Adrísi Miló, nos cuenta todo sobre su obra «El Arcoíris»
¿Qué te inspiró a escribir El Arcoíris y a explorar temas tan profundos como la violencia y la pobreza?
Es verdad que tanto la pobreza como la violencia de todo tipo son temas muy profundos y muy delicados a la vez. Verlas, presenciarlas, vivirlas son razones muy fuertes para preguntarte «¿el porqué?», ¿hasta cuándo y hasta dónde te puede llevar el sufrimiento que conllevan? Para cada uno son distintos tanto las razones como la medida en que te tocan o la culpa. Pero esto no quita el sufrimiento en sí… Y lo más triste es que hay miles de personas que lo han vivido también pero ya no tienen ni voz ni voto, y mucho menos fuerzas para luchar y hacerse escuchados… Y sin alguna duda no me gustaría que mis hijos, de hecho, que ningún hijo pasara por este tipo de desgracias o eventos abominables que pueden marcarte de por vida.
La sinopsis de tu obra menciona la «inocencia perdida antes de tiempo» y situaciones extremas. ¿Por qué crees que es importante hablar de estos temas en la literatura?
Como también había mencionado, el arte en sí es la mejor forma de transmitir un mensaje de corazón, de consciencia, de tu propio ser. Solo hay que ver, escuchar, sentir, leer entre líneas y puntos tanto para preguntarte como para entender. Dicen que siempre quedará algo «del niño» en ti, y esto sería maravilloso si los recuerdos no fueran manchados de sombras oscuras. La inocencia es tanto un proceso biológico como psicológico y tendría que desarrollarse de la forma lo más natural posible, sin verse afectada por eventos no deseados, no entendidos y difíciles de asimilar a una edad frágil. Eso te puede llevar a coger malos caminos, tampoco deseados o entendidos, que pueden cambiar no solo el rumbo de tu vida, pero también a ti como persona. La diferencia entre ser introvertido o extrovertido es la manera de manifestarse y de expresarse. Los sabios dicen que en tu lengua tienes el poder de vida o muerte. Y yo doy fe que la literatura es una forma brillante de expresarse, de buscar verdades, de comprender hechos, o vivir en un mundo de fantasía que «el niño» de dentro lo tuvo prohibido, y el adulto en que te convertiste no se lo permite a sí mismo.
Tu historia personal creciendo en la Rumanía comunista y luego adaptándote a una nueva «democracia», ha sido única. ¿Cómo han influido tus experiencias de vida en tu manera de contar historias?
Antes que nada es «la libertad de expresión», la que en el comunismo era prohibida, pero no por razones como «no ofender a una persona», sino por no ofender u atacar el sistema político. Seguiré con la libertad de expresión que te lo permites a ti mismo cuando ya la sociedad no te da miedo y con la libertad de expresión que te lo debes tanto a ti mismo como a los demás. Pero luego consigues una cierta libertad, y sigues tu libre albedrío, pero pasas de una cárcel en libertad a una libertad en la cárcel. Así de claro. Las historias siempre se contaron, de boca a boca, a través de escrituras y documentos y no hay duda que siempre habrá alguien que diga verdades sobre la realidad. Eso es lo que hace la historia, seguir hechos y sacarlas a la luz. Y mi historia de vida me mostró claramente que la historia se repite y que no es más que un círculo que da vueltas pero acaba llevándote al mismo punto. No es mi intención tocar temas políticos, ni de lejos, porque… porque no. No vale la pena. Ahora bien, uno llega al punto de preguntarse, ¿quién es más feliz… un perro enjaulado que recibe comida a diario, bueno, las migas de su dueño, o un perro libre, callejero, que se tiene que buscar la vida y arriesga ser enjaulado solo por buscarse la vida según su instinto de supervivencia lo lleva a actuar? «No soy robot»… es la réplica más hipócrita y absurda que he leído en mi vida porque en verdad somos esclavos libres y tenemos que digerir todo lo que nos echan.
