Una charla con Zack Lenders, que nos habla de “Mimetia: Los archivos crípticos”, obra que ha publicado con Círculo Rojo.
· Tu primer contacto con el terror fue a través de las obras de Stephen King a una edad temprana. ¿Cómo crees que estas influencias han moldeado tu enfoque y estilo en la escritura de “Mimetia: Los archivos crípticos”?
Es muy posible que el profundo amor que siento por el terror no fuese tan intenso de no haber conocido algunas obras de Stephen King en mi infancia. La idea de que poderosos seres de otro mundo o plano de realidad habiten con naturalidad el nuestro adoptando una apariencia humana o familiar para ocultar sus sádicas intenciones la vi por primera vez en la teleserie que hicieron de It en los años noventa -tendría yo unos seis años cuando la repusieron en televisión- y quedé fascinado (y horrorizado, como cabe esperar) con dicha posibilidad. Esta concepción de unificar terror extraterrestre o inentendible para la mente humana con situaciones del día a día es la que se mantiene a lo largo de todo Mimetia: los archivos crípticos, por lo que no es descabellado afirmar que Stephen King fue una de las grandes figuras que inspiraron mi manera de entender el horror.
· La sinopsis menciona que el miedo puede presentarse en situaciones cotidianas que toman giros inesperados. ¿Cómo seleccionas las situaciones mundanas que se convierten en historias dentro de tu libro?
En mi proceso de aprendizaje y documentación acerca de la cultura y/o manifestación del terror me di cuenta de que una constante en las historias de miedo de diferentes partes del mundo era el cóctel de personas normales con vidas mundanas que se encuentran con un detonante (un objeto, una casa encantada, etc) que causan situaciones inexplicables que nuestro cerebro no es capaz de procesar o relacionar entre sí, haciendo que nos pongamos en alerta y que comencemos a sentir esa intranquilidad previa al miedo. Es cierto que aquello que supera nuestras capacidades cognitivas nos abruma y nos asusta, pero el ser humano también puede ser alguien temible y letal, puesto que sólo uno mismo sabe de los pensamientos que pasan por su cabeza y de la capacidad de controlar sus instintos. Desconocer qué es lo que va a ocurrir inmediatamente en una situación de estrés nos mantiene alerta y nos hace plantearnos el peor de los desenlaces, por lo que una buena historia de terror ha de tener estrés, diferentes maneras posibles de acabar para jugar con las expectativas del lector y elementos que nuestro cerebro no sea capaz de darles un sentido inmediato. Con esa mezcla, hasta ver la televisión en pleno día puede convertirse en un buen principio de una historia de terror.
· “Mimetia: Los archivos crípticos” se presenta como una recopilación de historias acompañadas de evidencias fotográficas. ¿Cómo integras la fotografía para complementar y potenciar la experiencia del lector en cada relato?
Intento que las imágenes muestren los momentos más impactantes de las historias, y es por eso por lo que en el libro se pueden encontrar más de cien imágenes; algunas a color, otras en blanco y negro (dependiendo de las necesidades de la trama). De hecho, algunas evidencias son tan crudas que tuve que poner una advertencia al principio del libro para, además de eximirme de toda autoría de estas -ya que están generadas mediante inteligencia artificial-, avisar al potencial lector por si no está muy familiarizado con el terror y, así, evitar herir sensibilidades.
· Eres mánager de un grupo de ingenieros en el campo farmacéutico. ¿Cómo equilibras tu carrera profesional con tu pasión por la escritura de terror?
Por suerte, trabajo para una empresa cuyos valores promueven la conciliación familiar, por lo que me es sencillo poder compaginar hobbies con el trabajo. Hay etapas en las que se trabaja más por circunstancias de proyecto y otras en las que la carga de trabajo es menor, así que sólo se trata de saberse organizar; bueno, eso y que, todavía no hay agentes externos que me consuman mucho tiempo libre, como el hecho de tener hijos. Aunque si acaban llegando, siempre se puede dormir menos para aprovechar más el tiempo (risas).
· Hablas sobre tu interés por H.P. Lovecraft y Clive Barker en tu adolescencia. ¿Cómo influyen estos autores en tu obra y cuáles consideras sus mayores impactos en el género del terror en general?
Si King actuó como un precursor de lo que supondría para mí el género del terror, Lovecraft y Barker fueron como El padrino para el cine o Final Fantasy VII para los videojuegos. Cualquier lector bien instruido en los placeres del terror cósmico podrá apreciar en Mimetia: los archivos crípticos una cantidad enorme de referencias e inspiraciones hacia el universo lovecraftiano -como bien comenta Óscar Fábrega en el prólogo de la obra- y pequeños guiños algo más sutiles hacia personajes de obras de Clive Barker como Abarat o Cabal. Y en lo que a impactos en el género se refiere, creo que tanto Cthulhu como Hellraiser son nombres que hablan por sí solos, ¿no? Quizá Lovecraft se centró más en los seres y los horrores cósmicos y Barker en la definición de los mundos y las criaturas pesadillescas que los conformaban, como Midian o el plano infernal regentado por el Leviatán y los cenobitas.
