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Resistencia y reacción | Por Lourdes Justo Adán

Resistencia y reacción | Por Lourdes Justo Adán

Immanuel Kant (antigua Prusia 1724-1804) en “Crítica de la Razón Pura” muestra una ilustrativa parábola que cuestiona la creencia de que el conocimiento se adquiere solo a través de la razón, sin intervención de la experiencia sensorial. En mi opinión, esta visión filosófica es susceptible de ser extrapolada a otros ámbitos, como por ejemplo el de la vida personal, proporcionando una perspectiva valiosa más allá de su contexto original. Analicemos esto…

En la introducción de su obra narra que una paloma estaba convencida de que volaría mucho mejor sin la incomodidad que suponía la resistencia del aire. Lo que ella desconoce es que, según la física, esa oposición es precisamente la que le posibilita volar, tal como expone la 3ª ley de Newton o Principio de acción y reacción: cualquier fuerza ejercida sobre un cuerpo producirá otra de igual magnitud, pero en dirección opuesta. Dicho de otro modo, las alas empujan el aire hacia abajo y en respuesta, este las empuja hacia arriba, lo que le permite el avance. Algo similar ocurre cuando nadamos, remamos, pedaleamos, etc. Por consiguiente, eso que tanto le desagrada es, en verdad, su gran apoyo (lógicamente, todo esto es una simplificación, ya que la aerodinámica es un tema más complejo).

Lo que a veces percibimos como inconveniente, en realidad, puede establecer las condiciones idóneas que impulsen nuestro progreso. De no existir, seguiríamos siempre estáticos en nuestra zona de confort, disfrutando plácidamente de la 1ª ley de Newton o ley de Inercia que, a grandísimos rasgos, nos explica que un objeto en reposo permanecerá así indefinidamente a menos que alguna fuerza actúe sobre él (igual para los cuerpos en movimiento, que continuarán su desplazamiento si no se le aplica ninguna otra fuerza).

En nuestro día a día sucede lo mismo. Si estamos quietos, a gusto y nada nos altera, no sentimos la necesidad de cambiar, y entonces, nos estancamos. Pero cuando se nos presentan contrariedades, estas actúan como aguijones que nos incitan a movernos, a modificar algo en nosotros. Sin ellos, podríamos permanecer inmóviles eternamente, al amparo de nuestro entorno seguro, sin interesarnos por diseñar nuevos objetivos que nos puedan motivar y fortalecer.

Aunque no se dé cuenta, la paloma necesita de la resistencia del aire y los individuos necesitamos desafíos para crecer. Por ende, tanto resistencia como desafíos pueden ser vistos como catalizadores para el desarrollo. No obstante, cada persona es única, así como su reacción adaptativa ante la adversidad. Mientras que hay quien puede encontrarla abrumadora, otros derrochan coraje e inspiración. Lo deseable sería manejar constructivamente todo aquello que nos acontece. En este sentido, es prioritario tomar conciencia de que estos reveses actúan abriéndonos los ojos, renovándonos, revitalizándonos, instándonos a valorarnos más e impulsándonos a explorar las potencialidades latentes que se hallan en nuestro interior. Somos capaces de mucho más de lo que creemos: podemos superar mayores dificultades y alcanzar límites que antes ni siquiera nos habíamos planteado.

Tras afrontar circunstancias difíciles, descubriremos que la clave para navegar con éxito radica en la capacidad de reinventarnos una y otra vez a la par que ejercitamos nuestra resiliencia. Constataremos el alcance de nuestra fortaleza y su poder transformador. En consecuencia, si sobrevivimos a personas o situaciones perturbadoras, en lugar de albergar resentimiento, es posible que nos invada la tentación de dar gracias por habernos hecho más fuertes… Sin embargo, la decisión más sensata probablemente sea mantener distancia y aprender de la experiencia.

No se trata de negar la dificultad o el daño padecido, sino de encontrar la manera de realizar una transformación positiva. Cada lance superado equivale a un intensivo entrenamiento de alto rendimiento para futuros retos. Los pasos que damos en este sendero de autodescubrimiento y mejora nos acercan a una versión optimizada de nosotros mismos. Por consiguiente, aunque el trayecto pueda parecer agotador, vale la pena transitarlo. Tengamos presente que aquello que nos constriñe (como la resistencia del aire a la paloma), es al mismo tiempo lo que nos faculta para avanzar eficientemente a lo largo de nuestro proceso vital de aprendizaje. 

Retomando el fundamento filosófico inicial, el máximo desarrollo de nuestras habilidades, pues, surgirá como resultado de la experiencia y la razón. Con la experiencia obtenemos información de nuestras interacciones. Con la razón, la interpretamos para elaborar juicios y tomar decisiones. A medida que acumulamos ambas cosas, nuestra aptitud para comprender, predecir y manejar complejidades se expande. De modo que, insisto, vivimos en un inexorable proceso de evolución. No solo somos intérpretes, sino también aprendices activos. Sigamos avanzando a lo largo de esta travesía que solo llegará a la meta con nuestro último aliento.  

……..

Lourdes Justo Adán

Maestra especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica.

Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.

Orientadora Escolar.

Docente.

Escritora.

Columnista.

Coach de víctimas de maltrato psicológico.

https://lourdesjustoadan.blogspot.com/


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