Charlamos con Joaquín Carmona, autor de «Cisnes Mecatrónicos»
Para quién no te conozca, ¿quién es Joaquín Carmona?
Eso no lo sabe ni él mismo. En un mundo tan fluctuante y tan centrífugo como el actual, las identidades solo son construcciones teóricas para salir del paso de problemas determinados. Ahora en serio, por lo poco que yo sé de él, es un poeta y novelista nacido en Granada. También es profesor. Un tipo normal. Un poco serio a veces, pero majo.
¿Cómo nace tu vena escritora?
Fue un parto natural. Desde que tengo uso de conciencia me recuerdo leyendo y escribiendo. En el colegio, con 8 o 9 años, la profesora me felicitó efusivamente por una especie de space opera de dos o tres cuartillas de la que no recuerdo absolutamente nada, solo que salían monstruos de otros planetas y naves espaciales. En el mismo cole con 11 o 12 descubrí la Canción del pirata de Espronceda y el Romancero gitano de Lorca y ya fue un no parar. Alucinaba con el sonsonete de los versos octosílabos y me puse a practicarlos. Ya en la secundaria gané un concursito literario del instituto y desde entonces hasta ahora, de arriba para abajo y a vueltas con la literatura. En ocasiones es mi refugio, mi reducto de paz, y otras veces es una mosca zumbona detrás de la oreja que no me deja en paz.
Nos consta que has recibido varios premios, ¿qué nos puedes contar sobre esto?
Al no haberme introducido demasiado en los círculos poéticos, no he podido hacer contactos que me permitieran publicar, o simplemente dar a conocer mi obra. Los concursos literarios han sido la única forma a mi alcance de llevar mi poesía a sus potenciales lectores. He tenido la suerte de que mis libros les han parecido a varios jurados dignos de merecer algunos premios. Desde hace unos pocos años también comparto pequeñas píldoras poéticas en Instagram, en @denihilonihil.
¿Cuántos libros has publicado ya?
Cuatro. Plutón al Cenicero (Premio de Poesía Federico García Lorca-Universidad de Granada, 2012), Mooncake (Premio de Poesía Universidad de Sevilla, 2013) y Kaunas, ámbar y níquel (Premio Internacional de Poesía Juan Alcaide, 2017). Cisnes mecatrónicos, publicada hace un mes por Distrito 93, sello de Bunker Books, es mi primera novela. Mi primera novela publicada, quiero decir. Con anterioridad escribí otras dos, pero nunca vieron la luz, salieron tímidas. Cisnes mecatrónicos es una novela de ficción especulativa, una distopía y también un libro de viajes. En mi obra poética siempre he reflexionado sobre la ciencia y la tecnología y sobre el concepto mismo de “creación”. Estos elementos están presentes también en este libro, el cual, ambientado en un futuro no muy lejano, en un mundo convulso e hiperglobalizado, adopta una trama propia de la novela negra, con alguna inclinación a la literatura fantástica, pero supeditada a una introspección poética que planea tanto sobre los acontecimientos narrados como sobre los personajes.
¿Cuánto tiempo te ha llevado escribirlo?
No es fácil hacer un cómputo exacto. La primera idea me sobrevino en Beijing, entre 2007 y 2008, durante mi estancia en Peking University como profesor de español. La enseñanza de lenguas extranjeras, que ha sido mi profesión desde entonces, cobra un papel decisivo tanto en el origen como en el desarrollo de esta novela, cuya segunda parte transcurre en la capital china. Aquella primera idea no pasó de unas cuantas notas, y no fue hasta 2010, durante mi estancia en Corea del Sur, país escenario de la primera parte, cuando esas notas echaron raíces y comenzaron a crecerle ramas. De ahí en adelante fui escribiendo intermitentemente, entre Granada y Barcelona, con periodos de abandono de hasta dos años. Después de muchos cambios, revisiones, añadiduras y mutilaciones, di el libro por terminado en 2020. Ha sido una carrera de fondo.
¿Alguna anécdota que puedas contarnos?
Todos los lugares descritos en este libro, tanto en Seúl como en Beijing como en Granada, son lugares reales. Pasados por el tamiz de una imaginación prospectiva, con el fin de explorar y predecir un posible futuro, pero completamente reales. Lanzo algunos guiños pensados para eventuales lectores que conozcan esos escenarios. Puede que tales guiños no lleguen a nadie, pero ahí los he dejado. También señalar que el título de la novela, Cisnes mecatrónicos, referido a un pasaje de la misma, se me ocurrió al leer un artículo de la revista Science Daily, en el que se refería que un grupo de investigadores de la Universidad sueca de Mälardalen había diseñado un cisne robot capaz de interpretar con sus movimientos las emociones musicales de El lago de los cisnes deTchaikovsky, allá por el 2010.
¿Qué opinas de la sociedad actual para el trabajo de escritor?
Tal y como yo la concibo, la literatura existe únicamente dentro de una sociedad determinada, está indisolublemente ligada a ella. La literatura, y el arte en general, es la textualización, o la materialización de las diferentes prácticas discursivas de lo que Edmond Cros llamaba el “no consciente”. Y partiendo de esto, ahora igual que siempre, la relación del escritor con su sociedad creo que puede produce en dos esferas básicas, que pueden interrelacionarse entre sí en diversos grados: la del mero entretenimiento y la de la extensión intelectual.
¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?
Cada verso, cada línea, cada página leída, deprimente o apasionante, sublime o aberrante, conceptos por otra parte muy relativos, tiene su lugar reservado en los estantes del entendimiento y de la memoria, para bien o para mal, para todo y para nada. De algo parecido hablo en mi novela. En este aspecto estoy muy de acuerdo con la frase de Plinio el Joven atribuida a Cervantes: “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno”.
¿Dónde se puede conseguir tu libro?
En la web de la editorial Distrito 93, https://distrito93.com/catalogo/cisnes-mecatronicos/, y en cualquier plataforma y librería de confianza.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
Estoy preparando algunas presentaciones de Cisnes mecatrónicos, aunque sin fechas cerradas todavía, y de mi ordenador, de mis libretas y de los cajones de mi escritorio hay ya cincuenta páginas de otra novela y decenas de poemas que me piden ser liberados, pero a su pesar voy a retenerlos ahí hasta que se pongan maduros.
Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?
Si alguien ha llegado hasta el año 2021 sin haber leído La Odisea de Homero, el Apocalipsis o Libro de las revelaciones atribuido al apóstol San Juan, las Meditaciones de Marco Aurelio, la Divina Comedia de Dante, toda la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, Sueño en el pabellón rojo de Cao Xueqin, Frankenstein de Mary Shelley o Dr Jekyll and Mr Hyde de R.L. Stevenson, por citar solo algunos de mis cientos de libros de cabecera y sin llegar al siglo XX, no se arrepentirá de volver atrás en el tiempo y echarles un vistazo.
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