El jubilado que está arrasando en las librerías: su diario es tan real que da risa… y también miedo

El jubilado que está arrasando en las librerías: su diario es tan real que da risa… y también miedo

Hay escritores que narran para recordar y otros que narran para sobrevivir a la realidad. Emilio J. Izquierdo Pedra, poeta, periodista y autor valenciano, pertenece a esta última especie: la de quienes convierten la vida cotidiana en una trinchera desde la que observar, con ironía afilada y ternura soterrada, lo absurdo del mundo que nos rodea.

Nacido en Valencia en 1959, Izquierdo ha recorrido muchos oficios —fundador del primer periódico escrito en valenciano, El Periòdic de l’Horta, redactor en prensa local, jefe de comunicación en el Consorcio Provincial de Bomberos—, pero en todos ellos ha llevado consigo la misma herramienta: una mirada crítica, ácida y profundamente humana. Esa que alimenta desde hace décadas sus artículos, poemas y microrrelatos galardonados en concursos como los de la Cadena SER Valencia o Levante-EMV.

Ahora, esa visión del mundo estalla con plena libertad en su libro más personal y literario: Diario de un jubilado alternativo, una obra que, más que narrar la jubilación, la disecciona, la sabotea y la convierte en una épica doméstica de humor, memoria y desobediencia cotidiana.

Un jubilado que no se resigna a serlo

Lejos de la visión edulcorada del retiro como remanso de paz, Izquierdo presenta a un protagonista —alter ego y espejo deformante del propio autor— que vive sus primeros días de jubilado como quien se adentra en un territorio hostil. Un mundo lleno de trampas burocráticas, rituales sociales inapelables, bonobuses peligrosos, clínicas saturadas, vecinos imprevisibles y una épica constante: sobrevivir al aburrimiento sin perder el ingenio.

Desde el “último día de trabajo” hasta la filosofía profunda de los pensionistas que disputan una partida de dominó como si fuera un tratado político, el libro avanza entre carcajadas y punzadas existenciales. Izquierdo domina la sátira con la precisión de un cronista veterano y el ritmo de un poeta que sabe que, incluso en las rutinas más vulgares, siempre aguarda una revelación.

Su humor —valenciano, mediterráneo, feroz y a menudo tierno— bebe de la tradición de los grandes observadores de lo cotidiano: del mejor Wenceslao Fernández Flórez, de la ironía de Azcona, del costumbrismo crítico que radiografía lo social desde lo mínimo.

La vida después del trabajo: un país entero dentro de un autobús

En el universo que construye Izquierdo, la jubilación no es un final, sino un comienzo. Un comienzo lleno de peligros: peluquerías donde el peluquero “te toma el pelo” en más de un sentido; centros de salud donde la paciencia es casi más importante que la tarjeta sanitaria; trayectos en autobús que son un safari urbano; o comidas de despedida donde cualquier parecido con la diplomacia es pura coincidencia.

Ese costumbrismo humorístico se entrelaza con la lucidez del periodista que fue y sigue siendo: Izquierdo, como cronista, no puede evitar capturar el pulso de una sociedad que envejece con más rapidez que sus instituciones, y lo hace desde la primera línea de batalla: el banco de un parque, una cola de farmacia, la fila interminable de la Seguridad Social.

Entre la poesía y la sátira

Aunque el libro es fundamentalmente humorístico, late en sus páginas el poeta premiado que Izquierdo lleva dentro. Bajo la carcajada hay nostalgia, conciencia del tiempo, y una reflexión sobre lo que somos cuando dejamos de ser “productivos” en los términos que dicta el sistema.

Esa sensibilidad es la que lo ha llevado también a participar en obras colectivas —como la novela negra Sin pecado concebido— y a preparar un nuevo poemario que verá la luz próximamente. Porque para Izquierdo, la palabra no es un oficio que se abandona: es un modo de estar en el mundo, incluso cuando el mundo empieza a mirarte como a un “jubilado”.

Un libro necesario: para reír, pensar y acompañar

Diario de un jubilado alternativo es, en el fondo, una celebración de la vida. Una defensa del humor como resistencia, del ingenio como refugio y de la dignidad como bandera. Izquierdo demuestra que la jubilación no es un punto final, sino el comienzo de una nueva aventura: la de ser, por fin, dueño del tiempo propio.

Su libro no solo entretiene: acompaña, consuela y recuerda que en lo pequeño —un desayuno, un autobús, un berrinche, una conversación absurda— puede esconderse la literatura más viva.

Emilio J. Izquierdo Pedra firma así una obra que es diario, comedia, retrato social y testimonio generacional. Y, sobre todo, un recordatorio luminoso: la vida no se jubila nunca.

Emilio Joaquín Izquierdo
Emilio Joaquín Izquierdo

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