La escritora Mar Palao nos cuenta todo lo que debes saber sobre su obra, «El planeta que viene».
En tu libro “El planeta que viene” abordas temas como el autoconocimiento, la identidad y la contribución personal al mundo. ¿Podrías contarnos qué te inspiró a escribir sobre estos temas y cómo se relacionan con el título del libro?
Verás, toda mi vida profesional ha estado vinculada a las personas, en mi consulta, durante más de treinta años, he escuchado infinidad de conflictos, experiencias y dramas personales, he visto cómo muchas personas se quedan encalladas en su historia particular durante años, sin ser conscientes de que, cada conflicto que aparece en nuestra vida conlleva una oportunidad de superación y autorrealización, ésta ha sido mi principal fuente de inspiración. Te asombraría observar el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, prácticamente no reconocemos nuestra esencia y capacidades innatas, el drama es que hemos confundido el personaje que interpretamos en la familia, en la sociedad, o incluso la imagen que tenemos de nosotros mismos, con el Ser que viene a este plano a vivir una experiencia de autorrealización. Desde mi punto de vista, estamos asistiendo a un cambio de ciclo a nivel global, creo que estamos en el pórtico de un nuevo amanecer para la humanidad. Mi contribución con “El Planeta que Viene”, no es más que un granito de arena que puede ayudar a ampliar las fronteras mentales que nos limitan. Creo que todos tenemos dones que ofrecer al mundo, empezando por nuestro entorno, y por extensión a la humanidad en su conjunto, pero antes, es imprescindible que nos conozcamos a nosotros mismos tomando conciencia del poder que albergamos.
El propósito de tu libro es hacer valer el derecho de ser uno mismo y ofrecer al mundo nuestros dones desde la libertad y la gratitud. ¿Podrías hablarnos más sobre cómo lograr esto y cuál es la importancia de conectarnos con nuestra identidad y potencial?
Yo lo veo de la siguiente manera, por ponerte un ejemplo práctico… para transmitir felicidad a los demás, has de ser una persona feliz, (y por supuesto esto no significa que hayas de estar siempre riendo o eufórico, me refiero a un estado de aceptación y realización que implica gratitud por la vida), esta cualidad es una elección que ha de estar integrada de forma natural para poder actuar en coherencia, pues bien, esto se puede aplicar a cualquier valor que ofrecemos al mundo. Cuando estamos conectados con nuestra verdadera naturaleza, nos permitimos ser nosotros mismos, damos un espacio al Ser genuino que encarnamos, con sus luces y sus sombras, es obvio que para conseguir esto tenemos que transitar por un camino de autoconocimiento, escuchar más nuestra voz interior y apagar el ruido externo que invade la mente. Desde ahí conectamos con nosotros mismos y respetamos nuestra maravillosa y genuina identidad, y desde ese punto, podemos ofrecer nuestros dones, con el deseo libre y sincero de compartir aquello que para nosotros tiene un valor, no lo debemos hacer desde la premisa de “tengo que” o “debo de”, sino desde la libertad y el deseo de aportar luz desde el corazón, con la certeza de que aquello que doy me lo doy a mí mismo, te puedo asegurar que en esta acción se genera un intercambio sumamente gratificante.
Mencionas que el mundo ideal se encuentra dentro de nosotros y que debe ser conquistado con nuestro permiso. ¿Cómo podemos acceder a ese mundo interior y qué impacto tiene en nuestra percepción y experiencia del mundo exterior?
Creo que uno de los conflictos más delirantes que tenemos que sostener como individuos, y el que más nos aleja de nuestro mundo interior, es el bombardeo de información al que estamos sometidos, por supuesto no pretendo decir que tengamos que estar más o menos informados, el problema no es ese, el grave problema bajo mi punto de vista es que, las redes sociales, las ideologías políticas, las creencias religiosas, las costumbres sociales, los mandatos familiares…y un largo etc. Invaden nuestro espacio mental hasta el punto de quedar prácticamente secuestrado sin que seamos conscientes de ello.
