Descubre la «Antología Poética» de Jom Friser. Poemas inéditos que se publican por primera vez, habiendo permanecido más de 50 años dentro de un armario.
¿Cómo describirías el impacto que tu formación como físico teórico ha tenido en tu desarrollo como poeta y escritor?
El primer día que la profesora de Literatura de bachillerato (entonces tenía catorce años) nos hizo leer algunos poemas de «Coplas a la muerte de su padre» de Jorge Manrique, quedé impresionado. Enseguida supe que la poesía formaría parte de mi vida. Del mismo modo, cuando la profesora de Química, al año siguiente, nos explicó que existían compuestos químicos que teniendo la misma fórmula —llamada empírica—, podían tener diferentes estructuras y, en consecuencia podían ser entidades diferentes —propiedad que llamó: isomería—, también quedé doblemente impresionado. Habían nacido en mí, ya desde muy joven, el interés por lo poético, y al mismo tiempo la ilusión por investigar propiedades relacionadas con el mundo de la Química y la Física. Por otra parte, en aquella etapa de final del instituto, un grupo de estudiantes, entonces, nos reuníamos en un bar, hasta altas horas de la madrugada, para discutir sobre la llamada «Vía de San Anselmo» para demostrar la posible existencia de Dios, que nos había explicado el profesor de Filosofía. Aquellos razonamientos lógicos me cautivaron desde el primer momento. Durante el primer año en la universidad (1967), fue cuando me hice esta pregunta: Si la Metafísica —que literalmente significa, más allá de la física—, como una rama de la Filosofía, consigue explicar conceptos y el origen de las causas primeras —me pregunté—: ¿No será mejor buscar el «origen del todo» en la misma Física-Matemática (Física Teórica) antes que en la Metafísica? Y, así es como, lentamente, mis pensamientos más trascendentes fueron evolucionando junto con la poesía. Curiosamente, después —en tercer curso de físicas— me enteré de que el matemático Kurt Gödel (1906-1978) había perfeccionado la prueba de San Anselmo de Canterbury, con la potente y elegante lógica modal (prueba ontológica de Gödel), consiguiendo demostrar formalmente la existencia de Dios por razonamientos matemáticos. Y fue entonces, cuando me decanté por la especialidad de física teórica, —que intenta explicar el «origen del todo»—, pero con la premisa que: «es la Poesía, la que siempre, da luz y resplandor al mundo».
Has mencionado que la poesía ha sido una pasión presente desde una temprana edad. ¿Qué te atrajo inicialmente hacia la poesía y cómo ha evolucionado esa pasión a lo largo de los años?
Los primeros poemas que empecé a escribir, seguían una métrica simétrica, contando con los dedos, el número de sílabas de cada verso. Esta simetría me fascinó desde un principio. En aquellos primeros años de adolescencia, empecé a experimentar con estrofas de cuatro versos octosílabos (redondillas) que titulé: «Del Espejo al Reflejo». Eran poemas más filosóficos, de estructura anafórica, encabezados con la palabra «Somos» que se repite en cada estrofa. El conjunto de redondillas estaba formado por 100 versos, que se incluyen íntegros en esta Antología. Por ejemplo, la primera estrofa tiene esta secuencia:
«/Somos seres que existimos, /somos la luz del espejo. /Somos seres con reflejo, /somos la idea y partimos.» También, entonces, escribí poemas de amor que tenían por título: Redondillas de «Rosas y Olores» que también se incluyen íntegros en la Antología ahora editada.
Más tarde, a los dieciséis años, me di cuentas que algunos autores utilizaban métricas asimétricas, para expresar sentimientos análogos que los poemas escritos con rima. Y es aquí, donde apareció el concepto de «isomerías poéticas». Podía escribir poemas que, teniendo la misma fuente de inspiración emotiva, podían entenderse de diferente forma, según la articulación rítmica del momento.
A los diecisiete años, —al empezar los estudios universitarios— pude leer unos versos en inglés de Allen Ginsberg, de un libro que me había proporcionado mi hermano, que me dejaron también doblemente impresionado. Después me enteré de que —para este autor—, la poesía no era más que «la articulación rítmica de la emoción». Y fue a partir de entonces que empecé a escribir poemas asimétricos, como si fueran estructuras que podían someterse a isomerías de reflejo.
