Entrevistamos al exitoso escritor Iñaki Reyes
– Iñaki, como maestro y escritor, ¿cómo logras equilibrar tu trabajo en el colegio GSD “Las Suertes” con tu pasión por la escritura?
Bueno, en realidad, no es algo muy difícil de compaginar para mí.
Lo primero que necesito para escribir es inspiración, lo segundo es tiempo y lo tercero es un ambiente idóneo para ello.
La inspiración, afortunadamente, siempre se manifiesta. El tiempo es lo más difícil de conseguir. En mi caso, aprovecho mucho los ratos libres que tengo en el colegio para hacer borradores o pasar a la libreta lo que tengo en mi mente. Después, busco un ambiente en el que pueda estar concentrado para ordenarlo todo y pasarlo a limpio. Eso suelo hacerlo incluso fuera de casa, en sitios que me aportan paz y confianza, como el Café Gijón en Madrid, que es testigo de muchos de mis ratos de escritura.
Te diría que, personalmente, es más difícil equilibrar el oficio de escritor con la familia, debido a que la novela requiere mucha reflexión interior, muchas emociones a transmitir distintas a las que puedes encontrar en una casa con dos niños pequeños. A mí me encanta meterme en los personajes, tratar de sentir lo que ellos están sintiendo para ser capaz de transmitírselo al lector.
– “El origen del bien” fue tu primera novela, ¿qué te inspiró a escribir una narrativa sin tapujos y directa?
“El origen del bien” tiene mucho de mi carácter. Representa muy bien a la persona que llevo dentro. A mí me encanta la sinceridad, aunque a veces duela. Odio la hipocresía y me gusta llamar a las cosas por su nombre.
Comencé a escribir “El origen del bien” cuando tenía diecinueve años. Empezó como un libro autobiográfico, como unas memorias vaya, pero a medida que lo iba redactando me preguntaba que, por qué no añadir cosas ficticias. Por qué no crear un personaje que aunara las características y las anécdotas de muchas de las personas de mi entorno al que le sucedieran cosas que yo había experimentado, otras que me habían contado y otras que se me ocurrían. Todo ello unido a mi amor por la novela social, el romanticismo y a la indiferencia de lo que piensen sobre mí, dio lugar a esa bonita historia.
– Cuéntanos un poco más sobre “Relatos de esta España nuestra”. ¿Qué te llevó a escribir una obra de relatos conectados que exploran la historia de España?
En primer lugar, mis abuelos. Estaba, estoy y estaré en deuda con ellos por todo lo que han hecho por mí y por todo lo que me han enseñado. Quería, de alguna manera, representar lo que ellos me transmitieron, lo que me hicieron sentir y vivir en sus casas, en los pueblos, en el campo, con sus comidas, su manera de trabajar, su manera de querer.
El amor y la nostalgia que siento hacia España, sobre todo hacia esa España de antes, en la que nos criamos los de mi generación, fueron mi gasolina.
También debo añadir que la relación que he tenido con los pueblos, sobre todo y gracias a mi mujer, con los de Castilla, sus costumbres y las historias únicas de sus vecinos me han inspirado y me inspiran mucho.
– ¿Puedes hablarnos de algunos de los personajes y sus historias en “Relatos de esta España nuestra”? ¿Por qué decidiste darles protagonismo en tu obra?
Lo cierto es que la combinación de personajes es muy variopinta. Desde Ramón, un joven de Elizondo que se ve metido en la guerra sin quererlo, hasta Vicente, un señor de un pueblo de Soria que vive de la renta mínima y de la solidaridad de sus vecinos, los protagonistas ocupan todos los ámbitos de la sociedad española del siglo XX. Hay hombres, mujeres, gente formal e informal, mujeriegos, adúlteras, maestros y asesinos… La mayoría de los personajes están basados en historias reales, que despertaron mi interés y me preocupé de investigar.
