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Charlamos con Josep Seguí, autor de la obra «El rompecabezas blanco»

Charlamos con Josep Seguí, autor de la obra «El rompecabezas blanco»

La trama de El rompecabezas blanco combina política, amor y tensión social. ¿Cómo surgió la idea de mezclar estos elementos en una España al borde de una guerra civil?

Mirando lo que pasa a nuestro alrededor y en nuestras propias casas: lascontinuas y cada vez más salvajes agresiones de todo tipo que sufrimos las personas comunes por parte de los poderes públicos e instituciones.

Me pongo de muy mala leche cuando pienso en las injusticias sociales a que estamos sujetas y sujetos cada día a pesar de que el Gobierno actual es de carácter más bien progresista.

Pero no mandan ellos. El Poder me parece a mí que lo tienen los lobbysultraliberalistas y capitalistas; las oligarquías. Se hace lo que ellos dicen y punto. Así, por ejemplo, los ricos son cada vez más ricos y pagan menos impuestos y los pobres somos cada vez más pobres y pagamos más. La Iglesia en general (el Opus Dei sobre todo), el sistema judicial claramente corrupto, agresivamente machista y totalmente vendido a los interesas del Partido Popular y Vox, la policía como brazo armado de estos últimos,… menos mal que el ejército -por ahora- permanece callado. Mejor.

Aunque no me gusta dicotomizar, veo que al otro lado aguantamos en silencio los desmanes de los hijos de puta capitalistas. Si fuéramos capaces de unirnos y levantarnos contra los constantes machaques a los Derechos Humanos seguramente otro gallo nos cantaría. Pero no. Y es que estamos acojonados. Yo el primero, lo reconozco. Ya no estoy para ponerme las zapatillas de huir de la policía como a mis 20 y, desde luego, estoy contra el terrorismo y cualquier tipo de violencia. Así es que… ¡a joderse tocan!

El rompecabezas blanco parece ser un símbolo clave en la novela. ¿Qué representa en la historia y qué mensaje querías transmitir con él?

Bueno, sí que es un símbolo y sí que puede ser que represente algo; pero no trato de transmitir ningún mensaje, para eso ya están las sectas, incluyendo las religiosas.

Era el verano de 2022 y estaba releyendo tranquilamente La vida instrucciones de uso, 1978, de uno de mis autores favoritos, Georges Perec, y al principio de la novela aparece la idea del rompecabezas blanco. ¿Para qué coño servirá eso? Y empecé a escribir todo lo que me venía a partir de ahí y cuando la temporada de calor ya estaba remitiendo aquello empezaba a tener forma. Sí, es como un hilo conductor. A mí me sirve. Pero no soy quien para decir a nadie lo que ha de hacer, pensar o interpretar.

Bohdana y Anichka son personajes con una gran carga emocional y complejidad. ¿Qué te inspiró para darles vida y cómo fue el proceso de escribir desde sus perspectivas?

Fue -y es- muy complejo. Y emocionante, sí (me cayó más de una lágrima durante el tiempo que pasé a su lado).

Por una parte estaba -está- el problema de las personas migrantes sin papeles -problema que se han inventado las oligarquías; solo hay que legalizar la inmigración y regularla a favor de las personas, no en nuestra contra como todo-.

Por otro lado está la cuestión de si Bohdana es o no menor de edad. Sus relaciones afectivas y, sobre todo, sexuales con Joel no estarían bien vistas en «la vida real» (¿qué es eso?), de hecho no son legales, una imbecilidad más de los poderes oligárquicos (no estoy defendiendo las relaciones sexuales con menores ni mucho menos; pero eso es una cuestión cultural y, como tal, relativa: hay culturas donde sí que están admitidas. Siento un cariño muy especial por las dos hermanas y me da mucha pena el final, cuando desaparecen de este mundo…

Desde luego que la complejidad a que haces referencia es mucho más amplia que lo relatado; pero para intentar abarcarla intuitivamente en toda su amplitud habrá que leer la novela…  

Josep Seguí, autor de la obra.

La obra tiene un contexto político intenso. ¿Qué tan importante fue para ti reflejar la actualidad social y política de Europa en la novela?

Mucho. Bueno, sobre todo la de España, claro. La de Europa me preocupa algo que tenemos en común (y en más partes del mundo): el auge de los movimientos ultraconservadores, representados básicamente en la novela por los hombres de negro y el Consejo General del Poder Judicial.

Como digo, vivimos en un mundo en el que la Justicia Social está cada vez más machacada; solo hay que prestar atención a la prensa diaria. Y la Justicia Social tiene mucho que ver con los Derechos Humanos. Y estos, a su vez, configuran las bases de nuestras democracias liberales y representativaslegitimadas por las constituciones, casi todas iguales en los países occidentales ¡Y va y los poderes públicos y oficiales no cumplen ni uno solo de los puntos de la Constitución!

Esto da de lleno en un dilema de muy amplio alcance: si quienes legislan y gobiernan y tal no cumplen las leyes, ¿qué obligación tenemos el resto de hacerlo?

