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AL TEATRO (Namasté) | Por Mario La Vega

Cariño, ¿a qué hora vamos al teatro?,

me preguntó mi …diez.

Fui, volví, entré y ¡oh! sorpresa,

estaba ya maquillada como una rosa de té, esperándome 

y mi corazón empezó a sangrar pétalo a pétalo.

Un minuto solo y toda una vida por mi imaginación,

pasó como arpas de nostalgia.

Endeble cerebro que rápido vas devolviéndome las fragancias

envueltas en las saudades, hilando soledad.

Oculto afán de volver al pasado sin pecado de hechos,

sin furtivas y alegres lágrimas del severo olvido,

y gemelo soy del corazón de ira

al acecho siempre del extraño peregrino

de tu aroma de lirio.

Las horas, malas consejeras del bien pensante

aturullan el exceso al verte

antes de diez y hoy a menos uno,

perfume de una vida con añoranza de mil vividas.

Galas de luto, sujeto al cerebro

donde guardo sus secretos mas profundos

y enfajillando mis miedos al solo,

ese solo de cien soledades aisladas y sin lazo.

Alheña solitaria con racimos yermos,

geografía de palabras que van cavando mi ser

con la ley de la zozobra.

Ya estamos llegando a tu teatro,

ese que tanto cuidaste y amaste,

hoy sus fantasmas te visitan,

y en lenguaje coloquial, los ficticios son reales.

Mundo de arrugas y vestir las noches.

Cuanta oquedad al divino órgano,

atrapando momentos de mayestáticas escarchas 

de lo perdido,

umbría del corazón suicida.

Al confín la aurora, a la caricia el roce

tu belleza tengo, como así tu cuerpo,

pero tu mente no tengo.

Eros y Thánatos libido y pulsión de muerte

de su ser, que no en su proceder.

Quién pudiera desechar el convite de las penumbras,

encrucijadas del cuerpo,

ojos, cejas, colores, agudos sonidos,

monólogos suspiros sin torturas

silencios fecundos

sombras al asalto subversivas,

como arrullos de palomas heridas.

Así al verte, mi diez…me digo;

cuantas bambalinas de emociones 

mordeduras en letras, piruetas en el espejo

crótalos de dulce sonar, coreografías invisibles

sopeso pasajes vividos pero punto y no más,

que no cunda la acidia, con la absenta del júbilo, 

renuevo ese maravilloso tuyo y mío, 

teatro de Candilejas,

donde tantas glorias y medallas dormidas recibimos  

siendo aún mayores las de ese teatro del mundo.

¡Ea! ya hemos llegado cariño,

cerremos los ojos, oigamos las loas, hemos cumplido

pero cuidado, cae sin aplausos el telón de boca.

Quedan noches de esmeraldas, de bailes en silencio

de ahijadas de jazmines.

Entremos Amor, comienza la función

¡Deprisa! antes de que caiga

el telón de la vida.

Categorías: Opinión
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