Conocemos más detalles de “Tramas de la memoria”, la obra de José María Campuzano García-Bárcena, publicada con Círculo Rojo.
- By: Elescritor.es
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José María, tu segundo poemario, “Tramas de la memoria”, se publicó cinco años después del primero. ¿Qué te llevó a publicar este nuevo libro después de un período de tiempo relativamente largo?
Cada libro tiene su propio ritmo creativo. No me parece que el escritor deba imponerse un plazo “razonable” para publicar entre una obra y la siguiente. Hay que quitarse de encima cualquier presión del tipo que sea y dejar que la obra vaya fluyendo despacio, y en el caso de mi poesía me parece que es algo fundamental, desde la primera elaboración mental hasta la posterior escritura y corrección. Aún así, llega un momento en que hay que decir basta y dejar de retocar. Mis poemas pues, aparecen en un determinado momento del proceso creativo, y podría decirse que nunca están acabados del todo.
¿Cómo describirías tu evolución como poeta desde tu primer libro, “Calles sin sombra” hasta “Tramas de la memoria”?
Ambos libros nacen en un contexto, tanto creativo como personal, muy diferente. Por ceñirme a “Tramas de la memoria”, creo que es más reflexivo, más cercano a la naturaleza y más alejado del paisaje urbano. Está influido por el ambiente rural en el que me muevo en estos últimos años y por la idea que subyace por debajo de todas sus páginas y que supone una toma de conciencia de la muerte que se va acercando y del peso que la trama que teje la memoria alrededor de lo que somos, tiene a la hora de mantenernos activos y con ganas de vivir al máximo.
En definitiva, mi evolución como poeta se ha dado en torno a una mayor madurez reflexiva y una forma de contar las cosas más comedida, que no por ello abandona la radicalidad a la hora de denunciar los aspectos más traumáticos de la sociedad actual en aras de incidir en la lucha por hacerla más justa.
En la sinopsis de tu libro, mencionas una mirada desde lo universal que encuentra refugio en lo personal. ¿Puedes ahondar en esta idea y explicar cómo se refleja en tus poemas?
Toda obra de arte se dirige a lo universal, entendiendo este concepto en el sentido en que se preocupa de aquellos interrogantes o problemas que acucian al ser humano independientemente de su origen, formación cultural o posición social. La importancia de la memoria, el aprendizaje, los recuerdos, la llegada de la muerte y el sentido de la existencia, la posición social y la explotación del hombre por el hombre, o la manifestación de la cara violenta y destructiva de la guerra que sigue siendo un recurso de dominio también sobre pueblos enteros, por citar algunas cuestiones, son constantes por las que muchos ciudadanos nos interrogamos alguna vez, o a menudo.
Como poeta, mi acercamiento a estas cuestiones lo reflejo frecuentemente desde la propia experiencia y una óptica marcadamente personal, situándolas por lo tanto de la forma más cotidiana y reconocible posible en el discurso creativo.
Hablas de la influencia de autores como Pessoa, Bob Dylan, Juarroz y García Montero en tu obra. ¿De qué manera han influido estos escritores en tu estilo y en tus temas?
Son cuatro autores de los que más leo y los he elegido porque todos han significado un salto adelante en mi concepción de la poesía a medida que los fui descubriendo.
Comencé a escribir después de leer la traducción de las letras de los primeros discos de Dylan y me quedé con la idea de la capacidad del arte para despertar conciencias, y movilizarlas incluso, en pro de conseguir ciertos cambios o mejoras en el modo de afrontar la realidad.
Pessoa significó el descubrir la profundidad del pensamiento vista en muchas y llamativas ocasiones desde la perspectiva de la vanguardia literaria. Escribir es mucho más que expresar unas ideas, también es un reto intelectual que se puede implicar en romper con las reglas que lo acotan en su aspecto más formal.
De Juarroz me llama la atención el milimétrico, exacto, pausado y medidísimo uso de la palabra. La poesía vertical que deja tras de sí prolongados espacios de silencio que hacen protagonista a la reflexión del lector.
Montero me fascina con su manera de acercarse a lo cotidiano y descubrirnos el rastro, la carga poética que se encuentra en cada una de las cosas más comunes, accesibles y sencillas.
No obstante, la búsqueda incesante de un lenguaje propio, me lleva a eludir conscientemente algún tipo de influencia claramente marcada. Además de que, y yo estoy convencido de ello, todo lo que leemos nos influye.
En tu biografía, se menciona que crees que la poesía debe ser una potente arma de transformación social. ¿Puedes compartir tus pensamientos sobre el papel de la poesía en la sociedad actual?
Creo que fue Aristóteles el que en la Atenas clásica abogaba por un gobierno de poetas. En aquel tiempo ya intervenían estos, junto a los filósofos, muy activamente en la vida pública de la cuna de la democracia, con un sentido crítico que les llevaba alguna vez que otra al destierro, cuando no a la muerte.