Cada uno de nosotros, como individuo, somos capaces de saber cómo queremos vivir y qué consideramos idóneo según nuestra naturaleza, pero para conseguir esta conexión interna, tenemos que dar espacio al silencio, mediante la meditación o la técnica que cada uno considere más afín con su naturaleza; conozco gente que meditar les pone muy nerviosos, sin embargo, pasear por la naturaleza, hacer deporte o contemplar el mar, les conecta profundamente con su estado interno, lo importante es permitir que aflore esa parte de nosotros que nos conecta con el Alma, con el YO Superior, puedes llamarlo como quieras, pero te puedo asegurar que en cada uno de nosotros existe una sabiduría innata, una sutil voz que emana desde el interior y desea ser escuchada.
Uno de los mensajes clave en tu libro es que solo aceptando lo que vemos en el mundo podemos aceptarnos a nosotros mismos. ¿Podrías profundizar en este concepto y cómo podemos cultivar la aceptación tanto a nivel personal como en nuestra relación con la humanidad?
El proceso de aceptación siempre ha de empezar por nosotros mismos, el modo en el que interpretamos nuestro entorno no es más que la proyección del juicio que tenemos integrado entre lo que está bien o está mal. Cuando somos críticos y exigentes en nuestra propia vida, cuando estamos sujetos a dogmas o somos personas intransigentes con todo lo que es diferente a nosotros, difícilmente podemos observar el mundo con tolerancia y aceptación.
Creo que es muy importante que seamos amables y flexibles con nosotros mismos en nuestro proceso de aprendizaje, al fin y al cabo, llegamos a este mundo tan complejo y diverso sin un manual de instrucciones que nos indique el modo ideal de hacer las cosas. La aceptación de nosotros mismos y de nuestra propia vida, supone asumir todo lo que consideramos equivocaciones como parte natural de nuestra experiencia, aceptar que aquella pareja horrible que tuvimos nos aportó un aprendizaje, que los traumas de la infancia nos hicieron más fuertes, o que una ruina económica lleva implícita una riqueza en algún nivel, supone ser tolerante con nuestro propio proceso de aprendizaje, y de este modo, inevitablemente aceptaremos nuestro entorno, y por extensión aceptas la humanidad, te vuelves consciente de que cada persona, cada sociedad, cada país, está imbuido en su proceso evolutivo y la tolerancia evita los juicios y condenas que nos separan y enfrentan.
Hablas de la importancia del amor propio y cómo esto nos permite amar a la humanidad. ¿Qué prácticas o consejos podrías compartir con los lectores para fomentar el amor propio y la compasión hacia nosotros mismos y los demás?
Desde mi punto de vista, la mayor falla que tiene el Ser Humano es la carencia de amor hacia sí mismo, y creo que estaremos de acuerdo en que, “lo que no se posee no se puede dar”. Cultivar el amor propio empieza por ponerte tú en primer lugar, respetar tus procesos vitales, conocerte y ser consciente de que, en nosotros hay luz y también hay sombras, y ambas forman parte de la totalidad del Ser, debemos hablarnos con amor y respeto, evitando esos juicios que nos invalida a nuestros propios ojos, _sabes a qué me refiero, ¿no?_ “soy lo peor”, “no valgo para esto”, “yo no tengo suerte” “yo no merezco”… y una larga lista que cada uno de nosotros necesita desechar para aceptarse y amarse; también prestaremos atención a los tres cuerpos que nos conforman, el cuerpo emocional, mental y físico, ya sabes, inteligencia y madurez emocional; control sobre lo que permitimos que entre en la mente y sobre nuestra propia creación mental, a menudo generamos pensamientos tan tóxicos que somos capaces de enfermarnos a nosotros mismos somatizando determinados estados mentales; y mantener el cuerpo físico activo y alimentado en función de nuestras necesidades biológicas, ya que esto, nos proporcionaría la mejor farmacopea que existe en la naturaleza. Cuando conseguimos un equilibrio relativamente aceptable en nosotros mismos, estamos más receptivos para conectar con el amor Universal o “amor incondicional”, que según mi interpretación, no consiste en abrazar y besar a todo el mundo, no todas las personas te tienen que caer genial, pero como seres conscientes y equilibrados, respetaremos a cada individuo en su proceso, con el amor que nos tratemos trataremos a los demás, la compasión nos impulsa a ver este mundo CON PASIÓN y reconoceremos que la vida se renueva en cada inspiración con nuevas oportunidades.