· La narrativa de “Mimetia” abarca desde nuestro patio trasero hasta dibujos de un anciano senil. ¿Cómo exploras la diversidad de temáticas en tus historias y qué desafíos enfrentas al abordar diferentes tipos de miedo?
Una frase conocida por todos es la de: “en la variedad está el gusto” y me parece muy acertada para numerosos ámbitos de la vida: desde un equipo de trabajo de diferentes edades, géneros y culturas hasta los diferentes géneros literarios. Recaer o hacer familiar a un lector una escena que en un primer instante le impactó no generará en él el mismo miedo si vuelve a encontrársela en un ambiente similar. El mundo y los seres humanos somos tan cambiantes que necesitamos nutrirnos de toda la variedad posible para saciar nuestra curiosidad, y es por esa razón que siempre intento buscar diferentes escenarios y tipos de personajes para mis historias, eso sí, ciñéndome a la realidad cuanto me sea posible para crear mundos que se puedan llegar a tocar. Quién sabe, quizá alguna vez consiga mi propósito (risas).
· En tu biografía, mencionas que las obras de Stephen King te marcaron. ¿Hay alguna historia específica de King que haya dejado una huella particular en ti y que haya influido en tus propias creaciones?
Hay muchas historias de King que me marcaron una vez las descubrí: Misery, Carrie, La niebla, Cujo… pero, aunque no sea ni de las mejores ni la más conocida, la que más me impactó en su día fue Langoliers, una novela convertida en miniserie que trataba de unos pasajeros de un avión que se dirigía a Boston y que se quedan dormidos durante la travesía para descubrir, una vez despiertos, que el resto de la tripulación ha desaparecido dejando tras de sí únicamente su ropa. La descripción y aparición de los seres que dan nombre a la obra fueron lo suficientemente sólidos para conseguir que mi yo de siete años grabase a fuego esa historia para siempre. Y bueno, puedo decir con voz bien alta que desde entonces no soy capaz de dormirme durante ningún viaje que haga, por muy largo que sea (risas). Quizá en esta obra no se aprecia tanta inspiración en King, pero en el segundo libro que ya estoy preparando creo que algún que otro personaje podría llegar a ser familiar para aquellos fans de Stephen.
· La obra presenta evidencias fotográficas como parte integral de la experiencia de lectura. ¿Cómo surgió la idea de incorporar este elemento y qué impacto esperas que tenga en la inmersión del lector en tus historias?
Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras y, si hablamos de los géneros de terror y misterio, esa afirmación gana un peso considerable. El hecho de aportar material visual como evidencia a una historia de terror no es algo novedoso -recordemos las películas del género metraje encontrado o found footage como Holocaustro caníbal, cualquier ARG como el caso de Ashvlogs, o la mundialmente conocida creepypasta de Slenderman– y genera en el espectador/lector un sentimiento de verosimilitud para con lo que está leyendo, a pesar de que su sentido común le diga que es imposible. Partiendo de esta base (y aprovechando que finalicé el master de ciencia de datos) decidí juguetear con inteligencias artificiales en el campo del terror utilizando como inspiración una de las primeras historias que escribí para el libro y… bueno, el resultado habla por sí mismo en Mimetia: los archivos crípticos. Creo que sin las más de cien imágenes que ilustran las dieciocho historias que el libro contiene, el impacto que éstas generarían en el lector no sería tan destacable. Y la manera en las que esas evidencias se presentan en las historias (a través de extractos de cámaras de seguridad, fotografías realizadas por los protagonistas, etc.) creo que casan adecuadamente con la narración y las complementan haciéndolas interesantes.
· Tu obra abraza los géneros creepypasta y found footage. ¿Qué aspectos de estos géneros encuentras más fascinantes y cómo los incorporas a tus relatos?
Considero la creepypasta como la leyenda urbana del siglo XXI, y algo que en sus inicios se hacía verdaderamente bien era, como ya expliqué anteriormente, usar material audiovisual realista como complemento a su historia. Desde mi punto de vista fue un gran y novedoso acierto que, al menos a mí como espectador, me permitió sumergirme en sus narraciones y fundirme con ellas, haciéndolas mía hasta el punto de sentir escalofríos – como por ejemplo en el show M, o the Rake–. El morbo y la curiosidad que suscitan obras basadas en hechos reales o con cierto material que pueda probar su verosimilitud es un gancho muy potente, y eso es lo que quería transmitir en Mimetia: los archivos crípticos al añadir las imágenes generadas.
· Hablando sobre la publicación de “Mimetia: Los archivos crípticos”, ¿cómo ha sido tu experiencia con la editorial Círculo Rojo en el proceso de lanzar tu libro? ¿Qué destacarías de esta colaboración?
La verdad es que la experiencia ha sido bastante enriquecedora y los procesos de maquetación y portada han sido súper gratificantes. Se nota que son profesionales amantes de los libros que editan y le ponen el mimo necesario a cada uno de ellos. En mi caso, debo destacar también el acabado del Epub que es genial. Es posible que me anime a repetir con mi segunda obra.
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