Sería iluso reivindicar en estos tiempos que vivimos ese lugar para la poesía. Pero de igual modo lo sería el plegarla a las directrices de una sociedad de mercado renunciando al carácter inconformista, crítico, liberador y contestatario de la misma.
No son buenos tiempos para la poesía, ni para el mundo del arte, de la literatura e incluso de la difusión del conocimiento en general. Por eso la poesía puede ser un mecanismo de resistencia ante las dinámicas de vuelta a tiempos pasados y una vía de penetración en las conciencias que las mantenga en pie contra los vientos adversos.
Tu obra está arraigada en Cantabria y su entorno rural. ¿Cómo influye tu lugar de origen en tu poesía y en tus temas?
El entorno cultural, humano y económico del lugar donde uno nace conforma desde el primer momento gran parte de las características de su carácter. El paisaje y la climatología, en cierto modo también. Pertenezco a la Cantabria rural por raíces, pero también por decisión muy consciente. La paulatina pérdida del modo de vida tradicional, el despoblamiento más o menos acelerado, junto al deterioro de las raíces culturales propias, o la irrupción del turismo masivo y sin apenas control alguno, invita a reclamar una identidad cada vez más diluida, y ahí la poesía, según yo la concibo, tiene una tarea que puede hacer en beneficio de los que menos tienen, tanto en el mundo del campo como en las grandes urbes.
¿Puedes hablarnos sobre tu proceso creativo al escribir poesía? ¿Tienes alguna rutina o inspiración particular que te guía?
Mi rutina de trabajo ha ido variando con el tiempo. Tengo varias ideas siempre dándome vueltas en la cabeza, en proceso de maduración, por así decirlo; hasta que, en un momento determinado, un hecho cotidiano o un suceso muy puntual establece la conexión con alguna de ellas. Cada día a primera hora de la mañana me siento en la terraza de una cafetería y escribo durante una o dos horas. Al borde de la calle. Unas veces, la mayoría, en completo silencio y otras sumido en una estimulante algarabía. Medito muy bien las palabras y las frases antes de escribirlas y corrijo después muy poco. Nunca doy por definitiva la versión de un poema y sobre esta poesía provisional vuelvo de cuando en cuando, para cambiarlo casi todo. Poemas y autor, evolucionamos a la vez.
Uno de los aspectos interesantes de tu obra es su enfoque en las sombras recurrentes y la realidad que se escapa y se reproduce. ¿Cómo abordas estos temas en tu poesía?
En la sinopsis de mi libro “Tramas de la memoria” me refiero a “el recuento de sombras recurrentes, pasadas y futuras. Ese acercamiento desencantado a la realidad que se escapa deprisa, para reproducirse otra vez más adelante”. Ideas como la soledad, el fracaso, la desigualdad, la muerte… son mis sombras recurrentes, una serie de temas que me obsesionan y que están presentes en toda mi obra de forma que impregnan lo que soy como poeta y mi visión del mundo. En esa forma de entender la vida encaja la sensación de que todos los grandes acontecimientos son cíclicos y que, a todo avance, por rápido que se produzca, le sigue un periodo de retroceso que nos retrotrae cerca del punto de partida, cuando no más atrás. Y a una vuelta a empezar.
Hasta ahora, ¿cuál ha sido tu experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo? ¿Qué consejos darías a otros escritores que estén considerando esta editorial?
Tengo sólo dos libros en el mercado. En el primero, me sentí bastante solo a lo largo de todo el proceso de edición y distribución. Apenas hubo comunicación entre mi editor y yo. Supongo que yo tampoco puse mucho de mi parte porque nunca llegué a tener la sensación de que mi obra le interesase verdaderamente a nadie. Cuando descubrí Círculo Rojo, a través de una poeta de mi entorno que publicó con ustedes, ya me di cuenta de que estaba ante una empresa seria, que se ocupaba de que la edición fuera impecable y que además tiene una red de distribución magnífica.
Mi experiencia ha sido muy satisfactoria. En todo momento me han hecho sentir importante y parte esencial de la obra, además de aconsejarme muy acertadamente a lo largo de todos los pasos que hemos ido dando. Después de la impresión del libro, he sentido la forma en que Círculo Rojo se preocupa por hacer la mejor publicidad posible de su salida al mercado y de que esté disponible para cualquiera que pueda querer adquirirlo.
Diría a todo aquel que esté considerando la opción de publicar, que contacte con ellos, les explique lo que quiere y se deje aconsejar por una editorial seria y muy profesional. Estoy seguro de que no les va a decepcionar el resultado, aunque la cantidad de libros que publican ya sea de por sí un dato que habla por sí solo.
¿Cuáles son tus planes futuros en cuanto a la escritura? ¿Podemos esperar más libros o proyectos literarios en el horizonte?
Si. A pesar de que ya no soy joven, mi carrera tan sólo acaba de empezar. Tengo muchas cosas que decir aún y muchos poemas e inquietudes rondando mi cabeza. Voy a estar aquí hasta el final, madurando, evolucionando. Esta pasión por vivir, que es, también, mi pasión por escribir.
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