La Antología Poética que presentas ahora ha sido rescatada después de más de cincuenta años. ¿Qué te llevó a tomar la decisión de publicar estos poemas ahora, y cómo ha sido la experiencia de revivir aquellos escritos después de tanto tiempo?
Una gran parte de los poemas que se incluyen en esta recopilación, fueron escritos en aquella etapa de autostop (de 1967 a 1972). Algunos los recopilé y mecanografié, entonces, en tres libros (en cuartillas de medio folio) que llevaban por nombre Isomerías Poéticas, y los dejé dentro de una caja de cartón, junto con otros manuscritos originales que fueron escritos en recortes de papel, servilletas de bar y envoltorios de bocadillos y de propaganda de diferentes países (Francia, Países Bajos, Alemania, Dinamarca, Suecia …); y ahí han permanecido —en la casa donde nací, en Borrassà (Girona), dentro de varias cajas de zapatos—, más de cincuenta años.
—¿Por qué han permanecido allí, durante tanto tiempo? Para que el lector lo pueda comprender nos tenemos que situar en junio de 1972. Al terminar la licenciatura en aquel mes, amplié estudios haciendo investigación sobre estrellas y galaxias en diferentes cursos de astrofísica y de ciencias exactas. Después me nombraron profesor interino en el Departamento de Física Teórica en Valencias y aún tenía que ir a la mili.
Curiosamente, en unas mini vacaciones, mientras buscaba estrellas y galaxias perdidas en el más allá, encontré una en el Ampurdán de nombre Etiam —léase al revés— que daba sentido a aquellas poesías olvidadas «Del espejo al reflejo» para iluminar todo el universo, también. Tengo que indicar que Etiam es una palabra latina que significa también. Por ejemplo, «Non solum… sed etiam (poetica es)», que viene a decir: no solo… sino también (tú eres poesía). A partir de entonces con Etiam compartimos la vida, y seguimos compartiéndola. Desde aquel momento, las poesías quedaron arrinconadas en las cajas de la habitación de la alcoba, en la casa donde nací en Borrassà. Ya no hacía falta escribir más poemas. Ella —Etiam— era poesía, y sigue siéndolo.
Posteriormente, me dediqué en cuerpo y alma a la docencia en diferentes ámbitos (universidad, enseñanza secundaria y seminarios especializados) durante 40 años, hasta la jubilación.
Fue a partir de la pasada pandemia de la COVID-19 y, después de haber hecho una versión reducida en catalán de algunos poemas, —que fueron presentados en la Biblioteca de Figueres, versionados y musicados por algunos cantautores—; que he decidido publicar todo el poemario original, tal como fue escrito en castellano en esta Antología Poética, a sugerencia de la directora de la misma biblioteca, que me dijo que los poemas debían darse a conocer editorialmente.
No conocemos el futuro, pero con los años, cuando entonces estemos en otra dimensión cósmica, —muy probablemente, como ha ocurrido en otros casos—, los citados manuscritos, acaben en un contenedor de escombros o de basura, para ser incinerados en un vertedero. Por esto, los he incluido en esta edición, con el deseo que el conjunto de esta «Antología Poética» no acabe en alguno de aquellos contenedores y pueda ser leída, interiorizada o saboreada —en alguna biblioteca—, por un posible lector anónimo. Si Dios quiere, ahí estarán.
Lógicamente, la experiencia de revisar todos los manuscritos originales, ha sido un largo trabajo, pero al mismo tiempo muy gratificante y enriquecedor.
Los poemas incluidos en la Antología fueron escritos durante tus viajes por Europa en autostop. ¿Cómo influyeron esas experiencias y el contexto histórico de la época en la creación de estos poemas?
Efectivamente, la mayoría fueron escritos en una etapa (1967-1970) que podríamos llamar de contracultura. Para que el lector lo pueda comprender, los poemas hay que encuadrarlos en el tiempo y en el espacio. Resumiendo, en el contexto histórico, las poesías escritas haciendo autostop, en formato de símil, habría que situarlas en el centro de un triángulo equilátero, bajo la influencia equivalente de sus tres vértices. El primer vértice giraría en la órbita de Mayo del 68 de París; el segundo, se movería alrededor de la contracultura derivada de los poetas de la Beat Generation americana que acababa de desembarcar en Europa de la mano de Jack Kerouac, Allen Ginsberg y otros; y el tercero —como si fuera un polo magnético móvil— estaría impregnado del pensamiento teórico del filósofo Herbert Marcuse, que tanto influyó en los movimientos universitarios de protesta en la universidad californiana de Berkeley y que se extendieron por todos Estados Unidos.