¿Qué elementos de etnología, historia y psicología humana podemos ver reflejados en El Arcoíris?
La etnología, la historia y la psicología humana son los pilares de cualquier sociedad, que coexisten y se completan recíprocamente. No puede haber historia sin etnología, ni etnología sin un perfil humano y al revés. En El Arcoíris he mencionado rumanos, gitanos rumanos, holandeses, palestinos, israelitas, nigerianos, italianos, turcos, gitanos turcos, kurdos, gente proveniente de diferentes culturas y creencias, concretando los personajes que crean ciertas circunstancias y cuáles por cierto actúan conforme al ámbito social en que crecieron y adaptados al individuo o al grupo de individuos. Hay malos y buenos. Pero la mala hierba crece en todos los bosques, pero esto no quita la majestuosidad del bosque. Por lo tanto no hay que generalizar, pero es muy importante y necesario entender que hasta un cierto punto el comportamiento de cada persona lleva consigo el marco de la familia y de la sociedad en donde se crió y que le educó. Ahora bien, aparte de la historia del personaje principal y la de los personajes secundarios, hay un marco histórico real, específico a aquellos tiempos y concretado en un fenómeno de inmigración masiva, en una lucha por la libertad o la independencia, y en todo caso, por una «vida digna». Cada uno, claro, llevándolo mejor o peor, según el caso, ya que la costumbre o las costumbres en todos sus sentidos son como una segunda naturaleza y por las diferencias es imposible que no se generen conflictos. Y siempre habrán, mientras no se respetan principios, y mientras ni se abren conciencias, ni se toma actitud. En cuanto a la psicología humana, El Arcoíris sigue ciertas tipologías humanas que se desarrollan junto y a través de los personajes. Y creo que es mejor catalogar acciones y apuntar reacciones convirtiendo los adjetivos en sustantivos para no ofender siquiera a mis personajes: la maldad, el egoísmo, la violencia, la ansiedad, el miedo, la valentía, el coraje, la mala educación, la arrogancia, el amor, la desesperación, la mentira, la amistad, la piedad, el dolor, el hambre, la pobreza, la supervivencia… y la lista podría continuar. En mi libro se van a encontrar con todo tipo de situaciones y de caracteres, pero no diré yo quiénes son cómo… porque al que yo he creado como «malo», puede lucir bien en los ojos de ciertas personas. Acertar es difícil, complacer es relativo.
Mencionas que tu obra no busca juzgar, sino inspirar. ¿Cuál es el mensaje principal que deseas transmitir a tus lectores?
Muy bien dicho: ni juzgo, ni estoy catalogando la gente ni por su género, ni por su color de piel, por nación o posición social, por orientación sexual o color político. Hay que darle su mérito y su respeto a la diversidad, que es un aspecto tanto ético, como social y como valor de defenderte a ti mismo. Lo único que siempre hay que considerar son los hechos, las raíces y la motivación de los mismos y la manera en que una acción negativa influye en el desarrollo existencial de los demás. ¿Para qué hacer mal si puedes hacer bien? Es casi mejor no hacer nada. En cuanto a los consejos… la gente no necesita consejos, sino soluciones que nunca se encontrarán mientras no se piensa dos veces antes de pisar y tres antes de juzgar. Este contratiempo te permitirá buscar oportunidades y el ánimo de confiar que todo se va a arreglar. La esperanza no es sentarse en la cama y esperar. La esperanza es tomar actitud y actuar. ¡Abre tus ojos y tu alma, mira a tu alrededor y aprende, mira en tu interior y exprésate! Baila con tu vida, no te arrastres con ella… No vivas con rencor y acepta a cada uno tal como es. Ten el valor de buscarte a ti mismo y empatizar con los demás. Eso sería una forma de activar tanto la consciencia personal como la social, que piden a gritos actuar y no conformarte. Tenemos un viaje largo… o corto por delante, que se llama vida, y lo importante es darle cualidad y brillo… Es cierto que todos queremos un viaje en «business class», pero vamos a ver, vale también uno en la segunda clase, al lado de una persona querida y sintiéndote seguro… ¡mucho mejor que ser solo y amargado y… solo, en la primera clase! Así que, ¡no te rindas nunca! No soy ningún speaker motivacional (no lo consigo ni con mis hijos). Pero lo repito: ¡no te dejes! Llora lo que haga falta, grita a los cuatro vientos tu dolor, pero sigue adelante pisando encima de las piedras si hace falta. ¡Solo deja a Pandora llenarte de su luz! Porque no se necesita un Boom de felicidad… La felicidad en pequeñas dosis es la que te dará la energía y las fuerzas para seguir. Por lo último, no me puedo contener a citar a Murphy: «¡Sonríe y el mundo te sonreirá, maldición!» Porque en cuanto más feliz eres… el mundo te tira más piedras. (¿Por qué será?) ¿Y qué haces? ¡Nada! Tú sigue adelante.
