Entrevistamos a Jacqueline Cruz para conocer su última novela, «Todas las islas la Isla»
Para quien no te conozca, ¿quién es Jacqueline Cruz?
Jacqueline Cruz es investigadora académica y docente especializada en feminismo, escritora, traductora, correctora y gran amante de las lenguas. Según los días, se siente ciudadana del mundo o de ninguna parte: hija de madre gallega y padre cubano, se crió en Canarias y ha vivido también en EEUU (Los Ángeles y Oregón), Sevilla y Madrid. Tras otra breve etapa en Canarias, Alicante es (por el momento) la última escala en su vida de nómada.
¿Cómo nace tu vena escritora?
Siempre quise ser escritora, pero las circunstancias y las decisiones vitales me llevaron a dedicarme a la literatura sobre todo desde “el otro lado”, como Doctora en Filología Hispánica, profesora en varias universidades estadounidenses y autora de libros y artículos académicos de crítica literaria, cinematográfica y cultural. Desde la adolescencia escribí relatos, y tengo también un guión de largometraje guardado en un cajón, pero tardé en lanzarme a la aventura de escribir novela.
¿Cuántos libros has publicado?
Novelas, sólo dos (aparte, he publicado dos libros de enfoque académico), Gajos de naranjas, publicada en 2014 (también por Círculo Rojo), y ahora ésta, Todas las islas la Isla.
¿Qué es lo que más destacarías de Todas las islas la Isla?
Todas las islas la Isla comenzó como una especie de escritura terapéutica tras “escapar” de la época oscura que relato en la novela: sentí una necesidad acuciante de volcarla en el papel, para intentar entender el gran error que cometí al quedarme en una isla a la que inicialmente fui a pasar sólo “una temporada”, para exorcizar algunos de los sentimientos dolorosos que experimenté allí y, al transmutarlos en materia literaria, “rentabilizarlos” de algún modo. Sin embargo, acabó siendo mucho más que autoficción, porque es también una novela epistolar, una novela autorreflexiva y contiene una elevada dosis de experimentación lingüística.
¿Alguna anécdota que puedas contarnos?
La palabra anécdota me hace pensar en cosas divertidas o simpáticas, y el proceso de escritura de esta novela no fue ni una cosa ni la otra. Por el contrario: el proceso de “excavación” y rememoración del pasado fue muy doloroso y, si tuviera que elegir una “anécdota” representativa, diría que me costó mucho más narrar un pequeño accidente doméstico que un intento de suicidio… ¡Los caminos del trauma son inescrutables!
¿Qué pretendes provocar en el público con la lectura de tu obra?
Al contrario que Gajos de naranjas, con la que me propuse transmitir un “mensaje” (feminista), esta novela la escribí inicialmente para mí misma y, en principio, sólo esperaba que las lectoras me acompañasen a lo largo de mi “odisea” y que ello pudiera servirles tal vez para reflexionar sobre sus propias experiencias (creo que casi todo el mundo ha tomado alguna vez una decisión irreflexiva de la que le ha costado liberarse). Más tarde surgió también el deseo de crear conciencia sobre la discapacidad física (un tema prácticamente invisible en la literatura), el cuidado de las personas mayores y ―una de mis obsesiones― la importancia de utilizar un lenguaje inclusivo, que nos nombre a las mujeres.
¿Qué consejo te gustaría darle como escritora a tu yo de hace unos años?
Tras escribir esta novela, a mi yo de 2015 le diría que ni se le ocurra ir a la Isla, ni siquiera de vacaciones, jeje. Ahora en serio: a mi yo más joven le diría que se lanzara a escribir ya mismo, sin desfallecer, arañando el tiempo donde fuera, y teniendo en cuenta que cualquier historia es susceptible de convertirse en literatura si se encuentra el ángulo adecuado.
¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?
Ningún autor o autora en particular. Una es todos los libros que ha leído (y, por mi profesión, que es también afición, he leído muchísimos) y todos dejan algún poso, ya sea por atracción o por rechazo, que incide de manera inconsciente en lo que luego se escribe. En mis dos novelas abundan las referencias literarias: algunas surgieron ad hoc, pero la mayoría constituyen un homenaje a mis autoras (sí, sobre todo mujeres) más admiradas. En Todas las islas la Isla entablo, además, un diálogo intertextual con autores (éstos sí masculinos) de la vanguardia canaria, porque sus análisis sobre la insularidad y el mito de Ulises no sólo me sirvieron para explorar mis propias vivencias, sino también para insertarlas en un marco, por así decir, “poético”.
¿Dónde se pueden conseguir tus libros?
A través de mi página de autora en la web de Círculo Rojo (se trata de venta directa, con ejemplares dedicados y marcapáginas) y en Amazon (formato libro y Kindle). También están disponibles bajo demanda en la Casa del Libro y LibrosCC.
Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?
Recomiendo leer autoras, punto. Aunque en las últimas décadas las escritoras han ido conquistando un lugar en el mundillo literario, la paridad está muy lejos de alcanzarse: menos de un tercio de los libros publicados en España son de autoría femenina, los premios institucionales siguen recayendo mayoritariamente en hombres y las escritoras reciben sistemáticamente peores críticas que ellos, aparte de que siguen invisibilizadas en el canon. Por mencionar sólo a una, y puesto que en 2021 se celebró el centenario de su muerte, recomendaría a Emilia Pardo Bazán, quien, pese a ser una de las pocas “clásicas” en el canon español (creo que fue la única escritora a la que estudié en el colegio), es todavía una gran desconocida… hasta el punto de que algunos insignes académicos se jactan (sí, se jactan) de no haberla leído.
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