Reseña de El secreto de tu mirada | Por Daniel González
El secreto de tu mirada es una obra poética que nos sumerge en las profundidades del alma y las emociones humanas. La autora, a través de sus versos, expresa vivencias personales y reflexiones que se nutren de la sensibilidad cultivada desde la adolescencia. La influencia de una profesora de literatura durante su juventud fue clave para despertar en ella una vocación por la poesía, y esa pasión se refleja en cada uno de sus poemas.
Este libro es más que una simple recopilación de poemas; es un viaje emocional que explora temas como el amor, las relaciones humanas y la empatía. La autora ha vivido en Holanda, una experiencia multicultural que amplió su visión del mundo y le enseñó que las miradas pueden transmitir lo que a veces las palabras no pueden. Esta lección se convierte en el eje central del libro, donde cada poema es una reflexión sobre las conexiones invisibles entre las personas, la importancia del respeto y la aceptación de las diferencias.
Uno de los temas más recurrentes en la obra es el amor, que la autora describe como el motor de su existencia. Sus versos están impregnados de una ternura y una pasión que invitan al lector a reflexionar sobre sus propias vivencias. Poemas como “Mudo y desesperado abandono” son un ejemplo de la profundidad emocional que alcanza, abordando el dolor y la desesperanza con una honestidad desgarradora.
El secreto de tu mirada es una lectura recomendada para quienes buscan una poesía que toque el corazón y el alma, que conecte con las experiencias cotidianas y, al mismo tiempo, eleve a una reflexión más profunda sobre la vida. Cada poema invita a detenerse, a mirar más allá de las palabras y a descubrir el lenguaje silencioso de las miradas.
Sinopsis de la obra:
El secreto de tu mirada nació de la sensibilidad desarrollada desde la adolescencia, impulsada por mi profesora de literatura del instituto. Muchos de mis poemas son fruto de mis vivencias y reflexiones sobre los problemas de las relaciones humanas. El amor, motor de mi existencia, me hizo aventurarme y vivir en Holanda, conociendo infinidad de culturas, ideas y personas diferentes, y es allí donde aprendí que, a falta de vocabulario, una mirada es un gran tesoro de comunicación