¿Consideras que tu formación en Etnología, Historia y Literatura universal ha cambiado tu perspectiva sobre temas como la libertad y la resiliencia humana?
Estudiar es como «Quiero saber», es conocimiento, entendimiento. No te hace más listo, porque vamos, puedes leerte un libro y quedarte «como un pato en el agua»: sin mojarte. Pero ser perseverante puede hacer brillar una lucecita en tu cabeza, activas neuronas, buscas respuestas, y ya con hacerte preguntas, el proceso se está desarrollando bien. Yo no diría que tengo una formación en estas maravillosas materias, pero sin duda alguna, al profundizar en ellas, más preguntas me hice. Desde la creación del hombre hasta nuestros días hay un camino muy largo. Hay verdades históricas que quizás nunca se conocerán en su plenitud, pero por lo menos, siguiendo el hilo del aprendizaje que nos ofrecen tanto los documentos como los escritores apasionados de historia, más o menos se puede poner cara a esta realidad de los antepasados. Entre Abraham y Moisés, de Noé a Jesucristo y sus discípulos, entre nuevos y antiguos imperios, hay una única y valiosa verdad: ¡amor y guerra! Y cuando hablo de amor me refiero al amor por tu tierra, por tu gente, por tu familia, por tus creencias, por libertad e independencia. Ahora bien, las guerras durante los siglos fueron de tres tipos: por amor, por ambición y por la sobrevivencia del pueblo. Sabiendo todo eso, es el momento de darse cuenta que la historia de la humanidad tiene una base complicada, y a la vez sencilla: tierra (proveniencia), clima, pertenencias y creencias. Son las tierras y el clima que influyen en la formación y las creencias de los pueblos, y en la necesidad de productos que lleva tanto al desarrollo del comercio como a las guerras. Por ende, nos quedamos con un sistema de ecuaciones de tres incógnitas: religión, comercio, protección, en donde cada elemento puede dar como con «más» o «menos». Pues eso. Y sí, estudiando fue una forma de cambiar la forma de ver y percibir la libertad. Hay muchas grandes personas de cultura de mi país que se involucraron con todos sus sentidos y fuerzas a abrir la consciencia de la gente en unirse y luchar contra el comunismo. Muchos lo consiguieron, muchos fueron callados, pero algunos consiguieron salir en el extranjero, y desde allí, a través de canales de radio clandestinos, de manifiestos, obras, artículos en los periódicos, consiguieron despertar las conciencias de estos esclavos «libres». No hay ninguna duda que de la historia y la literatura se aprende muchísimo, y que la cultura en su totalidad, el arte son herramientas muy fuertes para la educación.
La obra se ambienta en un contexto social e histórico real. ¿Cómo logras equilibrar la veracidad de estos hechos con el aspecto literario y la narrativa?