El título de tu libro, “El planeta que viene”, sugiere un futuro en constante cambio y una nueva humanidad consciente. ¿Podrías explicarnos qué significa para ti este concepto y qué visión tienes sobre el futuro del planeta y la humanidad?
En este maravilloso planeta lo único constante es la inconstancia, el cambio es permanente, todo nace muere y vuelve a nacer, si miras las estaciones, la vegetación, las células de nuestro cuerpo, todo es muerte y renacimiento en un ciclo sin fin, ahora bien, la mayoría de los ciclos que acontecen en el planeta son muy largos, y las personas vivimos muy poco tiempo, por eso no alcanzamos a comprender que han existido cambios de era, cambios climáticos, al menos cinco extinciones de las que tengamos constancia, glaciaciones, deshielos… todo esto es la verdadera historia de nuestro amado planeta, un ser vivo y consciente que decide, evoluciona y actúa. Desde esa inteligencia universal desconocida pero presente, que hace salir el sol cada día, que rige los cambios de la luna y suspende las estrellas en el firmamento, todo funciona en una caótica y perfecta armonía. Mientras tanto los seres humanos actuando desde nuestra infinita prepotencia y ceguera, ponemos impuestos al plástico para evitar no sé qué, quemamos bosques, jugamos con el clima, y no podría enumerar cuantos disparates más somos capaces de hacer, en definitiva, pensamos que vamos a ganar la partida a nuestra madre tierra, pero ella ya ha decidido cuál será su próxima estación en su proceso de cambio, con nuestro permiso o sin él.
Un ser consciente es un ser que abre su mente al conocimiento, a la comprensión de que la humanidad está invitada al planeta para experimentar la vida en este plano por un ratito, la humanidad es un solo cuerpo formado por millones de células y cada individuo es una célula de este gran cuerpo. El ser consciente, es el ser despierto que reconoce el poder que alberga, sabe que ha sido creado por la inteligencia creadora y respeta la creación.
¿Cuál crees que es el papel de cada individuo en la creación de un mundo mejor y más consciente? ¿Cómo podemos contribuir de manera significativa desde nuestra propia vida y acciones?
Primeramente, reconocernos como seres creadores. No quiero destripar el mensaje del libro, pero sí que te voy a dar un dato importante: si piensas que eres un ser desvalido, a merced de los cambios que te quiera imponer la corriente del sistema o de tu pequeño mundo, estás en lo cierto; si por el contrario, piensas que eres un ser creador, soberano de tu vida y tus decisiones, también estas en lo cierto, tu capacidad de discernir y elegir con qué te identificas, marcará la diferencia entre despertar tu consciencia, o continuar dormido sin explorar tus capacidades.
¿Qué desafíos personales o experiencias personales te llevaron a explorar estos temas y compartir tu sabiduría a través de tu libro?