De estos tres vértices, se nutren la mayoría de las poesías que escribí en aquellos años.
Algunas tienen trasfondo pacifista, otras un cierto componente filosófico existencialista, y otras de añoranza a la tierra, en una España inmóvil y anquilosada en el tiempo, etc… La mayoría de los versos fueron escritos buscando una renovación poética, con versos libres, utilizando pausas respiratorias, representados por los tres puntos (…) y con un simbolismo basado en la idea de que un poema no es más que la articulación rítmica de unas emociones.
En tu obra, haces referencia a influencias como la contracultura de la Beat Generation y los movimientos universitarios de protesta. ¿Cómo se reflejan esas influencias en tu poesía y literatura?
Ciertamente, es una etapa de movimientos sociales, de protestas universitarias y de una falta de libertad que entonces, aquí en España, se notaba en el ambiente. La salida hacia fuera, hacia el norte, para mí, fue una especie de liberación. Y fue allí donde descubrí a algunos poetas de la Beat Generation como Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Lawrence Ferlinghetti, que utilizaban unos versos completamente nuevos para mí. Según algunos críticos literarios de entonces, aquellos poetas tenían unas características que entonces compartí enseguida: a) el ser humano se había de despojar de todo lo innecesario, para quedar libre para ver lo que pasaba. b) Eran existencialistas, más en el sentido de Kierkegarrd que en el de Jean-Paul Sartre. c) presentaban un carácter beat, en el sentido de golpear, batir palmas, con acompañamientos musicales, dentro de un trasfondo espiritual. d) introducían una nueva medida en los versos, insertando partes de prosodia para ser recitados con ritmo y sobre todo con alma y espíritu.
De aquella generación surgieron a mediados de los 60 los llamados beats, beatniks y hippies. Pero conviene hacer una distinción entre ellos para que el lector lo comprenda. Los «beatniks» fueron los precursores de los movimientos contraculturales de los años 60 y seguidores —no estrictamente poéticos— de la corriente de la «Beat Generation», sobre todo, a partir de la novela «On the Road» de Jack Kerouac. Fueron los iniciadores del movimiento «hippy» y de la revolución sexual. En pocas palabras podríamos decir que los «beats» estaban asociados a cultura y poesía, mientras que los «beatniks» se relacionaban más con factores externos como la vestimenta, moda e imagen. Para mí, desde el primer momento, me interesó más la corriente «beat» contracultural y poética. Algunos poemas del libro fueron escritos en 1968, debajo de las dos primeras arcadas del Pont Neuf de París, donde pernoctaban (dormían en sacos de dormir) la mayoría de los hippies y beatniks de la ciudad. Allí pude conocer a unos cuantos. Por esto, he remarcado esta distinción. Por ejemplo, el poema número 100 de la Antología Poética «En el puente», resume, en cierto modo, el trasfondo poético antes descrito.
En la segunda etapa de tu carrera como poeta y escritor, tras la muerte de tu padre, mencionas haber experimentado una nueva dimensión poética. ¿Cómo describirías esta evolución y cómo influyeron los valores transmitidos por tus padres en tu escritura?
De hecho, tras la muerte (a los 95 años) de mi padre, que era médico, al que cuidé diariamente durante en los últimos años de su vida, pude experimentar y comprobar, que se abrían unas nuevas «puertas» en la vida (poéticas), completamente diferentes e inmateriales, impregnadas de un cierto éter cósmico. Los diálogos que tuve con él, aquellas largas tertulias, sobre su etapa como médico de campaña durante la guerra civil, en los dos frentes fratricidamente enfrentados, salvando vidas de chicos muy jóvenes, heridos de bala, que llegaban agónicos al equipo quirúrgico, y sus recuerdos y anécdotas en la larga etapa como médico rural (desde la posguerra, hasta su jubilación); dejaron en mí una marcada estela. Mi madre sobrevivió a un ictus a los 60 años, y vivió cómodamente hasta los 77, gracias al cuidado diario de él. A mí, me tocó —y fue muy grato y enriquecedor—, hacer lo mismo para mi padre.
De ellos, heredé de pequeño aquellos dones que ellos tenían innatos: la sencillez, la humildad, y el mejor código de conducta del ser humano: la estimación. En mis poesías he intentado trasmitir parte de estos valores.