El equilibrio entre veracidad y creación se crea teniendo como base la memoria selectiva. Recordar hechos, caras, gestos, gente, todo lo que conlleva a una acción concreta y darle vida a los personajes a través de la narración, esa es la forma de poder darle vida también a una obra realista. Cuando te inventas ciertas realidades, esa es ficción, que por cierto tiene su mérito, pero, por más personal que sea esa realidad, no es real. Puede sin duda emocionar igual, pero no es real.
El personaje principal pasa por situaciones límites. ¿Crees que tu personaje puede representar a personas que han pasado por situaciones similares?
Ay… sí. No me bastarían años para contar todo lo que he visto en mi vida. Pero basta con solo salir a la calle y mirar la cara de la gente… ¡no tiene brillo alguno! ¡No hay ganas de vivir! Y esto es muy triste. Libertad en esclavitud, esto es lo que hay. Cansados de vivir… ¡esa es la peor sensación de todas! Sin ánimo de lucro, sin ánimo en sí… sin nada… Ahora bien, lo general es lo general, pero los asuntos personales son aún más difíciles de manejar en un juego limpio. Y no hay derecho ver gente pasando hambre, no hay derecho ver a tus hijos sufrir, a tus padres con dolores y penurias que no puedes aliviar, y quienes quizás mañana se irán y no podrás ofrecerles ni una tumba decente. No puede ser que aún existan violaciones, tanto sexuales como domésticas, y bullying en los colegios, o que te encuentres con un sin techo y no le puedes ofrecer ni una monedita, algo… y llegas a llorar por tu propia frustración de no poder ofrecer nada, más que por su propia tragedia… ¡¡¡No hay derecho!!! No hay derecho que hay padres que abandonan a sus hijos, que hay madres solteras que no reciben ningún apoyo, que hay enfermos sin medicinas, niños que no pueden ser escolarizados… Vamos, la violencia, el maltrato y las tragedias cogen miles de formas. No voy a continuar, pero estoy convencida que cada persona se podrá encontrar en alguna de las situaciones que vivió mi personaje. ¡Ojalá no! Y los que no, ¡enhorabuena! Serán felices.
¿Qué papel crees que juega la literatura en sensibilizar a la sociedad sobre temas tan difíciles y crear consciencia?
La palabra siempre fue una herramienta muy poderosa. Y a través de la palabra se comunica, se describen situaciones, se expresan emociones y se manda un mensaje. A través de la literatura hemos conocido personajes que hemos amado u odiado, hemos conocido verdades sobre épocas y es en donde los héroes se llenan de vida y te llevan con ellos en todas sus experiencias. ¡Esa es la magia de la lectura! Lo que no puedes ver en una pantalla, visualizas con tu propia imaginación y así entras en el mundo que se te desvela con el poder de las palabras. Es cierto que hay que leer para tener esa experiencia… Y lo ideal sería entender el mensaje que conlleva una historia en particular, porque no hay libro que simplemente no te enseñe nada, y no hay ningún mensaje que un autor quiere transmitir que sea por casualidad. Despertar conciencias… eso es más bien un reto, porque si no te ríes de un chiste, será porque no compartes el mismo tipo de humor, pero si una historia triste no te emociona… pues no sé yo qué consciencia se podía despertar en estos casos.
Para finalizar, ¿qué tal ha sido la experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo?
Pues quien piensa que es fácil escribir un libro… pues no lo es. Y puedes ser un muy buen escritor, pero, y aquí hay un gran «pero», no sabes nada sobre el proceso editorial que es igual de complejo como escribir la obra. Por ende, mi experiencia con Círculo Rojo fue de las mejores que pude haber tenido. No solo por el hecho de que cada departamento tiene organización propia, pero es el trabajo de tanta gente que trabaja junta para que tu obra salga a la luz de la mejor forma posible. Te aconsejan, tienen en cuenta tus opiniones sobre el proceso, es una maravilla. Y en escala de uno a diez, pues un diez… o cinco estrellas es lo que se merecen. No puedo más que ser agradecida y mandar un saludo a todo el equipo.
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