«Cuando la tierra tiembra» | Por Francisco José Chaparro
La pasada semana, en la madrugada del martes 6 de febrero, nos despertábamos con la sobrecogedora noticia del magno terremoto que había afectado tanto al sur y centro de Turquía, como al norte y oeste de Siria, con una magnitud de 7,8 grados y más de mil réplicas posteriores, una de ellas con un grado de 7,7.
Desde entonces los medios de comunicación de todo el mundo, han volcado sus esfuerzos informativos en las zonas afectadas y ya hemos sabido que en Turquía, se habla de estar ante el segundo mayor terremoto de la historia del país desde el de Anatolia del norte, allá por 1.668. Se trata del seísmo más grave sufrido por la humanidad desde el de Haití de 2.010.
En Turquía, según distintas fuentes se ronda a día de hoy la cifra de 25.000 muertos, 80.000 heridos, 93.000 evacuados y daños materiales aún incalculables. Lógicamente esta cifra irá en aumento a medida que pasan los días.
La comunidad internacional se ha volcado con esta catástrofe y sólo en Turquía se estima que más de 8.000 especialistas extranjeros están en estos momentos prestando su apoyo.
Hablo de Turquía, y ello es importante, porque a pesar de sus peculiaridades como país encrucijada de caminos, con intereses geopolíticos de compleja definición, no deja de ser un país plenamente asentado y reconocido en la esfera internacional, que ha reaccionado con rapidez y prestancia desplegando sus propios medios para luchar contra el desastre provocado por la naturaleza, pero sobre todo ha permitido de inmediato la llegada de ayuda internacional en forma de medios materiales, personales y entrada de divisas por diversas vías, para todo ello, ponerlo al servicio de la lucha para paliar los desastres de esta catástrofe.
Pero, ¿Qué ocurre con Siria?, a poco que escuchemos o leamos cualquier medio informativo, detectaremos que la situación allí es compleja y diferente por su propia situación caótica interna y por tanto las ayudas no han podido llegar de la misma manera.
Los datos, los que se conocen, nos hablan de unos 3.550 muertos, casi 5.500 heridos y millares de desplazados en un país que ya antes del terremoto estaba a la vanguardia de desplazados mundiales, para mayor inri, el seísmo se ha cebado con la parte del país más afectada por el conflicto bélico que lo asola desde hace más de una década, por lo que la llegada de los medios de rescate y ayuda, se retrasan e impiden que esa barrera de 72 horas que los especialistas trazan como límite para encontrar supervivientes, se haya superado con creces, sin hacer todo lo que se podría haber hecho de haberse encontrado la zona políticamente estable.
Considero necesario que el lector se ponga en antecedentes de la situación y para ello debemos remontarnos al 15 de marzo de 2.011, cuando Siria, un país gobernado por un oligarca llamado Bashar al-Assad, que a su vez heredó el poder de su padre que lo ejerció durante treinta años, se vio afectado por los coletazos de lo que se dio en conocer como la “primavera árabe”, un movimiento social que en países como Egipto y Túnez promovía reformas sociales y políticas de todo tipo en reivindicación de derechos que detentaban las clases dirigentes. La respuesta de al-Assad fue la represión inicial, luego tras una aparente fase de concesiones, volvió a ejercer la represión, llegando a hacer uso, según se dice, de armas químicas contra su propio pueblo.
Ello le granjeó la condena internacional casi unánime y la aparición de grupos rebeldes de diversa índole que se alzaron en armas contra el régimen, que se tambaleó y perdió parte del territorio del norte del país, a manos de facciones kurdas, opositores diversos y la célula terrorista ISIS, que desde Irak, también se involucró en el conflicto, atrayendo de esta manera a las grandes potencias internacionales, Rusia en apoyo del régimen de al-Assad y Estados Unidos con sus aliados, en su cruzada contra ISIS, dando apoyo a los grupos de oposición al régimen en el gobierno.
Tras doce años de conflicto en el interior del país, la zona norte del mismo, la afectada por el terremoto, se encuentra bajo control rebelde, si bien polarizada y desestructurada, frente al resto del mismo bajo el control del régimen.
Ante este panorama, el acceso a esta zona del país se hace ineficaz y por veces imposible, sin el apoyo logístico de las Naciones Unidas, que garantice corredores humanitarios para hacer llegar los medios y las ayudas a los damnificados del terremoto. Un escenario donde cada hora que pasa deja muertos en el camino, ante la imposibilidad del rescate, y que hace que la tragedia se vea agravada por la mano del hombre en su histórica capacidad para hacerse daño a sí mismo.
Es tiempo de solidaridad y de arrimar el hombro, los países y organizaciones políticas de corte supra nacional tienen en sus manos desplegar todos los medios a su alcance para socorrer a los seres humanos que se han visto golpeados por la tragedia, las organizaciones no gubernamentales (ONGs), desplegarán sus contados recursos también al servicio de los damnificados y los particulares, como usted o como yo, aportaremos nuestro granito de arena, en forma de donación, para dentro de nuestras limitadas posibilidades, socorrer a esta personas, del drama que supone vivir que la tierra tiemble bajo tus pies.
Sevilla, a 13 de febrero de 2023.
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Buena aproximación. Siria, aún más que Turquía, lleva más de diez años azotada por la sequía, el hambre, le tiranía del régimen asadista, la guerra y finalmente los terremotos. ¿Qué más deberán soportar los sirios para que se lea preste atención, sin ceder a las pretensiones de las grandes potencias?