Entrevistamos a la autora de “Clàudia tiene la llave”, Nuria Castellano Peralta.
- ¿Qué le inspiró a escribir “Clàudia tiene la llave”? ¿Hay algún evento o experiencia personal detrás de la historia?
Dos motivos me inspiraron a escribir este cuento.
*El primero fue que siempre me ha gustado leerles cuentos a mis hijas. Sobre todo, cuentos de superación en los que se pudieran sentir reflejadas.
A los tres años y medio, una de mis hijas sufrió un cáncer y eché mucho de menos, en las largas noches de hospital, algún cuento donde, sin hablar directamente de la enfermedad, la protagonista de la historia reflejara las características físicas a las que se estaba enfrentando ella. Cuando estás inmersa en una situación tan difícil, la imaginación es un descanso para el alma. Y más si el cuento no es sólo para los niños, sino también para sus padres y familiares.
*El segundo motivo fue el intenso momento emocional al que me enfrentaba yo como madre.
Me resultaba tremendamente difícil poner palabras a lo que sentía de manera directa y, a la vez, sentía la imperiosa necesidad de ponerles orden.
Ambos motivos, crear para volar y crear para sanar, me llevaron a escribir esta historia.
- ¿Cómo ha influido su formación como terapeuta Gestalt y terapeuta corporal en su proceso de escritura y en la creación de personajes?
La terapia Gestalt es una terapia humanista que centra la experiencia en lo que está ocurriendo en el momento presente de manera auténtica. Esto hizo darme cuenta enseguida de cómo los niños viven naturalmente de esa manera, espontáneamente y sin analizar lo que ocurre, simplemente viviéndolo y jugando en cualquier circunstancia, por terrible que al adulto le parezca. Somos los mayores quienes les sacamos de ahí corrigiendo o alimentando con juicios la experiencia.
Para escribir el cuento, salí de mi mente controladora que trataba de comprender el porqué de que un niño sano enfermara a tan corta edad sin ningún motivo aparente, y simplemente dejé que mi corazón creara una historia. Cerré los ojos y escribí como si, más allá de mi mente, hubiera una respuesta desconocida a lo que estaba ocurriendo. Real o imaginario era lo de menos. Era el cuento que yo también necesitaba.
- El cuento parece tener un fuerte componente simbólico. ¿Qué representa la isla y qué mensaje espera transmitir a los lectores a través de ella?
Como se trata de un cuento donde las emociones buscan salida, la isla vendría a ser la normalidad en la que nos vemos inmersos en el día a día, en la que todo es funcional hasta que ocurre algo y deja de serlo. En el cuento son unos invasores, que vendrían a ser, la enfermedad.
El mensaje que trato de transmitir es que la vida no es lineal para nadie. A veces los invasores parecen algo positivo y después no lo es. A veces directamente es algo traumático. Representa el cambio constante al que todos estamos sometidos y cuando aparece, como en el cuento, la enfermedad.
- Como madre de tres hijas y con una profesión enfocada en ayudar a los demás, ¿cómo combina esos roles con su faceta de escritora?
Siempre me ha gustado escribir desde pequeña. Esta vez, me parecía que, si a mí me había servido esta historia, podía ayudar a aquellos padres leyendo a sus niños y personas que también se enfrentan a la enfermedad y que, a veces, olvidan que, cuando nos permitimos ser niños, todo es mucho más sencillo.
Las cosas que son buenas para el alma nunca son una obligación y encontrar el tiempo es salud y ejemplo para quienes te miran de cerca.
Así hice con este cuento. Tiempo para mí, reconocimiento para ellas.
- En su biografía menciona que “crear es una forma de sanar”. ¿Podría profundizar en cómo el proceso creativo le ha ayudado personalmente en momentos difíciles?
Como te comentaba, necesitaba dar salida a unas emociones muy intensas. Como, por ejemplo, el miedo.
Es una triste realidad que, hoy en día, muchos niños y adultos no son curados aun de esta enfermedad o de muchas otras.
Cuando estás en una planta de oncología infantil por largo tiempo tomas mucha consciencia de este hecho y eso hace inevitable vivir con gran incertidumbre.
Tratar de controlar lo incontrolable está bastante cerca de la neurosis, así que cualquier acto creativo es una salvación para pacientes y familiares.
En mi caso, lo ha sido escribir y estar en contacto con el movimiento expresivo y autentico del cuerpo.
Las emociones vienen y van. Expresarlas las hace ligeras. Observa a un niño, llora y ríe en un intervalo de segundos.
Al interpretar lo que sentimos, lo arraigamos, lo alargamos en el tiempo y evitando sentirlo, más.
Al expresarlo sin juicio se aligera, se da salida, se transforma y se vive. No solo se sobrevive.
- El cuento está dirigido a “todos los públicos porque todos seguimos siendo niños”. ¿Cómo ha logrado equilibrar la narrativa para que sea accesible y significativa tanto para niños como para adultos?
