Cuando la poesía se vuelve abrazo: Francisco Gallardo Perogil ilumina los atardeceres con su voz

Hay libros que no se leen, se respiran. Diálogos al atardecer, de Francisco Gallardo Perogil, pertenece a esa categoría de obras que buscan más que transmitir palabras: pretenden abrir un espacio íntimo donde el lector se reconcilia consigo mismo y con el mundo.

El volumen reúne ciento cincuenta poemas que giran en torno a un eje luminoso: el amor. No el amor reducido a la pasión romántica, sino aquel que trasciende, que nace en el interior y se expande como energía inagotable hacia los demás, hacia los cielos, las estrellas y todo lo que nos rodea. Es un canto a la unión, a la armonía y a la certeza de que lo esencial se manifiesta en lo invisible.

La voz poética de Gallardo Perogil dialoga con recuerdos, con presencias pasadas y con instantes que se hacen eternos. “Te hallé en el océano de mis recuerdos… En otros mundos… En otros tiempos”, escribe, y en ese verso se adivina la capacidad del autor para tender puentes entre lo tangible y lo espiritual, entre la memoria y el presente absoluto.

En sus páginas, el atardecer no es solo una metáfora de la despedida o del final del día, sino un espacio simbólico donde todo se detiene para abrir paso al encuentro: con uno mismo, con los otros, con lo infinito. Cada poema es un soplo sereno que invita a la reflexión y a la calma, en tiempos donde la prisa parece dictar el rumbo de nuestras vidas.

Diálogos al atardecer es, en definitiva, una obra que apuesta por la ternura y la espiritualidad como lenguajes universales. Un libro que, más que leerse, se siente: un recordatorio de que la poesía sigue siendo ese refugio donde las palabras se convierten en abrazos, y donde el amor —incondicional y pleno— lo abarca todo.

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