Charlamos con José Antonio Montes, autor de la obra «Historias de un cazador»
¿Qué te llevó a combinar una carrera en Hacienda con la pasión por la caza y la naturaleza?
Jajajaja, bueno, en principio no tiene mucho que ver… La caza siempre ha sido mi verdadera pasión, mi forma de evadirme de la realidad y dar rienda suelta a las ansias de libertad y disfrute de la naturaleza. Mi carrera profesional es la manera de ganarme la vida, de tener los pies en el suelo y ser consciente de que sin trabajo y esfuerzo no pueden conseguirse los sueños. Por tanto, es una combinación dispar, pero necesaria.
¿Cuándo descubriste que la caza sería algo central en tu vida?
Desde pequeño. Cuando sientes que el contacto con la naturaleza y tu sitio en ella te colma, cuando disfrutas de tu rol depredador, cuando estás mucho más a gusto en el campo que en cualquier otro sitio… Lo descubrí, como digo, muy pronto.
Después de muchos años de caza, ¿hay algún lance o jornada que recuerdes con especial emoción? ¿Qué lo hace tan memorable?
Recuerdo el lance de mi primer conejo, la primera vez que fui de caza, mis primeros ojeos de perdices, los días de morralero con mi padre, mis perros… ¡Recuerdo tantas cosas! Creo que los recuerdos son tan especiales porque nos llevan a épocas pasadas, la niñez, los comienzos… Entrañables para todos.
Si tengo que destacar alguno, sería mi primer encuentro con un gran jabalí en una pequeña gatera, cuando tenía unos 14 años, que me dejó impresionado mucho tiempo.
En tu libro describes la evolución de la caza en España. ¿Qué aspectos de los «tiempos dorados» echas más de menos y qué valoras de la caza actual?
Valoro mucho, entonces y ahora, la autenticidad en la caza. Animales salvajes y libres. Me sobra lo artificial de la caza actual y me apena ver que el campo se vaya llenando de animales más o menos criados ex profeso con fines comerciales y “cazadores” complacientes con este tipo de actividad. Entiendo que el verdadero ecologismo debiera ir por esos derroteros y no posicionarse de forma genérica contra la caza. Cada día es más difícil encontrar lugares donde practicar una caza dura y salvaje, sin ventajas ni adulteraciones, pero quizá por eso mismo, cuando se encuentra, es mucho más satisfactorio.
Como cazador, ¿cómo defines tu vínculo con las especies animales que has conocido y perseguido?
El cazador, a diferencia de lo que creen muchas personas, es un apasionado de las especies que caza. Amamos la naturaleza y a los animales, en general, pero sobre todo a los que cazamos. Puede parecer incongruente, pero no encontraremos a nadie tan preocupado y tenaz en la defensa y cuidado de las especies cinegéticas como a un auténtico cazador.
Particularmente, cuando no cazo, me dedico a cuidar el campo, reviso bebederos y comederos para complementar el cuidado de las especies tanto cinegéticas como otras. Tampoco puedo soportar ver basuras o escombros y, en la medida que puedo, los recojo.
¿Ha cambiado tu perspectiva a lo largo de los años?
Respecto al cuidado de la naturaleza, creo que todos hemos adquirido la conciencia de que hay que hacer todo lo posible por mantener un equilibrio ecológico, respetando épocas de cría, especies en recesión, etc.
Respecto a la caza que practico, no cabe duda de que la experiencia y la edad te llevan a ser más selectivo y exigente, primando la calidad (terrenos, piezas, métodos) sobre la cantidad de piezas.
Defiendes la caza como una forma de vida. ¿Qué valores o enseñanzas crees que aporta este estilo de vida al ser humano?
La caza es una actividad que te conecta con los orígenes más ancestrales de la humanidad. El contacto y conocimiento de la naturaleza y sus procesos es palpable y te revela la realidad tanto de la condición humana como de la propia vida. Nos acerca a la esencia de lo que somos.
Recorres en tu libro parajes icónicos como el Campo de Montiel o la Siberia extremeña. ¿Cuál de estos lugares tiene un significado especial para ti, y por qué?
Sin lugar a dudas, cazar en territorios poco o nada modificados por la acción humana, tanto en el entorno como en las especies, es un privilegio. Te acerca a sentirte cazador. En dicho sentido, nunca he disfrutado más que en mis días de caza por los grandes terrenos libres, agrestes, lejanos. La Siberia extremeña es buen ejemplo de ello.
Para alguien que no ha vivido la caza ni el contacto con el campo, ¿qué mensaje esperas transmitir con tu libro? ¿Qué crees que puede aprender sobre la naturaleza a través de tus historias?
Como digo en el libro, tarea ardua es tratar de convencer a los fanáticos. Para el resto, espero que sean capaces de comprender una visión distinta del campo, del lugar del hombre actual en la naturaleza, de la caza deportiva como herramienta de gestión, de la necesaria intervención humana en el control de especies y, sobre todo, que sean conscientes de que el cazador dista mucho de ser un asesino que disfruta matando animales.
¿Cómo fue el proceso de transformar tantas experiencias vividas en palabras?
Lento y trabajoso. Primero fue la idea, después establecer un guión o índice de todas esas experiencias. Luego, ir recordando y plasmando en escritos aquellos pasajes. Por último, entresacar los relatos con mayor valor literario y componer un libro del que me siento muy orgulloso.
¿Qué retos enfrentaste al narrar tus recuerdos y emociones?
El principal reto ha sido trasladar al lector mi pasión por la caza. Intentar hacer comprender el sentido de esta afición. También me ha supuesto un conflicto interno poner mi vida al descubierto, pero ha primado mi deseo de defender esta bonita actividad.
En un contexto donde la caza es a veces polémica, ¿cómo respondes a quienes cuestionan esta práctica?
Con tranquilidad, pero con firmeza y verdadero convencimiento. La caza siempre ha estado ahí, es consustancial a la humanidad y a la propia naturaleza. Superará ideologías, épocas y modas. No podrá suprimirse, pues es intrínseca a la propia vida.
¿Crees que tu libro puede ayudar a cambiar percepciones?
Es lo que deseo. Y sé con certeza que en algún caso ya lo he conseguido. Así pues, el objetivo está cumplido.
¿Tienes en mente escribir un nuevo libro o profundizar en algún aspecto específico de tus vivencias como cazador? ¿Quizás un enfoque más visual o documental?
Es posible. Cuando transcurran unas cuantas temporadas más, puede que me anime a dar un nuevo punto de vista sobre la evolución de esta afición, siempre en defensa de su versión más auténtica y sostenible. Hasta entonces, solo aspiro a seguir disfrutando de esta pasión.
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