Entrevistamos a la autora Raquel Esteban, autora del cuento «El viaje de Anamú»
Para quien no te conozca, ¿quién es Raquel Esteban?
Pues os diría que Raquel Esteban es, por encima de todo lo demás, una soñadora e ilusionista. Y fruto de eso, escritora. Y lo remarco porque todo lo que escribo sale de imaginarlo y soñarlo primero en mi cabeza, hasta un punto en el que a mí misma me emocione. Tal vez por eso mis escritos logren emocionar a los que los leen.
Y además de eso, que para mí es en realidad mi yo más íntimo, soy Fisioterapeuta y Psicóloga, madre, emprendedora y un poco hiperactiva diría yo, por exceso y acúmulo de creatividad a veces.
¿Cómo nace tu vena escritora?
Yo creo que empezó a gestarse el día que fui consciente de que sabía y podía leer. Crecí en una familia humilde, pero apasionada por la lectura y por tanto rodeada de cuentos y libros. Aún guardo mis cuentos infantiles y recuerdo uno de mis primeros libros de lectura en el colegio llamado “El pájaro verde”.
Pero en sí, mi pasión por la escritura nació el día en que mi madre me regaló un cuaderno de tapas de cuero rojas, con hojas de borde dorado, que me pareció precioso y en el que empecé a escribir para mí misma todo lo que se me pasaba por la cabeza. Lo conservo como un tesoro. Tenía 7 años y desde ese día podría decirse que, de un modo u otro, nunca he dejado de escribir.
¿Cuántos libros has publicado ya?
Se han publicado un par de relatos míos en antologías. “Un adiós sin despedida”, dedicado a mi madre, a la que desgraciadamente perdí el año pasado por Covid, y un relato sobre el amor en la madurez llamado “Y de repente”.
También en la pandemia escribí, junto a mis hijas, un cuento llamado “El mundo detrás de la ventana”, que no ha sido publicado aún, pero sí compartí con centros escolares para su difusión entre los niños.
Tengo otros cuentos y relatos escritos, pero mi primera obra completa publicada es “El Viaje de Anamú”.
¿Qué es lo que más destacarías de “El viaje de Anamú”?
Con este cuento me pongo casi “en modo madre”. Quiero decir que, como con un hijo, destacaría todas sus cualidades con orgullo y tal vez exageración. Porque Anamú ha pasado a ser para mí como un hijo más.
Pero si tengo que destacar algo, sería el lado humano de sus personajes, que les hace sentir lo que sienten, tener sus miedos, sus recelos, sus envidias…, y por ello mismo sus rechazos. Pero esa parte humana y visible que tantas veces remarca de primeras eso que parece hacernos tan distintos, es a su vez lo que nos permite cambiar de opinión, reconocer nuestros errores, mirar más adentro y darnos cuenta de que tras las diferencias puede haber mucho más en común de lo imaginado.
¿Cuánto tiempo te ha llevado escribirlo?
Empecé a escribir este cuento a principios de año y, al igual que con otros de los que tengo escritos, no lo hice con la intención de publicarlo. Pero tras varias revisiones y versiones, y habiendo disfrutado muchísimo durante el proceso de su creación, me decidí a compartirlo. Eso fue a finales de julio, así que estuve trabajando sobre él durante seis meses más o menos.
¿Alguna anécdota que puedas contarnos?
De “El viaje de Anamú”, la anécdota es que me entusiasmé tanto con el cuento, que no encontraba dónde ni cuándo ponerle fin. ¡Me di cuenta de que más que un cuento, me iba a una novela! Y, aun así, el cuento termina dejando una puerta abierta a una continuación, porque la historia tiene mucho más que mostrar.
Y otra anécdota que recuerdo con especial cariño es sobre otra de mis obras, escrita durante un curso completo, con niños con los que trabajaba en grupo habilidades de Inteligencia Emocional en mi consulta. Desde una idea inicial y un personaje elegido por ellos fui construyendo la trama de una historia preciosa. Me considero afortunada por tener la suerte de trabajar al lado de los niños, pues gracias a ellos vuelvo una y otra vez a ver el mundo desde sus ojos.
¿Qué opinas de la sociedad actual para el trabajo del escritor?
Creo que lo importante es que la población lea y que disfrute con la lectura. Que sigamos incrementando el porcentaje de población de todas las edades que mantenga el hábito de la lectura, en cualquier formato y de cualquier género.