Te lo voy a explicar con una pequeña anécdota personal. Cuando mi hija estaba ingresada, a menudo jugábamos su padre, ella y yo, al juego de la oca. Cada vez que ella caía en la casilla de la muerte, su padre y yo nos estremecíamos y tratábamos de hacer trampas para que nunca cayera ahí. Es evidente nuestro sentir. Para ella, era un siempre juego divertido y una casilla más.
Con el cuento pasa igual. Si lo lee un niño, hay una isla, una niña con características físicas que son tomadas en medio de la aventura y un volcán.
Puede ser para ella curioso que la protagonista tenga características similares a su vivencia.
Para los que viven cerca del cáncer o la enfermedad podrán ver, en un caballo, una silla de ruedas. En las quemaduras, los efectos de la quimioterapia en la piel y en las uñas. En el dolor físico, el dolor muscular.
En la furia del volcán, una de las partes inevitables del proceso del duelo: la rabia.
Voy a contarte un hecho conocido en la experiencia traumática. Cuando una persona vive una experiencia traumática, de manera inconsciente, todo lo que le sucede o lee, le lleva ahí.
Al menos, hasta que poco a poco no se va sanando. Así que, en el cuento, no hacen falta demasiadas explicaciones para quienes viven esta realidad.
Y para los que no, agradezco mucho tus preguntas que me permiten dar explicaciones que lo puedan aclarar.
- Los beneficios de su cuento se destinan a la investigación del cáncer infantil. ¿Por qué decidió apoyar esta causa en particular y qué impacto espera lograr con esta iniciativa?
El cáncer infantil se considera una enfermedad minoritaria.
El dinero destinado es mínimo por este motivo. Los mayores ingresos provienen de donaciones, como me gustaría lograr con este cuento.
Un niño enferma de cáncer con una equivalencia de 200 adultos. Por ese motivo el poco dinero que se destina va a las enfermedades que alcanzan a un mayor número de personas.
El cáncer de adultos y el de niños son enfermedades diferentes.
Mientras los niños padecen cáncer por crecimiento, los adultos lo padecen por envejecimiento celular. Los tratamientos también lo son, así como la investigación.
España cuenta de reciente creación con el Pediatric Cancer Center SJD, el segundo hospital más importante de Europa, con cabida para 400 niños que padecen esta enfermedad.
Me consta que este hospital comenzó como un sueño para los profesionales y acabó siendo una realidad gracias a las donaciones de empresas, particulares y familiares de niños con cáncer.
En nuestro caso particular, el cáncer quedó atrás y, todo lo recibido que es muchísimo por parte de esta institución, quería que le fuera, de alguna manera, devuelto.
Quiero participar, en la medida en que me sea posible, con la venta de este cuento, para colaborar con la investigación que ponga fin a esta cruel enfermedad.
- Ha trabajado en la atención y seguimiento de víctimas de violencia. ¿Ha influido esta experiencia en la manera en la que aborda temas como el miedo, la valentía y la resiliencia en su libro?
La experiencia traumática en el ser humano implica situaciones que superan la capacidad de gestión emocional de la persona. Ya sea una enfermedad sobrevenida, un accidente, un abuso o una violencia puntual o continuada.
El cuerpo emocional queda impactado y, para poder sobrevivir, puede utilizar diferentes recursos, como una depresión, estrés o una sensación de anestesia o congelamiento.
De nuevo, la salida es poder expresar, en la forma en que sea permitida, real o fantasiosa, dibujada, poetizada o expresada con palabras o movimiento expresivo, emociones como el miedo que quedaron sin resolver.
Así es como lo hace la protagonista del cuento, asumiendo las peticiones del volcán.
Podemos escuchar nuestro sentir para recuperar de nuevo aquello tan peligroso que se puede perder con estas experiencias si no se integran; la confianza, la conexión verdadera, la autoestima y el amor.
- ¿Qué consejos le daría a otros escritores que están empezando, especialmente aquellos que desean escribir historias con un propósito de sanación o que aborden temas complejos de una manera accesible?
Que hablen de lo que conocen, con pasión y sin miedo. Solo hay una verdad inamovible y es la propia experiencia.
En este trayecto he conocido todo tipo de profesionales que, con ánimo de ayudar, juegan a ser dioses, dañando profundamente a personas que se encuentran muy vulnerables por su situación.
Sólo desde el profundo conocimiento del dolor se puede acompañar en el dolor hasta puerto seguro. Y para eso, hay que permitir acercarse desde un lugar muy frágil. Si ese es el caso, valor y adelante. El mundo lo necesita.
- Para finalizar, ¿qué tal ha sido la experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo?
Me siento muy contenta y agradecida por la calidez y humanidad de círculo Rojo.
Al tratarse de un cuento tan personal temía moverme en un mundo de mails fríos e impersonales.La realidad ha sido sencillez, calidez, cercanía y facilidad en todo momento
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