Carmina Castellano Tejedor, autora de «En estas cuatro paredes», nos cuenta todo sobre su obra publicada con la editorial Círculo Rojo
¿Qué te inspiró a escribir «En estas cuatro paredes» y a elegir el género del drama de no ficción para contar esta historia?
Charles Baudelaire dijo que “La inspiración llega trabajando todos los días” y en realidad, eso es lo que me sucedió para que pudiese gestar “En estas cuatro paredes”. A pesar de ello, mi sensación es que los personajes llegaron a mí, y que yo sólo tuve que pararme a escucharlos y conocerlos. En realidad, aunque suene extraño, hubo días de escritura en los que tenía la sensación de estar tomando un dictado. Como si simplemente transcribiese lo que Cecilia y Sam estaban diciendo.
Por lo que respecta al género, venía de escribir otro drama íntimo, “Pedazos”, e imagino que el poso emocional de esa obra todavía no estaba del todo drenado y se mantuvo en “En estas cuatro paredes”.
¿Cómo fue el proceso de investigación y recopilación de información para escribir la obra?
Por lo que respecta a la duración de la fase de documentación en relación a la temática de “En estas cuatro paredes”, debo decir que ésta fue nula debido a mi profesión y a las muchas lecturas sobre el tema efectuadas con anterioridad. No obstante, mi profesor de Dramaturgia, Marcel Clement, me transmitió la importancia de la fase de documentación antes y durante la escritura de cualquier pieza dramática. También me hizo saber que esta fase no puede durar eternamente, que hay un momento en que debes aventurarte a escribir para que la historia te vaya pidiendo lo que necesite. El agua no fluye hasta que no se abre el grifo. “En estas cuatro paredes” se fue desarrollando de esta forma. A partir de una temática bien conocida por mí, permití que mi mente me guiase acerca de lo que necesitaba escribir, y estuve fantaseando y dejándome llevar por imágenes y ensoñaciones hasta que algunas de ellas fueron cogiendo forma. Es curioso que la primera vez que “vi” a Cecilia, ésta estaba fregando platos, de espaldas, en la cocina. Eso me hizo pensar en la frase de Agatha Christie: “El mejor momento para crear la trama de un libro es mientras friegas los platos”. En fin, a partir de ahí, empecé a conectar con la pesadumbre de Cecilia y traté de entender cuál era la historia que necesitaba ser contada. Asimismo, las reflexiones compartidas con mi compañero de Dramaturgia -Jordi Torrents, otro excelente escritor- y nuestro profe, me ayudaron a darme cuenta que sería de gran utilidad buscar referentes visuales para enmarcar el setting donde sucedería la historia de Sam y Cecilia, y para dar cuerpo y vida a estos personajes que ya merodeaban con relativa autonomía por mi cabeza. Pues bien, me hice un moodboard y una breve ficha de personajes, escogiendo algunas imágenes de Google, y una cosa llevó a la otra. Así pues, permití que cada uno de mis personajes mostrarse su idiolecto y repertorio conductual, dentro de un contexto como el que se describe en la historia. A partir de ahí, fue acompañarles en su viaje, como tantas otras veces he hecho en consulta, ejerciendo mi profesión.
¿Cómo definirías a los personajes de Cecilia y Sam?
Cecilia y Sam son dos almas en pena atrapadas en el tiempo que tratan de volver a empezar; cada una desde un punto de partida diferente y con un temperamento, personalidad y recursos muy dispares. A nivel psicográfico, prefiero que sean mis lectores y lectoras quiénes los vayan dibujando en su mente y, de este modo, disfruten conociéndolos poco a poco, de forma más orgánica, como sucedería en la vida real.
¿Qué esperas que los lectores se lleven de la lectura de «En estas cuatro paredes»?
Me gustaría que cada persona que lea “En estas cuatro paredes” encuentre su propio regalo. Siempre he creído que leer es una experiencia que solo puede aportar gratificación, aunque la temática sea dura, como creo que es el caso. Sé que esta obra puede promover el sentir un vacío asfixiante en determinadas escenas, pero también espero que transmita el valor de la esperanza, que ayude a entender las diferentes formas de amor y que ensalce la valentía de atreverse a luchar por recuperar aquello valioso que hemos perdido.
¿Cuál fue el mayor desafío que encontraste al escribir la obra?
Refrenar mi necesidad de explicar mucho más las emociones de los personajes a través de las acotaciones, y confiar en que el texto exudaría su mundo interior. “Mostrar” en lugar de “decir”. Espero haberlo logrado. Al menos, en la medida suficiente para acercar la esencia de Sam y Cecilia a mis lectores y lectoras.