En el caso concreto de los niños y jóvenes, especialmente en la adolescencia, que es la etapa en la que ya no somos los adultos los que leemos a los niños, es difícil competir con la rápida y potente atracción que les despiertan otras fuentes de ocio y entretenimiento como las nuevas tecnologías. Por eso sigue siendo tan importante acercar los libros a los jóvenes, dárselos a conocer, potenciar su participación.
Comparto plenamente esa reflexión que dice que “un niño que lee será un adulto que piensa”.
Como psicóloga veo que la lectura ejercita el pensamiento en los niños, la paciencia, la atención, la imaginación… La lectura les permite viajar y conocer otros mundos y puntos de vista. De hecho, sería buenísimo leer los mismos libros que nuestros hijos para poder fomentar la comunicación con ellos intercambiando impresiones.
¿Qué consejo te gustaría darle como escritor a tu yo de hace unos años?
Que siguiera escribiendo. Y tal vez que no tuviera miedos o reparos a compartirlo.
Es verdad que he escrito mucho para mí, por el puro placer de hacerlo. Pero si volviera atrás me animaría a publicar antes. A veces no lo hacemos pensando que no va a gustar a los demás, pero he descubierto que las opiniones de las personas con las que comparto mis textos, sean opiniones favorables o críticas, me han ayudado sin ninguna duda a crecer como escritora.
¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?
En mi caso no hay un solo género en particular que me guste y me guíe, por lo que leo todo tipo de libros de autores muy diversos. Y de cada uno de ellos trato de obtener algún aprendizaje.
Me marcó ya desde mi infancia leer “La historia interminable” de Michael Ende, porque me mostró esa capacidad de trasladarte a un mundo imaginario como si fuera real. Tantos años después, sigo intentando cuando escribo que los mundos de mis cuentos, de mis relatos, sean igualmente capaces de trasladar al lector y hacerle sentir como si estuviera allí.
Me he formado con Olga Besolí, escritora de cuentos y relatos, así como guionista. Y ella me ha acompañado a la hora de encontrar mi propio estilo y voz.
Y por supuesto, innumerables autores e ilustradores de cuentos infantiles y juveniles que me parecen mágicos, para todas las edades, como Jordi Serra i Fabra, Marcus Pfister, Sendak Maurice, Eric Carle, Anna Llenas, etc.
¿Dónde se pueden conseguir tus libros?
“El viaje de Anamú” acaba de salir a la venta y está disponible por ahora en la web de Platero editorial (www.plateroeditorial.es), en Agapea, Amazon y estará progresivamente en otras librerías y webs.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
Estoy dando los últimos retoques a otros dos cuentos, que quiero que sean los siguientes en ver la luz.
Uno va dirigido a niños más pequeños y es un cuento ilustrado escrito en verso llamado “Pulposo el patoso” sobre un pulpo un tanto torpey acomplejado por ello, que descubrirá con un poco de ayuda como potenciar lo mejor de sí mismo y superar sus dificultades.
El otro es para niños algo más mayores y se llama “Las aventuras de mi abuelo” y trata de ser un reflejo de la especial relación entre nietos y abuelos, y también un homenaje a ellos por lo mucho que nos aportan y todo lo que les ha tocado sufrir durante esta pandemia, para ponerles en valor. Es un cuento que para mí muestra mucha ternura y a la vez mucho humor.
Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?
Como decía, disfruto con la lectura de libros de estilo y autores distintos.
Para niños pequeños tengo una amplia colección de cuentos que destacaría y con los que trabajo, por los valores que transmiten: La pequeña oruga glotona, El pez arcoíris, Vacío, Por cuatro esquinitas de nada, El cazo de Lorenzo… Hay cuentos infantiles maravillosos.
Para jóvenes, uno de los últimos libros que he leído y me ha encantado ha sido Invisible, de Eloy Moreno. Un libro de lectura sencilla pero que engancha y que creo que aporta un importante mensaje sobre lo realmente valioso de cada persona y que resalta la importancia de pedir ayuda si lo necesitamos para afrontar los retos que la vida plantee.
De hecho, es un libro que también recomendaría para padres y docentes.
Y a nivel particular mío, la lista sería demasiado larga, pues disfruto leyendo desde clásicos como Frankenstein de Mary Shelley o El señor de las moscas de William Golding , o también obras como La caverna de Saramago, o La sonrisa etrusca de Sampedro, hasta obras actuales como la trilogía del Baztán de Dolores Redondo, o La saga Dos amigas de Elena Ferrante.
Como digo, lo importante es disfrutar leyendo.
Un mundo sin libros, como sin música, sin duda sería mucho menos hermoso y mucho más aburrido.
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