“La profecía que cruzó océanos: amor, santería y secretos del régimen cubano en la novela más personal de Benjamín Prado Contreras”
Hay novelas que se escriben con tinta, y otras que se escriben con vida. La sombra del Torre Iznaga, del escritor y fotógrafo Benjamín Prado Contreras, pertenece a la segunda categoría: un relato que nace del cruce entre la memoria, el amor imposible y las heridas políticas que nunca terminan de cerrar. Inspirada en hechos reales, esta novela contemporánea es mucho más que un viaje a Cuba: es una incursión íntima en los pliegues del destino, en los vaticinios que duelen y en las pasiones que marcan para siempre.
El protagonista, Eduardo, dirige la revista Embalse y Río y, junto a dos compañeros, viaja a Cuba con la intención de filmar una película de pesca como parte del contenido estelar de su próximo número. Pero lo que debía ser una expedición profesional se convierte en un viaje transformador. En la isla, el pasado y el presente se entrelazan con una precisión inquietante. Y Cuba —más que un escenario— se convierte en un personaje más: cálida, impredecible, mágica.
Allí conoce a Begoña, una mujer marcada por una profecía oscura: “Cruzarás cielos y mares para tener días oscuros llenos de noches negras”. Ella es descendiente de la mítica niña Juana, cuya historia resuena en las leyendas de la Torre Iznaga, y cuya figura parece haber esperado décadas para ser contada. Eduardo, que nunca fue hombre de una sola mujer, se enamora de ella con una intensidad que desafía su propia naturaleza, y promete un amor eterno que chocará de frente con lo inevitable.
Pero no es la única figura que deja huella. También aparece Rodolfo Pérez Martín, un ministro del gobierno de Fidel Castro, ex deportista con pasado oculto en Barcelona y un secreto que, en la Cuba oficialista, no puede ser pronunciado. Entre ellos nace una hermandad tejida con silencios, heridas compartidas y verdades veladas. Porque, como señala la novela, en la isla no todo se dice, pero todo se intuye.
La sombra del Torre Iznaga destaca por su estructura precisa, su prosa fluida y su capacidad para entrelazar lo político con lo personal, lo espiritual con lo tangible. Hay santería, amor, traición, altos contactos gubernamentales y un profundo respeto por el pueblo cubano. Pero también hay literatura: una que se sumerge en las emociones sin perder el rumbo narrativo, que engancha desde la primera página y se convierte en espejo de muchas vidas rotas y reconstruidas.
Benjamín Prado no es solo novelista. Su trayectoria como operador de cámara y fotógrafo lo ha llevado por toda Cuba, donde no solo ha recogido imágenes, sino también historias. Fundador de la ONG “Casal Cubà de Ripollet i Cerdanyola” en Barcelona, ha convertido su vínculo con la isla en un compromiso humano y cultural. La sombra del Torre Iznaga es la cristalización de esa unión, escrita con la sensibilidad de quien ha mirado a Cuba no como turista, sino como hermano.
Veinte años después de su segundo viaje, cuando la figura de la niña Juana volvió a tocar su memoria, supo que ya no podía callar esta historia. Hoy, mientras vive entre Zaragoza y Barcelona, Benjamín ya prepara su siguiente novela, El regreso, con la certeza de que algunas puertas al pasado no se abren por casualidad.

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