¿Cómo te acercaste al tema del duelo y la pérdida en la obra?
“En estas cuatro paredes” dibuja dos trayectorias de duelo diferentes. Una de ellas, marcada por la falta de aceptación de lo sucedido y el persistente intento de volver atrás en el tiempo y rebobinar la historia hasta el punto previo a la tragedia; la otra, marcada por la resignación y el intento de preservar lo que queda de la familia. Dos modos de supervivencia de dos personas cuyo corazón ha sido arrancado de cuajo del pecho. A través de las diferentes escenas, trato de relatar los esfuerzos de recomposición del amor, el peso de la soledad, el vacío que deja una pérdida sin sentido, la angustia por la falta de respuestas, el amargante sabor de la injusticia, el tránsito por la culpa y, finalmente, el poder curativo de los rituales.
Como he apuntado, en mi práctica privada ejerzo de psicóloga y el acompañamiento en procesos de duelo y pérdida es una de mis especialidades. Siempre he sentido que si escribes acerca de lo que sabes, o acerca de lo que temes, sin evitar tu propia mirada, la obra cobra un tipo de verdad que es difícil que deje indiferente; que es algo que me gustaría evitar con mis textos. Prefiero una mala crítica a la indiferencia, pues al menos sé que he causado un impacto, que he tocado algo. Si alguien decide emplear tiempo y dinero en adquirir y leer mis libros, me gustaría que pueda obtener algo de ello. “En estas cuatro paredes” habla de la pérdida y de sus consecuencias, de su impacto a nivel individual, familiar, incluso comunitario, de los límites entre lo que consideraríamos un duelo normal o un duelo patológico y, en definitiva, de diferentes formas de afrontar el sufrimiento.
¿Cuál fue tu proceso de revisión y edición del texto antes de publicarlo?
Al principio, lo importante es que escribas lo que quieras escribir. En esa fase inicial, considero que hay que dejar el perfeccionismo a un lado porque éste aniquila la creatividad. Algunos de los principales bloqueos que he experimentado (o “puntos de no avance”, para no ser tan dramática) han sucedido cuando me he detenido a buscar la palabra exacta o, también, cuando he dudado de si la historia estaba siendo realmente buena y merecía la pena ser contada. Pues bien, las palabras adecuadas suelen ser las más sencillas y hay que escribir para saber de qué demonios se está escribiendo. Esto es algo que he ido aprendiendo. No obstante, la revisión y edición del texto es una fase posterior absolutamente imprescindible. Esto hay que tenerlo claro. Hay que hacer una serie de lecturas del borrador tanto por parte del propio autor, como por parte de profesionales y, de ser posible, de potenciales lectores. Los profesionales son de gran ayuda para aspectos formales y de estilo (gramática, puntuación, etc…). Por muchos libros que hayamos escrito, creo que siempre es recomendable contar con un servicio profesional de este tipo. Además, también suele resultar muy útil pedir feedback a otras personas (que no teman herir tus sentimientos) para que, con una mirada fresca y más distante que la tuya, te ayuden a ver el efecto que causa tu obra y si todo encaja. Mientras esperas este feedback, es posible que te impacientes. Una cosa que ayuda a hacer más productiva la espera es realizar tus propias lecturas de revisión del texto. Normalmente con una no bastará para detectar aspectos de mejora; y no hablo solo de gramática o erratas. Las lecturas sucesivas nos ayudan a ver si empezamos y acabamos donde deberíamos, o si podemos acortar o reorganizar escenas, por ejemplo. Por otro lado, si te tomas tu tiempo para escribir y te fijas unas rutinas y objetivos razonables (una escena o, por ejemplo, tres páginas al día para una obra de teatro) es posible que la revisión y edición de la obra resulte mucho más sencilla y breve de lo que imaginabas.
¿Cuáles son tus planes futuros como escritora? ¿Estás trabajando en algún proyecto actualmente?
Llevo un tiempo trabajando en una nueva obra de teatro -a un ritmo irregular, debo reconocer-. Se trata de una fábula con un toque trágico-cómico en la que se abordan conceptos como la convivencia en sociedad y el orden social establecido, la preservación del hábitat en contraposición con la industrialización y los avances de la modernidad, y la reflexión acerca de algunas de las grandes cuestiones filosóficas como si el hombre es bueno o malo por naturaleza o si éste es un lobo para sí mismo. Asimismo, llevo tiempo estructurando un poemario ilustrado que también me hace mucha ilusión que pueda ver la luz algún día y también estoy dando vueltas a la posibilidad de preparar un libro de divulgación científica dentro de mi ámbito profesional, la psicología. Será por ideas y por proyectos…
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