por el cine se refleja en la figura del anticuario que introduce al protagonista en el séptimo arte. ¿Qué películas o directores marcaron tu vida y te ayudaron a crear esta conexión con el cine en tu libro?

Me encanta el cine. De todas las épocas y de todos los estilos. Y eso creo que se refleja ampliamente en la obra. De hecho, “Casi normales” es para mí una especie de “carta de amor al séptimo arte”. En ese sentido, en el libro cito (e incluso analizo) algunas de mis películas favoritas, a través de las sesiones de cine y conversaciones que tienen Will y el señor Giddens. Por otro lado, si tuviera que elegir unos pocos directores clásicos, creo que me quedaría con Chaplin, Hawks, Hitchcock y Wyler, que me encantan. Por supuesto, no podría dejar de mencionar tampoco nunca al gran Steven Spielberg entre mis directores favoritos, ya que de su inspiración aventurera y sensibilidad con el mundo de la imaginación bebe mucho el tono que he tratado de darle a la novela.

En tus obras, las atmósferas inquietantes y los giros de intriga son esenciales. ¿Cómo logras mantener al lector en tensión sin perder el ritmo narrativo?

Me fascinan las historias de misterio y, en ese sentido, creo que el maestro Stephen King ha sido mi gran inspiración a la hora de escribir “Casi normales”, tanto por el tratamiento de los personajes, como por la integración de estos en escenarios que parecen estar “vivos”, ser muy reales, a pesar de que se trate de una historia de ficción, y, sobre todo, por su enorme habilidad para mantenerte pegado a las páginas de sus libros creando situaciones tensas que no te permiten apartar la vista de sus líneas y te hacen querer seguir leyendo sin descanso hasta acabar la historia. He intentado imitar eso precisamente porque a mí me fascina como lector. Como escritor, creo que la clave es intentar ir siempre dos o tres pasos por delante del lector, de forma que tengas preparado un buen argumento, una buena explicación a cualquier pista (verdadera o falsa) que vayas dejando por el camino y, sobre todo, tratar siempre que lo que estés narrando, a nivel trama, sea entretenido y emocionante. Esto es quizás lo más complicado, porque no todo el mundo tiene los mismos intereses ni las mismas sensibilidades; pero como mínimo, tiene que resultarte interesante a ti como escritor. Si no te interesa sobremanera lo que escribes, si no sientes verdadera pasión por tus palabras –hables de lo que hables–, creo que va a ser muy difícil que enganches a ningún lector.

Casi normales, obra de Ricardo Borrero Gavilán.

Has trabajado como guionista y director de cortometrajes. ¿Cómo influye esta experiencia en la forma en que estructuras y describes las escenas en tus novelas?

Pues la verdad es que siempre tiendo a visualizar la historia en mi cabeza como si fuera una película, con sus escenas y sus actos. Me imagino muy bien los rostros, los escenarios, el vestuario, los movimientos de los personajes, la acción e incluso la música que se escucharía de fondo a las imágenes que construyo en mi mente. Esta, de hecho, es la parte creativa que más me interesa de todo el proceso de escribir una historia. Luego, “solo” tengo que conseguir plasmar esa “película viva en mi cabeza” en el papel.

El título, «Casi normales», parece sugerir que hay una fina línea entre lo cotidiano y lo extraordinario. ¿Qué mensaje buscabas transmitir con este contraste?

Hay un pasaje muy importante del libro, en el segundo acto, que transcurre durante una conversación entre Will y el señor Giddens, donde estos hablan del concepto de ser «casi normales», algo que parece haberse inventado Will porque piensa que él mismo no es normal, pero en un sentido negativo. Sin embargo, el señor Giddens cuestiona entonces la idea de «normalidad» y le da la vuelta al concepto, argumentando que, de alguna forma, todos somos casi normales, que nuestras peculiaridades y singularidades nos hacen a todos diferentes, pero que esto no tiene que entenderse como algo necesariamente negativo; de hecho, a veces, nos convierten en seres extraordinarios. Ese concepto vuelve a tratarse varias veces a lo largo de la novela a partir de entonces y es una de las «reflexiones-eje» de la misma. Una reflexión sobre la tolerancia y la aceptación –de uno mismo y de los demás– y de centrarnos en lo que nos une como seres humanos en lugar de en lo que nos separa.