«Medicina rural de guerra y postguerra: Biografía del doctor José Frigola Taberner (1915-2009)» es un libro que nace de descubrir las cartas de tu padre. ¿Qué significó para ti descubrir y leer esas cartas y cómo impactaron en tu visión sobre la guerra civil?
Mi padre nos dejó escrito y con mucho detalle, a mí y a mi hermano, cuál era su última voluntad, y qué procedimiento debíamos seguir después de su traspaso. Quería que le incineráramos, y que colocásemos sus cenizas dentro del nicho de mi madre; y nos explicó que dejaría en una bolsa de poner ropa, de esas que utilizan las tintorerías, cosas que irían con él al crematorio. Aquella bolsa contenía un fajo de cartas, envueltas en varias hojas del periódico La Vanguardia, todas atadas con un cordel. Unos pocos días, antes de su muerte, retiró aquel fajo, y lo colocó en un cajón aparte, junto con parte de mis escritos, fotos y recuerdos de familia. El día de ir al crematorio, la bolsa estaba vacía, y el fajo de cartas, en el sitio donde tenía mis escritos. Quedaba claro que su voluntad fue que aquellas cartas debían conservarse y ser leídas. Fue a partir de la lectura emocionada de aquellas, que entré en una nueva dimensión poética, que se plasmó, en prosa, en el libro que mencionas.
En aquel fajo había todas las cartas que se había carteado con mi madre, durante la guerra, y también las que mi madre le contestaba y le enviaba en el frente de guerra. Envueltas en aquel cordel, estaban cronológicamente todas las cartas de ambos, desde 1930 hasta que se casaron en 1942. Tardé tres años en escribir el libro, y descubrí cosas desconocidas de la guerra civil, que él me había contado por encima, y cosas desconocidas y muy agradables de mi madre, que de soltera era una modista profesional, que tenía en su taller 14 chicas a las que enseñaba corte y confección durante la república.
Aquellas cartas me dieron una visión nueva de la guerra civil. En todo caso, ya me lo explico él con detalle. Simplemente, remarcar, —para que el lector pueda situarse—, que estuvo en un equipo quirúrgico en el frente de Aragón, en la columna Maurín del POUM, y posteriormente, y después de los hechos de mayo del 37 en Barcelona, al ver que los milicianos trotskistas del POUM eran encarcelados en checas y algunos asesinados por los incontrolados estalinistas del PSUC, se marchó a Francia, y después entrando por Irún, continuó ejerciendo de médico en la zona franquista en un equipo móvil de campaña, con las Brigadas Navarras. En ambos lados, como médico, el Juramento Hipocrático, era una cosa sagrada, que estaba por encima de todo y de las ideologías. Curiosamente, en el frente de Aragón sus amigos eran los milicianos del POUM, que eran heridos por los Requetés de las Brigadas Navarras, y en el Frente del Segre, sus amigos eran los Requetés que eran heridos por sus antiguos compañeros del POUM. Toda una incongruencia. Un día me lo contó y lo grabé: “Estuve en los dos frentes de batalla, en el republicano y en el nacional, y comprobé que la bestialidad de la guerra era la misma. Desde la zona republicana se veía de una forma, y de la zona nacional de otra. Ambas visiones eran parciales. La visión total de la guerra civil, solo la tuve, curando heridos de guerra y metralla en ambos frentes. Espero que cuando hayan pasado cien años del inicio de la guerra, en el 2036, se cuente toda la verdad, y que esta no esté sesgada. ¡Ah! Y no te fíes nunca de lo que digan en la televisión”. Mirándolo, ahora con perspectiva, se podría decir que fue un médico sin fronteras durante la guerra civil.
En tus poemas, abordas temas como la libertad, la sencillez y la estimación humana. ¿Cuál es el mensaje central que deseas transmitir a través de tu poesía y escritura?
El mensaje central no es otro que conviene recordar «Somos peregrinos en esta tierra y se nos ha hecho un regalo maravilloso llamado Vida», que conviene preservar a partir de la sencillez y la estimación humana, y siempre en un marco de libertades.
