“No es escritor, pero sus palabras golpean más que una novela: el autor que convierte reflexiones crudas en catarsis colectiva”

“No es escritor, pero sus palabras golpean más que una novela: el autor que convierte reflexiones crudas en catarsis colectiva”

Dices que no te consideras escritor, sino amante de la palabra. ¿Qué te empujó finalmente a reunir estas reflexiones y publicarlas?

 El ser humano es racional por regla general, la norma dicta pues, que bajo la palabra puedes llegar a un entendimiento, a un diálogo neutro o a un conflicto.

¿Resulta fascinante no?

Es decir, a través de unas pocas palabras podemos ser capaces de hacer actuar a otra persona bajo unos actos de amor, amistad, empatía, violencia…

En realidad el don de la palabra mueve realmente el orden de las cosas racionales, lo hemos visto a lo largo de la historia, como grandes oradores eran idolatrados, es como si estuviésemos cegados por una especie de hipnosis.

En los conflictos bélicos por ejemplo también lo podemos comprobar, que se causan a través de un intercambio de palabras.

En definitiva, nos movemos por unas corrientes u otras a través de algo tan sencillo y básico como lo es, el poder de las palabras.

Hace unos cinco años aproximadamente, quizás alguno más, vengo plasmando reflexiones de las distintas experiencias que me ha dado la vida, aún continúo haciéndolo de forma casi diría que terapéutica. Cuando sientes un dolor en el estómago que no cesa, y ya te tienes que dar por vencido a pesar de que no es agradable expulsarlo por la boca, sientes inmediatamente después un alivio, pues digamos que es algo parecido lo que yo siento cuando escribo una reflexión de algún acontecimiento que se haya pasado por mi cabeza en ese justo instante, a veces tardo en ponerle forma, pero al menos las ideas las dejo redactadas.

Cuando un día observé que tenía muchas, me empujaron un poco hacer un libro de ellas.

Tu obra está cargada de crítica social, existencialismo y una sinceridad brutal. ¿Hubo algún texto que te costó especialmente compartir por su nivel de exposición personal?

Diría que «La historia de un chaval sin frenos» fue una reflexión complicada, por todo lo que conlleva y además porque lo he vívido muy de cerca, es complejo tocar ciertos temas cuando además sabes el dolor que se pasa estando en ese lado «fantasmal», recojo este término porque presencias todos los acontecimientos en su gran mayoría dramáticos pero no puedes hacer nada, por mucho que quieras no tienes ese poder de pararlo, fisicamente es imposible porque tu no eres el protagonista de esta historia.

La «Vía Rápida» es otro tema convulso, distinto al primero que he mencionado por supuesto. Pero en este el debate casi que es bidireccional, lo cual enriquece mucho la reflexión, lo interesante de leer el libro al final es precisamente esto, de que partan de un principio opuesto al mío, si al final del escrito logro hacerle cambiar de opinión o al menos tambalear sus ideales, me alegraré, habré cumplido mi objetivo jajaja.

Hay una defensa del pensamiento libre y mutable en cada página. ¿Te sientes en lucha con una sociedad que parece exigirnos coherencia eterna?

En lucha no, pero si me da pena lo fácilmente manipulables que somos, pero claro desde que el mundo es mundo, el ser humano ha sido manipulador y manipulable, el primero tiene el poder y el segundo además de no poseer nada compra el discurso, lo cuál es razonablemente absurdo, pero es así, de no serlo no habría tantas desigualdades generalizadamente hablando, pero no quisiera encauzar mi discurso a una vertiente política ni intención tengo.

Al final nuestra vida es una serie de muchas temporadas, claramente en muchos capítulos yo habré sido manipulado y ni me he enterado, en otras se te queda cara de bobo, pero bueno, vamos tirando.

Daniel Naranjo García: Reflexiones de un demente en el mundo de los cuerdos
Daniel Naranjo García: Reflexiones de un demente en el mundo de los cuerdos

El miedo, la soledad, el olvido, la madurez… ¿Por qué crees que necesitamos tanto ponerle palabras a estos conceptos para entenderlos o al menos intentar convivir con ellos?

Porque somos perpetuos de la etiqueta, actualmente hay una corriente «spanglish», nos encanta utilizar algunos términos en inglés para hacer de nuestro discurso más «profesional». Si se me permite el taco (por cierto siempre suenan mejor en nuestro idioma), esto es una soberana gilipollez. Pues nos pasa un poco con todo.

Entiendo que algunos conceptos sean necesarios, hay que llamar a las cosas por su nombre, pero desde luego no te niego que a veces el que mejor vive es aquel que convive en la más incompleta de las ignorancias.

Muchos de tus textos se sienten como una conversación íntima con el lector. ¿Piensas en alguien en concreto cuando escribes o te dejas llevar por lo que necesitas expresar tú?

Ambas, en algunas reflexiones intento desnudar todo mi ser y mostrar de la forma más profunda posible lo que siento, en otras pienso en personas de mi vida, pero bueno no quiero destripar toda la verdad sobre tu pregunta, que cada uno saque sus propias conclusiones.

Lo importante al final es que el lector se sienta identificado directa o indirectamente con cada una de mis reflexiones.

En varios pasajes haces referencia a figuras culturales como Juan Carlos Aragón o citas de autores clásicos. ¿Qué influencias han marcado tu forma de ver el mundo y de escribirlo?