En mi vida personal he experimentado el desafío de ser yo misma desde los primeros años de vida, aún sin ser consciente de ello. Siempre me he sentido la oveja negra de la familia, y yo misma llegué a creerlo, yo no los comprendía a ellos ni ellos a mí, pero siempre existe una necesidad profunda de ser reconocida y valorada por el clan, y esa necesidad por sentirme integrada, me llevó a desarrollar mecanismos de interdependencia muy tóxicos para mi propio desarrollo e individuación, necesité muchos años para desaprender lo aprendido. Elegí un camino de entrega a los demás, he estudiado durante toda mi vida distintas disciplinas terapéuticas holísticas, emocionales y transpersonales, sin ser consciente durante mucho tiempo de que, lo que realmente buscaba, era mi propia sanación, entré en ese círculo sagrado que se genera cuando aprendes enseñando y te sanas sanando. Somos eternos aprendices en la experiencia de vivir.
¿Qué pasos o ejercicios prácticos recomendarías a los lectores que deseen comenzar su propio viaje de autoconocimiento y crecimiento personal?
Estar presentes, ya que es aquí y ahora el momento real; escucha interna, porque son nuestras emociones esa brújula infalible que nos indica si estamos o no en el camino de expansión, y amor a nosotros mismos, somos criaturas experimentando la existencia y nada es un error en nuestro proceso de vida. A partir de esta premisa, cada cual ha de buscar el método con el que se sienta más cómodo para encontrarse a sí mismo, hay tantos caminos como personas.
¿Podrías compartir alguna anécdota o historia inspiradora relacionada con los conceptos que presentas en tu libro? Algo que haya impactado tu vida o la de alguien más.
Puedo hablar de mí misma y desde mis propias vivencias, he conseguido integrar las experiencias más sórdidas de mi vida y reinterpretarlas como parte de un aprendizaje necesario para mi propio desarrollo. Cuando empecé a comprender que todo lo que viví como un drama, me ha forjado y moldeado para ser lo que soy y hacer lo que hago, abandoné el victimismo y asumí la responsabilidad que tengo sobre mi propia vida. Desde la infancia me percibía como una persona triste, a menudo me invadía la añoranza de una vida mejor, a pesar de no conocer otra forma de vida, pero con apenas 30 años tenía tres hijas preciosas, su educación, su formación y visión del mundo dependían de mí en aquel momento, y yo deseaba empoderarlas, quería ofrecerles una visión de la vida más amable que la que yo había tenido, y pronto comprendí que el mundo que anhelaba, tenía que construirlo yo misma, poco a poco me fui desprendiendo de aquello que no resonaba con mi naturaleza, poco a poco y hasta el día de hoy, voy deconstruyendo lo que no me representa y conectándome a lo que me identifica, siendo en todo momento consciente de que, llegar a mi verdadera esencia es labor de una vida, y requiere esfuerzo y superación.
¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentaste al escribir “El planeta que viene” y cómo lo superaste?
Mi mayor desafío, no sólo durante el tiempo que tardé en escribir el libro, sino a día de hoy, es aplicar en cada momento la filosofía que reflejan mis propios escritos, y creo que de alguna manera esto nos ocurre a todos, tenemos teoría suficiente para afrontar la vida con cierta sabiduría y coherencia, pero actuamos de forma inconsciente, nos perdemos en el camino una y otra vez repitiendo patrones de conducta que no nos ayudan a evolucionar como individuos, y mucho menos como humanidad. Despertar a una consciencia integradora y evolutiva es un desafío constante que hemos de abordar con paciencia y perseverancia a partes iguales, y siempre desde el amor.
¿Tienes planes para futuros libros o proyectos relacionados con crecimiento personal y la espiritualidad? ¿Podrías adelantarnos algo sobre ellos?
Sí, estoy trabajando en un nuevo proyecto, puede ser un poco disruptivo en estos momentos de polarización entre ambos sexos, pero no te voy a adelantar nada más, espero que mis musas o mis guías me orienten, ellos siempre están lúcidos y dispuestos cuando me entrego a la escritura, pero no quero desvelar más por el momento, esperemos que la obra se realice, como decía un famoso compositor, creo que era Beethoven: “Yo no hago música, copio los acordes que se descargan en mi mente cuando estoy inspirado”
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2) El Recipiente del Universo
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