Lógicamente, los tiempos han cambiado, pero los patrones de amor, libertad, y sencillez son universales y de siempre. En su momento, Allen Ginsberg, lo dejó plasmado en los versos de este poema: «[…]/El peso del mundo es amor, /No hay sosiego /sin amor, / No se duerme /sin sueños /de amor / […]»
Conviene señalar, por otra parte, una frase de André Bretón dentro de aquel Mayo del 68: «La revuelta y solo la revuelta es creadora de la luz, y esta luz no puede tomar sino tres caminos: la poesía, la libertad y el amor». Estas tres palabras mágicas: poesía, libertad y amor, han formado parte de todos mis escritos poéticos.
Has mencionado que algunos de tus poemas fueron versionados y cantados por cantautores. ¿Cómo te sientes al ver que tus palabras cobran vida de esta manera y cómo crees que la música puede enriquecer la experiencia poética?
En un principio no pensaba que los poemas que había escrito, pudieran ser versionados por cantautores. Fue a partir de hacer una versión reducida en catalán del poemario «Isomerías Poéticas» en 2018, con motivo del cincuentenario del «Mayo del 68», cuando el cantautor de Orihuela, Vicens Cánovas, afincado en Figueres, vio la posibilidad de ponerle música a algunos poemas. La canción «Els teus quinze daurats anys», que corresponde al poema número 53 de la Antología, se estrenó en la biblioteca de Roses, y después en la de Figueres, y la cantó en diferentes Fiestas de la Poesía. Posteriormente siguieron otros poemas. La poetisa y rapsoda Henar Galán, oriunda de Villanueva de Gómez (Ávila), pero afincada de pequeña en Figueres, también les puso «vida articulada» a unos cuantos poemas en diferentes fiestas literarias. Lógicamente, para mí, fue una gran satisfacción al ver que los versos cobraban vida en boca de cantautores y rapsodas.
Durante la pandemia, Henar, desde su casa, con el móvil, le supo dar una articulación rítmica muy emotiva al largo poema anafórico ELLA, que lo he incluido en el video (booktrailer) de presentación del libro. Cada vez que oigo el video, me sigo emocionado al ver con qué fuerza y elegancia lo recita.
Creo que la música, en general, puede enriquecer los poemas y, es un valor añadido más que hay que tener en cuenta. Por mi parte, he musicado con el ordenador algunos poemas de «Mundo Máquina», y también he versionado algunos poemas en inglés de «Poemas en la Nube Digital» que he colgado en la Landing Page de autor:
https://jomfriser.com y en YouTube: https://www.youtube.com/JomFriser/videos
La Antología Poética es una extensa obra lírica. ¿Cómo fue el proceso de selección y organización de los poemas para esta publicación y qué criterios utilizaste para incluirlos?
De hecho, los poemas estaban allí, dentro de las cajas. Algunos estaban mecanografiados en cuartillas, y otros muchos estaban manuscritos en recortes de periódicos, servilletas de bar y envoltorios de bocadillos. La ventaja es que todos estaban enumerados. Cuando hice una versión reducida al catalán de «Isomerías Poéticas» en 2018, solo utilicé una parte de los poemas que ya estaban pasados a la máquina de escribir. Ha sido durante la pasada pandemia de la COVID-19 que decidí revisarlos todos y pasarlos al ordenador, incluyendo los que escribí en mi adolescencia de catorce a diecisiete años. Estos últimos se encontraban en libretas de anillas, en cajas aparte. La idea fue, en seguida, de hacer una Antología completa e incluirlos todos, pero siguiendo la numeración original que había empezado en 1967, al comenzar a mecanografiar los primeros poemas. Todos estaban escritos en castellano.
Todo ello me llevó un tiempo, pero cuando estaba trabajando y ordenando la recopilación, pensé: «si no lo haces ahora, muy probablemente, —como ha ocurrido en otros casos—, todos estos poemas acaben al final en un contenedor de escombros o de basura, para ser incinerados en un vertedero». Y tal como ocurrió con las cartas de mis padres que no fueron al crematorio, decidí que los poemas, en su versión original en castellano, debían darse a conocer editorialmente en un libro. Fue a partir de estas reflexiones, cuando el libro empezó a tomar forma en diferentes capítulos.
Además de tu trayectoria poética, has escrito sobre temas como medicina rural, leyes educativas y posverdades. ¿Qué te motiva a abordar una variedad de temas en tus obras y cómo encuentras el equilibrio entre la poesía y la prosa?