El final de la sinopsis deja muchas preguntas abiertas. ¿Buscabas que la historia generara más interrogantes que respuestas en el lector?

¡Exactamente! Las respuestas no sirven para nada; las preguntas sí.

Pasaste de escribir ensayos a explorar la narrativa de ficción. ¿Cómo influyó tu experiencia como psicólogo y ensayista en la construcción de tus novelas?

Sí. Y es que me aburría bastante.

Antes de los ensayos escribía artículos supuestamente científicos ya que estaba estudiando mi Doctorado en Psicología social (que nunca terminé; no quiero títulos que no me corresponden). Pero sí finalicé el entonces DEA (Diploma en Estudios Avanzados), algo parecido al actual Máster en Investigación. Y había que publicar siempre conforme a unos cánones absurdos que no tenían nada que ver con los problemas de la gente (que nadie se ofenda, por favor).

Una vez me que me dejé el doctorado empecé con los ensayos. Pero ahí también había que argumentarlo todo aunque no tanto como en los artículos y capítulos de libro.

Y me harté. Y alguien que había leído algo de eso me dijo que escribía muy bien. Y me lo creí. Y me puse al teclado hasta ahora. Y espero que muchos años más; me lo paso muy bien.

No comenzaste a escribir ficción hasta adulto. ¿Qué te motivó a dar ese paso y aventurarte en la novela?

En casa mi padre tenía (y tiene, aunque él ya no está) una bien surtida biblioteca. Pronto empecé mis primeras lecturas: Abraham Stoker, Fiódor Dostoyevski, Edgar Allan Poe,… y fui tomándoles un gran amor y un gran respeto. Y también me di cuenta de que hacía falta mucha experiencia vital para escribir en serio. Así es que, aunque tenía ganas, no empecé hasta que me sentí mínimamente preparado a base de leer mucho y de todo. 

Me hace mucha gracia cuando leo eso de «Empecé a escribir muy jovencito (o jovencita)». Con todos mis respetos, ¿eh? No, no es mi caso (por fortuna).

El autor firmando un ejemplar de su obra.

Tus novelas parecen abordar temas intensos, como las relaciones humanas y los dilemas morales. ¿Qué buscas que los lectores reflexionen al terminar tus libros?

Bueno, no busco nada en concreto; pero si lo hiciera sería justamente eso: la reflexión. Reflexión libre, amplia y relajada aunque los contenidos sean duros a veces.

En La chica que ha perdido el norte (Universo de Letras, 2023), por ejemplo, la protagonista es lesbiana. Hay muchísimas más cosas; pero esa orientación sexual suya (la de Cristina, la protagonista) puede ser que lleve a alguien a reflexionar y compartir sus reflexiones con otras personas y tal vez salga de dudas acerca de ese asunto (la homosexualidad en general). Y digo asunto; no problema porque para mí no lo es.

Si además de la reflexión individual mis novelas invitan a la conversación abierta, a encontrar nuevas preguntas para otras ya viejas y caducas, a crear caminos novedosos para llegar a no sabemos dónde (eso es lo de menos)… pues ¡miel sobre hojuelas! Pero todas esas cosas y más ya no dependen de mí, si no de quien lea las novelas.

En El rompecabezas blanco abordas una narración que cruza fronteras, tanto físicas como emocionales. ¿Qué desafíos enfrentaste al escribir una historia tan compleja?

Llegar al límite y en muchas ocasiones sobrepasarlo. Ahí queda resumido todo, como también en tu pregunta.

Los tres grandes «símbolos» (por decir algo: el rompecabezas, el amor, la guerra) nos sitúan (al menos a mí, con permiso) en el borde del abismo de la racionalidad, la pasión y el odio (en el mismo orden); asuntos muy de mi interés y que, además, configuran (junto a muchos más) nuestras vidas cotidianas y también (es indesligable, lógico) nuestros devenires existenciales.

¿Cuánto peso tienen tus propias vivencias o reflexiones personales en las historias que escribes? ¿Qué parte de Josep Seguí puede encontrar el lector en esta novela?

Respondiendo primero a la segunda pregunta tengo excusa para argumentar la primera: TODAS las partes de Josep Seguí están en mis historias. Más aún: son mi historia. Espero que os hagan reflexionar y además os diviertan, os den miedo, remueven algo en vuestra mentes… Si lo consigo, pues ya estaré contento, ya.

En muchas ocasiones están como reflexión, efectivamente.

Nunca he tenido la vivencia (ni creo que la tenga en el futuro) de hacer el amor con una niña de dieciséis años (ni siquiera cuando yo mismo tenía esa edad) o de disparar un arma (¡Osti! Ahora no me acuerdo de si en la novela lo hago; ¿será?) u otras muchas acciones reflejadas en la novela.

Pero hay otras cosas que sí. Algunas personas que me conocen las verán enseguida en algunos pasajes. Aunque mi objetivo no es, desde luego, «contar mi vida», ni mucho menos.

Eso no quita que mis novelas son yo. Como reflexión, como vivencia o como deseo. Interprétese como se quiera.


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