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Entrevistamos al escritor Manjón Guinea, por la publicación de su libro “Con tal de verte reír”

Entrevistamos al escritor Manjón Guinea, por la publicación de su libro “Con tal de verte reír”

¿Qué fue lo que inspiró la idea principal de “Con tal de verte reír”?

Quizá el punto de inspiración surgió con la necesidad de reflejar principalmente esa época de los años 80 y 90 del Madrid. De un Madrid de estudiantes en la Facultad de Ciencias de la Información en pleno auge de la movida madrileña. Puede que ese sea el nudo principal de la novela, pero no deja de ser un “espejo en el camino” que aborda desde el comienzo de la transición española hasta el momento en que se declara el confinamiento por culpa de una inimaginable pandemia. La novela es un recorrido de unos cuarenta años con la intención de transmitir los cambios en la sociedad, en la política y en la forma de concebir la vida.

¿Por qué decidiste iniciar la novela en el periodo del comienzo de la transición española?

La transición española fue un momento de profundos cambios y por tanto de enormes contrastes. Se pasaba de una rancia dictadura agonizante a una libertad desmesurada. Tras la muerte del dictador, en el ambiente flotaba una idea de querer prosperar social y políticamente, de sentir y vivir la libertad con todas sus consecuencias. Ese inicio de la novela está dibujado por dos protagonistas antagónicos. Uno es el Aceituno, que representa ese pasado en blanco y negro, de daguerrotipo retestinado y cubierto de óxido, de machismo y abuso de la fuerza. El otro es Tomás, un estudiante en el instituto de San Isidro que representa la idea de un liberal, culto y entregado al conocimiento, a la expansión, a la universalidad y la libertad de pensamiento crítico.

El libro está escrito en primera persona, y por tanto el protagonista se verá bamboleado entre esa concepción autárquica de la vida que representa el Aceituno y esa sensación imparable de libertad y progreso traída de la mano de la transición y de Tomás.

¿Qué personaje te resultó más interesante de escribir y por qué?

Quizá los dos personajes que me resultaron más interesantes fueron Valentín y el Chulo. Dos personajes que cobraron vida propia a medida que avanzaba la novela. La estructura y el camino preparado en el estudio inicial iba siendo derruido por propia iniciativa. Eran dos personajes que necesitaban tener voz propia.

Los dos personajes cobran fuerza en el nudo de la novela que, de manera paralela, acompañan al protagonista en el discurrir de los acontecimientos. Uno, Valentín, un tipo de sangre aristocrática y bastardo de nacimiento al ser despreciado; y el otro el Chulo, un tipo apodado así por su afán descreído y desganado ante la vida, que, de pronto, inesperadamente, se ve cubierto de todos los placeres mundanos gracias al capricho de una viuda rica y ansiosa por sus ardientes ganar de volver a gozar de la vida.

¿Cómo describirías la estructura narrativa de la novela?

En la novela aparece continuamente una frase que dice: “la literatura es una fulana mentirosa”. Quiero decir con ello que la imaginación es la que manda. No hay patrón ni ley más que la total libertad de inventar. Nada más comenzar se renegará de esas concepciones de la metaliteratura y se aboga por la descripción lineal en el tiempo de los acontecimientos, pero rápidamente se observa que eso es mentira. Se recurre a continuos flashbacks, en los que la memoria se mezcla con el momento presente narrado. Tanto la ficción como la realidad comulgan en el mismo plano, con la única intención de llevar a un estado de reflexión al lector sobre si lo que se cuenta será verdad o será mentira. La literatura es una fulana mentirosa.

¿Por qué decidiste incluir personajes reales en una obra de ficción?

Los personajes reales no son otra cosa que asideros temporales. Sirven para situar al lector en el momento espacio temporal por el que se mueven los personajes de ficción. Son las manecillas del reloj, los meses y los años que encuadran la redacción de la novela en el plano temporal, en el discurrir de los años y en esa dilatada pérdida de ilusiones iniciales.

¿Qué te gustaría que el lector se llevara de “Con tal de verte reír”?

Me encantaría que la novela hiciera brotar en el lector el sentido de rebeldía. La capacidad crítica individual frente al dirigismo político. No hablo de tomar conciencia por una ideología determinada, sino todo lo contrario. Frente a esa doctrina de masas, el individuo debe saber que está solo y que no se debe a nadie. A ninguno de aquellos que nos prometa bendiciones desde cualquier púlpito político.

Principalmente destacaría el mensaje subyacente: la denuncia de una corrupción acomodaticia en nuestra sociedad actual. Esa idea tan logradamente expresada por Tomasi di Lampedusa en la que nos viene a decir que las revoluciones no dejan de ser lo mismo de siempre, “mover algo para que en definitiva todo quede igual”. Esa idea del descontento social frente a los verdaderos poderosos y los que mueven los hilos de la economía se apoya en referencias continuas a los pensamientos de ese viejo anarquista que era Pío Baroja o en la forma irreverente de concebir el mundo de Rafael Chirbes donde esos oportunistas políticos no hacen más que agitar la letrina humana para mantenerse en el poder, buscando el beneficio propio en lugar del común. Como dijera Jean-Michel Basquiat, SAMOld shit… La misma mierda de siempre. (SAMO)

¿Por qué es importante la literatura para reflejar la realidad social y política de una época?

