“Viven entre nosotros, pero nadie conoce su secreto”: la novela que revela el sacrificio oculto de mujeres con alma de ángeles
En Lágrimas de pan, la escritora Concepción Hernández Sánchez no solo nos ofrece una historia, sino un universo íntimo y envolvente, poblado por mujeres que no pertenecen del todo a este mundo. La novela es, desde su primera página, un canto suave y penetrante a lo invisible: a los vínculos que nos sostienen sin que los veamos, a los sacrificios silenciosos, a la belleza que habita en los márgenes.
La narración gira en torno a tres generaciones de Guardianas, mujeres a medio camino entre lo humano y lo celestial, que habitan en La Ribera, un escenario casi mítico a orillas del río Xuello. Dotadas de dones extraordinarios y fragancias inconfundibles, estas figuras etéreas viven para cumplir un propósito sagrado: proteger la felicidad de los mortales, incluso a costa de su propia vida y su propia voz.
Pero en este sacrificio continuo también hay desgaste. Las Guardianas han vivido tanto tiempo entre nosotros que el miedo, la duda y la culpa comienzan a erosionar su esencia. Concepción Hernández lanza entonces una pregunta esencial, que resuena más allá de lo fantástico: ¿se puede vivir sin propósito? Y aún más profundamente: ¿se puede vivir sin ser vista?
A través de una prosa cálida, sensorial y profundamente simbólica, la autora convierte la historia en un espacio de reflexión sobre el sentido de la existencia, el poder de lo invisible y la necesidad de recordar. La novela no se instala en grandes gestas, sino en los pequeños gestos, en las pasiones inoportunas, en los olvidos necesarios, en los sueños incumplidos y en ese amor que todo lo transforma sin pedir permiso.
Lágrimas de pan es también una reivindicación del linaje femenino, de la fuerza que pasa de madre a hija sin ruido pero con fuerza telúrica. Cada Guardiana carga con la historia de las anteriores y, a la vez, inventa la suya propia. La novela es, así, una meditación sobre la herencia emocional y sobre el precio que pagamos por callar.
En tiempos de ruido y velocidad, Concepción Hernández nos invita a una lectura lenta, como quien se sienta junto al río a escuchar lo que fluye bajo la superficie. Su escritura es delicada, envolvente, profundamente humana, y deja una estela de perfume literario que perdura mucho después de cerrar el libro.
Lágrimas de pan es más que una novela: es un abrazo narrativo, una fábula moderna que, disfrazada de fantasía, habla de lo más real. Un homenaje a todas esas almas que cuidan sin ser vistas y que, aun en silencio, siguen amando el mundo.

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