En cuanto al protagonismo que reciben, pienso que es merecido. Creo que España es de los españoles, las personas que se entrelazan a diario y llenan nuestros días de historia y de historias. Siempre he sentido atracción por ese tipo de historias corrientes y he querido sacarlas a la luz contándolas desde el punto de vista y desde las emociones de quienes lo viven.
– La obra parece reflejar la vida de personas comunes que quizás no consideraríamos importantes. ¿Qué te llevó a enfocarte en estos detalles y matices de la vida cotidiana?
Como decía, son detalles que siempre me han llamado la atención.
He tenido la fortuna de pasar temporadas en casa de mis abuelos, unos de Extremadura y otros de Córdoba, también en casas de amigos, cuyas costumbres, comidas, horarios y formas de divertirse eran diferentes a las de mi familia. Habitualmente he intentado adaptarme a las casas y a los sitios en los que he estado, y he prestado atención a todos los que en ellas vivían.
Además, creo que, por desgracia, muchas de esas costumbres se están perdiendo, y escribirlas ha sido para mí una manera gratificante de recordarlas.
– ¿Cómo definirías el valor y el propósito de “Relatos de esta España nuestra” para tus lectores?
Honesta y humildemente, creo que es un texto que tiene más valor del que yo mismo le he dado. Algunos de los relatos fueron leídos por escritores de la talla de don Fernando Sánchez Dragó o don Guillermo Gortázar, quienes además de escribir, son de esa generación que yo añoro. Ellos junto con otras personas de aquella generación me han ayudado mucho tanto a narrar, como a recopilar información, o incluso a sentir lo que ellos sintieron durante sus vidas, y su opinión sincera sobre el libro siempre fue buena.
El propósito creo que ni yo lo tengo claro. Como mencioné anteriormente, ha sido un libro que me ha hecho disfrutar mucho de los recuerdos, de ponerme en el lugar y en el momento de los personajes, sentir lo que sentían, beber lo que bebían, comer lo que comían, etc.
Por lo tanto, el propósito no es más que lo que me pasa con todo lo que hago, puro placer y ocio personal.
– Has mencionado que eres un lector empedernido. ¿Qué autores o libros te han influenciado en tu escritura?
Si hablamos solo de la influencia en este libro, tengo claro que han sido autores españoles de novela histórica y social. Camilo José Cela y su “Colmena”, Francisco Umbral con “Mortal y rosa” o “La noche que llegué al Café Gijón”, Miguel Delibes y “Las ratas”, Sánchez Dragó, Pio Moa, Guillermo Gortázar, son los escritores y los libros que más he devorado en estos últimos dos años.
He tenido y tengo la gran suerte de poder conocer a algunos de ellos y compartir charlas, coloquios y tertulias con otros.
En cierta manera, este libro es un pequeño y humilde homenaje hacia ellos.
– Además de ser escritor y maestro, eres un atleta de CrossFit. ¿De qué manera el deporte influye en tu vida y tu proceso de escritura?
Después de mi familia, el deporte es la parte más importante de mi vida. Yo no sería lo que soy sin el deporte. Es mi vía de escape, mi momento de meditación, mi rato de soledad donde aprendo a gestionarme, a lidiar con los miedos, el dolor, el cansancio…
Por lo tanto, es una influencia mayúscula en mi vida.
Sin embargo, he de reconocer que no influye para nada en mi proceso de escritura, son dos aspectos de mi vida totalmente diferentes.
– ¿Qué papel juegan la cultura y las costumbres españolas en tus obras? ¿Cómo los incorporas en tus relatos?
Hasta el momento juegan un papel protagonista. Todos los personajes de mis dos novelas son muy costumbristas, españoles de diferentes clases sociales, edades y momentos. Los lugares también tienen mucha importancia, me encanta que el lector sepa en todo momento dónde se encuentra, qué se está bebiendo, qué se está comiendo, a qué huele, qué temperatura hay, etc. En esos detalles es donde el lector podrá apreciar las pinceladas de cultura y costumbres españolas, cuando se saborea un vino o un coñac, cuando se camina por la Gran Vía, cuando se come en el Café Gijón, cuando se baila en la verbena de un pueblo…
– ¿Qué desafíos enfrentaste al escribir sobre diferentes momentos de la historia de España, desde la Guerra Civil hasta los años 70?