Un amigo mío, periodista, Valentín González, escribió en el prólogo que hizo para mi ensayo literario “De la literatura y las pequeñas cosas”, que: “quién sabe si la verdadera historia del mundo no está en los libros de historia, sino en la literatura. Hay más verdad en el relato infinito que acumula todas las crónicas que en el pormenor detallado de una investigación académica que pretende escribir un acontecimiento con una precisión científica”.

La historia de un país se encuentra en su literatura. La idea de una Inglaterra pobre y menesterosa que se percibe a través de los ojos de Dickens; la de una Irlanda subyugada por el catolicismo que se palpa continuamente en las vivencias de Frank McCourt; las miserias y la rebeldía en las sucias calles francesas de Balzac; la presión y el temor al fascismo en las suaves y delicadas palabras de Natalia Ginzburg; la pobreza de posguerra en los libros de Cela…

El escritor, el buen escritor, pretende sacar a la luz las entrañas de un país y de una sociedad, mientras que los políticos pretenden acallar dichas voces dando prioridad a historiadores que se copian unos a otros diría Baroja; a estadistas y propagandistas generadores de opinión, diría yo.

¿Cómo decidiste el título de la novela?

Creo que la novela tiene un trasfondo amargo. Siempre está implícita la sensación de que todo aquello que va bien, de pronto, se puede truncar por capricho del destino. Hay que vivir la vida según viene. Hay que mirar de frente y asumir los éxitos y los fracasos. Hay un momento en la novela, casi llegando al final, donde se revela el porqué del título.

“Me gusta sentirme alegre. Ver reír a la gente y disfrutar a la juventud. «Con tal de verte reír estoy dispuesto a lo que sea…», decía aquel gran escritor, Graham Greene, en uno de sus inolvidables libros: El tercer hombre.”

Esa escena está sacada de un momento en el que el protagonista sabe que no tiene nada que hacer para conseguir el favor de la mujer de quien se ha enamorado. Sabe del enorme significado que tiene una sonrisa en esa mujer, una sonrisa provocada por él… una sonrisa, que nunca se produce.

¿Cuál es el papel de la pandemia en la trama de la novela?

La pandemia se toca un poco por encima. Precisamente es la excusa para poner fin a la novela. Con tal de verte reír, termina justo en el momento en que se declara la situación de confinamiento ante el horror que se avecina. Es como si se pasara del plano de la realidad a una historia de ciencia ficción. Algo impensable. Quizá por eso, al llegar a un momento en el que pasamos de lo tangible a lo irreal por inimaginable, de vivir en libertad a volver a sentir la sensación de encierro y control por parte de las autoridades… quizá por eso, es el momento de poner punto final a la novela. Como si se cerrase el círculo que nace en esa agonía franquista hasta llegar al momento del confinamiento por culpa de una pandemia a todas luces inverosímil.

¿Cómo abordaste la temática del amor y el sexo en la novela?

El sexo y el amor son dos motores esenciales en la vida. Es lo que nos hace sentir vivos. La propia vida no es concebible sin el sexo y sin el amor. Me da igual que sea sexo con amor que sin amor. Es el elixir de la vida. Una poción mágica que está muy ligada a la juventud. La rebeldía, la inconsciencia, el sexo, la diversión, la ilusión aún inocente y no corrupta, el amor… son el mismo sinónimo de juventud y por tanto de esa época de los años 80 y 90, que es el motor del libro. La gasolina que permite que se ponga en funcionamiento. ¿De qué vale haber vivido, haber reído, sin sexo y sin amor?

¿Cuál es el mayor desafío al escribir esta novela?

Escribir no es para mí un desafío. Es una continua alegría. Soy de los que disfruta escribiendo e inventando. Soy de los que ha tomado la decisión de vivir la vida de otros, aunque sea a través de la imaginación. No sé quién dijo una vez “para mí ha sido siempre difícil vivir sin alegría, quizá porque tengo facilidad para hundirme en la tristeza”. Creo que fue Baroja.

¿Qué consejos le darías a alguien que quiere escribir una novela que refleje la realidad social y política de una época?

No hay truco ni método alguno, más que empaparse de lecturas de los grandes maestros. Escribir es sinónimo de rebeldía, de una anarquía sedentaria pero alerta. Hay que abrir la mirada y enfocar la pupila, aderezar la capacidad crítica y estar atento a la vuelta de tuerca. La historia como la política está sometida a vientos que corren. No hay que dejarse arrastras por esos vientos, sino permanecer con la mirada despierta. No hay método. El único método es no desfallecer como hiciera Prometeo, amigo de los mortales e insurrecto de los dioses.

Manjón Guinea "Con tal de verte reír"
Manjón Guinea “Con tal de verte reír”

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