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Curiosidades | Por Mario La Vega

            Y en el café Varela donde se juntaban tanto intelectuales como políticos a principios del siglo XX, se conocieron Miguel Moya y los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Don Miguel, para los escritores sevillanos, era un referente importante en aquellos momentos ya que además de un  reconocido político, era un reputado periodista que había fundado la Asociación de la Prensa de la que era su Presidente. También era Presidente de lo que dieron en llamar “El Trust” o La Sociedad Editorial, formada por tres de los periódicos más importantes de la capital de España de principios de siglo como era El Liberal, El Heraldo de Madrid y El Imparcial. El Trust fue defensor a ultranza de prensa española.

Finalizaba 1911 y los hermanos Álvarez Quintero ya había estrenado muchas de las obras más populares de su repertorio como Las Flores, El Genio Alegre, Las de Caín… Ya eran unos reconocidos escritores y a su mesa  del Café Varela, además de a Miguel Moya podía verse a Pío Baroja, Manuel y Antonio Machado… en fin, la flor y nata de la cultura española de principios de ese siglo. Aquél día Don Miguel, siempre le llamaban así los Quintero por respeto a todo lo que significaba para España y por que les llevaba bastantes años, les preguntó  qué tenían a la vista para llevar al escenario; Serafín, el más reposado de los dos hermanos, le comentó al político que esperaban estrenar para principios de 1912 una obra inspirada en una copla tradicional malagueña que titularían “Malvaloca” y que la protagonista sería la gran actriz del momento Doña María Guerrero, dándole la réplica actoral Don Fernando Díaz de Mendoza. Don Miguel se entusiasmó con el proyecto y aunque madrileño, era un enamorado de Andalucía y de sus costumbres y se apuntó con un par de invitaciones para ese estreno que los hermanos Álvarez Quintero le ofrecieron al instante. 

Madrid en aquellos momentos era un pueblecito donde todo giraba en torno a la Puerta del Sol, Preciados, Montera, Tirso de Molina, la Puerta de Alcalá. Cibeles… En aquellos momentos El Retiro llegaba hasta dicha Plaza y la Gran Vía estaba en sus comienzos porque no se terminaría hasta 1924. Quedaba tanto Madrid por hacer…

Llegó el estreno de  Malvaloca que tuvo un éxito extraordinario y, tras la bajada de telón,  un Miguel Moya entusiasmado entró a camerinos para saludar primero a la gran diva del momento, María Guerrero, y después para abrazar y felicitar a los autores de la comedia. Esos dos hermanos inseparables que ejercían de uno solo cuando escribían y que eran grandes glorias de España. –“Fantástica, fabulosa -dijo Moya- me he reído tanto…´” Los Quintero le dieron las gracias efusivamente y el político continuó -“Voy a usar mi fuerza política para que les pongan a ustedes una calle en Madrid. Se merecen todos los honores de este país como los grandes escritores que son. Lo voy a Intentar…”- y se fue despidiéndose con esas palabras. Los hermanos se miraron cómplices y uno de ellos dijo: ´”Don Miguel Moya, usted sí que merece una calle en Madrid por todo lo que hace por las letras”-

Pasarían unos cuantos años antes de eso. A los hermanos les hicieron miembros de la Real Academia de la Lengua.  Miguel Moya falleció en 1920 veraneando en San Sebastián, el 19 de agosto, pero dejó encargado a varios amigos su deseo de una calle a nombre de los escritores. Serafín Álvarez Quintero murió en plena guerra Civil, en 1938 y su hermano Joaquín le sobrevivió seis años. Murió en 1944. En ese tiempo dejó escrito un poema a la ausencia de su hermano que corroboraba esa unidad colaboracional y espiritual tan grande que tenían y que terminaba diciendo: “… hasta la mano que esto escribe, es tuya”

Esta historia que acabo de contarles y que puede haber sido verdad perfectamente, es para terminar con una pequeña anécdota. Tengo una amiga, Nieves, compañera de letras y de alma, que ha prologado mis libros y que siente una profunda admiración por mí. Su abuelo perteneció a la Generación del 27, escritor sevillano que se llamó Luis Fernández de Sevilla, Fundador de la Sociedad General de Autores y con un premio (entre otros) de la Real Academia de Lengua de 1932, y aunque bastante más joven fue compañero de Serafín y Joaquín a los que admiro primero, conoció, trató y quiso tiempo más tarde porque parece ser que eran personas entrañables. Esta amiga vive desde que nació en la casa de su abuelo situada en Madrid, en la calle de los Hermanos Álvarez Quintero. Como he dicho le gusta mucho mi poesía, la poesía de este Bailarín Bardo que, curiosamente vive también en la capital de España, en la calle Miguel Moya.


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Categorías: Opinión
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