A mí se ve va mucho mejor la poesía, pero al escribir el libro sobre la biografía de mi padre «Medicina rural de guerra y postguerra», me di cuenta de que había transcrito en prosa unas ideas poéticas. Me lo había comentado también la escritora Susana Frouchtmann, que me había entrevistado en Radio Vilafant, con motivo de la presentación del libro en la biblioteca de Figueres en 2014.
Aunque había escrito varios libros de Física, en mi etapa de profesor, dentro del ámbito educativo; un libro literario era para mí una novedad y una cosa muy diferente, pero al mismo tiempo, pensé que debía contener «algo» de poético. Y así fue cuando empezó mi reflexión sobre el mundo educativo. El último libro que he escrito «Cóctel de Leyes educativas: o cómo educar para el caos» que no es más que el relato de las vivencias de un profesor que utilizaba técnicas estimulantes y emotivas en medio de reformas y contrarreformas; va en esta línea.
El libro «Posverdades en un Magma Líquido», que trata sobre el «Procés» en Cataluña, este es analizado con lupa desde el punto de vista del psicoanálisis, pero al final, el libro tiene un trasfondo poético que se plasma en los poemas que aparecen en el último capítulo del libro.
Finalmente, ¿cuál es tu visión sobre el papel de la poesía en el mundo actual y qué esperas que los lectores encuentren en tu Antología Poética?
En general la poesía ha ido evolucionando con el tiempo. En la generación de los 60 y 70 la poesía, en un entorno reivindicativo de falta de libertades, se veía como «un arma cargada de futuro» como interpretaba magistralmente Paco Ibáñez, el conocido poema de Gabriel Celaya. Pero, claro, las ideas han ido cambiando. Ahora, al inicio de la tercera década del siglo XXI, nos encontramos en otro contexto que conviene tener en cuenta, y que puede decantar la poesía en un nuevo entorno, que podríamos sintetizar en estos apartados. a) Estamos inmersos en una revolución digital, que irá a más, con lluvia de ideas robotizantes (brainstorming) implementadas a partir del 5G y con más datos almacenados en la nube. b) La proliferación de posverdades, es decir
«lo que parece verdad emocionalmente se hace más importante que la misma verdad y, por tanto, a efectos de la cultura política, es verdad sin serlo», puede dar una nueva dimensión a la poesía. c) La implementación de la inteligencia artificial con el WebGPT y ChatGPT pueden modificar en cierto modo la visión poética que tenemos de la realidad.
En la primera parte de la Antología poética los lectores pueden encontrar el placer de leer unas poesías escritas, entonces, por un joven de entre diecisiete y diecinueve años, en la etapa de Mayo del 68, saliendo de una España anquilosada e inmóvil en el tiempo, en busca de libertad.
Por mi parte, solamente citar a la poetisa Montserrat Cufí, que se leyó acuradamente todos los manuscritos originales, que destaca en el prólogo, entre otros, estos aspectos que pueden motivar al futuro lector: a) Frescura juvenil: algunos poemas son como fuegos artificiales de adoración «in exelsis» a todo lo femenino; la mujer, su cuerpo, la madre, la tierra, la acogida… /Y, tus P, /tus I, /tus T, /tus S / PITS (PECHOS), lleva al lector al extremo de la emoción, en la pura creación. b) Motivación: nos inicia en el viaje, el descubrimiento y el despertar de la fuerza, saliendo de su área de bienestar a una Europa intrigante. c) Aires de libertad: una etapa tan apasionante y romántica como es la juventud dotada de pequeños pecados de ilusión a fuego de caldera. d) Pacifismo: contenido y trasfondo pacifista, dirigida a los soberanos de la guerra. e) Reflexión: Algunos versos son una potente reflexión del sonido de sus antepasados, la añoranza de una tierra libre y el renacer en el Amor.
En la segunda parte de la Antología, el lector se encontrará en un entorno nuevo, que consta de tres poemarios (trilogía): «Poemas en un Mundo Máquina», «Poemas en un Mundo Heurístico» y «Poemas en la Nube Digital», soslayados temporalmente entre 2012 y 2023, durante la etapa de crisis económica, de posverdades y de expansión de la revolución digital.
Ciertamente, la poesía, el grado de introspección de la misma, la medida en que cada uno se identifica hasta sentirla un poco suya, es un tema ciertamente complejo y muy personal. Espero que esta Antología pueda ser leída, interiorizada y saboreada, por cualquier lector, y que la disfrute. Para mí sería una gran alegría.
Contacto:
Booktrailer i presentación del libro
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