La verdad es que muchos de los temas de la historia reciente de España son tabú en la actualidad.
La sociedad de hoy en día te obliga ni más ni menos que a posicionarte siempre a favor o en contra de las cosas.
Yo nunca busqué el posicionamiento. Siempre busqué que el lector pudiera sentir lo que siente el personaje, que empatizara con él y lo entendiera.
Fue también un desafío el informarme bien de todos los datos de las historias que cuento, acudir a los pueblos en los que tuvieron lugares muchos de los hechos, hablar con la gente, preguntar, leer, y sacar conclusiones propias ya que la historia es diferente según quien te la cuente.
Otro de los desafíos más importantes que encuentra uno siempre es la exposición al público, el que los lectores te tilden de algo que en realidad no eres, o pongan en tu boca palabras que nunca has dicho o ni siquiera has pensado. Pero bueno, es uno de los precios que hay que pagar cuando haces público algo tan íntimo como una novela.
La familia también puede sufrir por el qué dirán cuando lo lean, el qué pensará la gente de mí y esas cosas. Eso es lo que menos me gusta de todo.
– ¿Cómo crees que “Relatos de esta España nuestra” contribuye a la comprensión de la España contemporánea?
Es una muy buena pregunta, de respuesta muy difícil.
La verdad es que no lo sé, no sé cómo puede contribuir a comprender la España contemporánea.
Me encantaría que los lectores empatizaran tanto con los personajes que entendieran por qué son como son y hacen lo que hacen y así, es posible que entiendan por qué a veces han sucedido cosas que han definido nuestra historia y a nosotros como españoles.
España es un país muy difícil de comprender a día de hoy, sobre todo para las nuevas generaciones, quienes, en general, están sometidos a opiniones sobre la historia de nuestro país sin base ni fundamento. Ojalá este libro al menos les haga preocuparse por saber y conocer más nuestra historia y sacar sus propias conclusiones.
– Hemos hablado de cómo compaginar trabajo y familia con la escritura, y nos has mencionado a personas que te han ayudado. ¿Podrías explicarnos cómo y dónde tuvo lugar el proceso de escritura del libro?
En cuanto a los relatos, como ya dije, están basados en historias de personas que he conocido y me han llamado mucho la atención. Lo cierto es que la mayoría las comencé a escribir sin saber de qué manera iban a terminar; el propio relato y la pluma me condujeron hacia ello.
Es difícil para mí mencionar un lugar exacto para escribir. Reconozco que la mayoría de los relatos están escritos en la terraza del Café Gijón. Ese lugar tiene un aura que me hace sentir a gusto e inspirado. Todos me tratan como si fuera de la familia y se aseguran de que esté en paz. Con un par de copas de vino parece que las letras van saliendo con mayor fluidez.
Recuerdo que escribí alguno de ellos en el Museo Chicote, al final de la barra, observando a las personas que pasan por allí.
Suelo escribir todo en una libreta Moleskine, y después, ya en casa, lo paso a ordenador y hago las correcciones oportunas o los últimos cambios.
– Finalmente, ¿tienes algún proyecto literario futuro del que nos puedas adelantar algo? ¿Algún género o tema en particular que te gustaría explorar en tus próximas obras?
He de decir que sí. Actualmente estoy dando los últimos retoques a una novela para niños de diez u once años que está inspirada en el colegio en el que trabajo. Creo que es algo que les debo. Se lo debo a ellos y me lo debo a mí. Los niños, junto a mi familia, son los que ocupan y con quienes comparto la mayoría de mi tiempo. Son para mí una alegría, una motivación diaria que me llena de felicidad. Solo espero que les guste y que les reporte la energía y la diversión que ellos me dan a mí.
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