Tu libro también refleja una revolución social como telón de fondo. ¿Crees que hay paralelismos entre aquella época y los tiempos actuales que quisieras destacar?

Creo que la sociedad está siempre en permanente revolución. Es cierto que ha habido determinadas épocas en las que esto ha sido más visible o ha dejado más huella que en otras (en esos casos, normalmente, porque han sido ocultadas por los intereses de los que ostentaban el poder). Pero el avance de la globalización de nuestro mundo y la forma en la que hoy día todos estamos muy conectados (mucho más que hace unos años) hace que esas revoluciones sean ahora más masivas, tengan más seguidores y crezcan más rápidamente que antes, aunque a veces también sean más efímeras. Hay muchos problemas de la época en la que se ambienta la novela que aún hoy día no se han solucionado, y la sociedad –a veces inocente, a veces inexperta, a veces simplemente egoísta– sigue tratando de resolver muchos de ellos, como el racismo o las guerras. Así que, en ese sentido, lamentablemente quizás haya menos cosas que han cambiado desde entonces de las que deberían haberlo hecho.

Además de «Casi normales», tienes otro libro, «La máquina de escribir», que también parece combinar misterio y creatividad. ¿Cómo evolucionaste como autor entre ambas obras?

Creo que la madurez y evolución que uno sufre a nivel personal en cuanto a experiencias vividas, pensamientos y opiniones se transmite directamente en las tareas y actividades que realizamos. Por lo que puedo afirmar que, en cierto modo, sí que me he sentido diferente al escribir cada una de las dos novelas. Con esto no quiero decir que una sea mejor que la otra, pero sí siento que hay ciertos aspectos de mi escritura que han madurado en el periodo entre ambas. En las descripciones y en las expresiones que uso, por ejemplo. Sin embargo, en la construcción de la trama y la conexión entre sí de los puntos de la historia me he sentido igual de cómodo en ambas novelas.

El autor durante la presentación de su obra.

¿Creaste «CINE & BSO», un sitio dedicado al cine y las bandas sonoras. Si tu novela fuera adaptada al cine, qué compositor elegirías para crear su banda sonora y por qué?

Como he dicho antes, al imaginar la historia en mi cabeza, antes de escribir, no puedo evitar poner música a cada una de las secuencias y pasajes de la misma. Así que sí, mis libros tienen banda sonora (al menos en mi mente). Puestos a elegir un compositor para musicar la historia de Casi normales, ¿quién no quería contar con el grandísimo John Williams? De hecho, el nombre del protagonista de la novela es un guiño a este enorme compositor. También creo que Michael Giacchino podría hacer un buen trabajo con este material, ya que es un compositor que es capaz de combinar muy bien grandes temas principales con el misterio y la emoción, algo que Casi normales tiene en abundancia. Y si nos vamos al panorama nacional, Fernando Velázquez sería mi opción preferida (de hecho, tuve la oportunidad de firmarle un ejemplar de mi primera novela La máquina de escribir).

Por último, ¿qué te gustaría que los lectores sintieran o reflexionaran al terminar de leer Casi normales? ¿Qué impacto buscas lograr con tus historias?

Con Casi normales lo primero que busco es entretener. La gente tiene que pasar un rato agradable, ameno, divertido incluso. Mi segunda intención es despertar sus emociones. Que conecten tanto con los personajes que realmente les importe lo que les está sucediendo y «vivan en primera persona», con toda la intensidad posible, la historia que les estoy contando. Lo tercero que busco con esta novela en concreto es despertar en el lector su interés por el cine, igual que se despertó en mí cuando era un adolescente. Si logro transmitir mi pasión y que el lector sienta aunque solo sea un diez por ciento de la misma, lo habré contagiado con un virus, el cinéfilo, que una vez se asienta en tu corazón ya no te abandona jamás en la vida. Y, por último, busco provocar la reflexión sobre ciertos temas más profundos que me interesan, como el dolor, la culpa, la cobardía, la vergüenza, la aceptación, el perdón o la tolerancia. Si consiguiera esas cuatro cosas, haría un pleno maravilloso.


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