Juan Carlos Aragón sinceramente y ya en el libro lo destaco, es digno de estudio, al menos así lo creo. Puedo estar más o menos de acuerdo en muchas de sus reflexiones, pero no te deja indiferente y admiro mucho ese tipo de personas, al final me ahorro mis dotes detectivescas (si es que las poseo) y se me muestra un ser tal cual, transparente, sin tapujos, sincero aunque no te guste por cruel que pueda resultar algún comentario que diga, pero compras lo que oyes y ves, eso en este mercado actual carece de existencia.

También empatizo mucho con la idea del superhombre de Nietzsche, y digo empatizo porque fue durante mucho tiempo mal interpretado y utilizado de manera distorsionada por los nazis, pero si analizamos su texto podemos descifrar la grandeza con la que el ser humano tendría si esa fuente de pensamiento fuese el dogma predeterminado de nuestro mundo.

Hay una mezcla entre dolor, ternura, ironía y reflexión en tus textos. ¿Te ayudó la escritura a procesar vivencias difíciles o más bien es un canal de observación del mundo exterior?

Como dije antes, es un método casi terapéutico, me ayuda sobretodo porque cuando sueltas todo lo que tienes dentro, puedes ver mejor los distintos prismas que la vida te da. En multitud de ocasiones vemos un problema con una única solución o directamente no se la encontramos lo cuál nos deja con un callejón sin salida, pero es incierto.

Nuestra razón no es más poderosa que la naturaleza de la propia vida, por eso cuando hay una tormenta que parece que no tiene fin y va arrasar con todo a su paso, pasa y llega la calma. Vuelven a sonar los pájaros, las olas se escuchan romper, el cielo vuelve a tornarse de azul, en definitiva volvemos al punto de retorno después de una «gran crisis».

Los problemas los veo un poco bajo esta metáfora, no hay mayor problema que uno mismo, porque no cesamos en el empeño de agrandar lo que a lo mejor era insignificante.

Tu voz es crítica, pero también empática. ¿Sientes que hay espacio hoy para este tipo de discurso en medio de lo políticamente correcto y el exceso de superficialidad?

Es difícil, hace poco tuve una conversación sobre el debate del aborto, y bajo su prisma me dijo literalmente: -«Así lo ves tú que respetas y tienes la mente abierta, pero la gente que no está de acuerdo no lo va entender de otra forma».

Nuestro mayor error supongo reside en pensar que nuestra creencia es la real y no pueden existir otras, cuando el «solo sé que no se nada» es la mayor verdad que yo haya podido leer de forma tan corta y tajante.

Hablando del exceso de superficialidad, he de decir que espero que algún día hagan un remake real de los años 80, 90 y principios de los 2000, creo que generalmente éramos más felices, y a poder ser que duré mucho en el tiempo dicho remake.

Muchos lectores pueden sentirse identificados con tus textos. ¿Qué te gustaría que se llevaran después de leerte? ¿Algún texto que crees que “golpea” más que otros?

A decir verdad solo deseo que les ayude a entender que el mundo esta lleno de opiniones y que para tantas preguntas, hay muy pocas verdades absolutas.

Las reflexiones golpearan más que otras dependiendo en el momento en que te encuentres cuando comiences a leer, algunos les tocará la fibra «el olvido» otros «el covid», etc.

Al final esto es un poco como la música ¿no? Te apetece escuchar una cosa u otra dependiendo del punto vital que estes en ese justo instante.

Tienes en marcha una novela sobre un asesino en serie. ¿Qué te atrae de lo oscuro y lo psicológico? ¿Veremos en ella la misma carga de profundidad reflexiva que en este libro?

Desde pequeño siempre me ha apasionado el misterio, mi padre cuando yo era un niño ponía Colombo y yo me quedaba viéndolo con él. También he leído mucho a Conan Doyle.

Cuando decidí estudiar, hice Criminología, hace unos años vengo leyendo muchos libros de Vicente Garrido y también uno que me gusto mucho de David Blanco.

Al final casi que llevo media vida mía que no es mucha jajajaja, leyendo y viendo historias del género.

Me apasiona intentar poder comprender el universo tan grande del conocimiento humano y como una persona aparentemente «normal» puede realizar grandes atrocidades, el mundo quizás no esta preparado para entender que cualquier persona puede ser potencialmente un asesino, esta frase por épica que parezca no es mía, pero sin embargo la utilizo porque no le falta verdad, es posible que solo necesitemos una razón de peso para actuar, no dejamos al fin y al cabo de ser animales y si vemos nuestra manada o crías peligrar, actuamos.

Quiero hacer aquí un paréntesis, entiéndase esto como una supervivencia vital, no quiero encontrarme a la policía llamando a la puerta de mi casa porque piensen que puedo hacer daño a alguien jajajaja.

Bromas aparte, también me interesa mucho el pensamiento del psicópata, al final hay muchas leyendas urbanas sobre esto, pero sin embargo a día de hoy somos aún incapaces de entenderlo al 100%.

Sobre la novela que tengo en el horno que efectivamente trata de un asesino en serie, busco casi la empatía del lector con el homicida, no quiero destripar nada, pero la intencionalidad que tengo es esa, empatizar tanto con el villano como con sus actos, ya que a veces dudaras de que es realmente el bien y el mal.

No sé cuando la terminaré, o si posiblemente vuelva a sacar otro libro más de reflexiones antes de que la novela salga a la luz, pero prometo grandes dosis de intriga y tensión.

Antes de finalizar quiero daros las gracias por la oportunidad y animar aquellos/as que estén en el proceso de creación de sacar un libro, disfruten el camino, porque lo realmente gratificante no son las ventas si no el esfuerzo y cariño que le habréis puesto para plasmar vuestra ilusión en una cantidad innumerable de páginas.

Daniel Naranjo García: Reflexiones de un demente en el mundo de los cuerdos
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