Una charla con el autor de “Morir donde nace el cierzo”, obra publicada con Círculo Rojo.
¿Qué le inspiró a escribir “Morir donde nace el cierzo”?
La principal inspiración para escribir Morir donde nace el cierzo proviene de mi reflexión personal sobre la vida y la muerte, temas que siempre me han cautivado tanto desde un punto de vista filosófico como emocional. A lo largo de mi vida, he estado profundamente interesado en cómo nuestras percepciones de la realidad y la consciencia afectan nuestra comprensión de la existencia y nuestra manera de enfrentarnos no solo a la muerte sino también a su misterio.
Mientras escribo, también busco inspiración en determinadas obras literarias y cinematográficas o en fragmentos notables de ellas. Esas frases y secuencias que marcan hitos en la memoria suelen señalar caminos inesperados y necesarios que seguir.
Mi formación científica y mi experiencia como docente me han llevado a explorar conceptos complejos como la relación entre la consciencia y los enigmas cuánticos que presenta la Física. Estos temas han inspirado una narrativa que busca unir emoción y reflexión intelectual porque deseaba crear una historia que no solo abordara la complejidad de la experiencia humana ante la muerte, sino que también ofreciera una perspectiva filosófica y emocional sobre la existencia y las decisiones cruciales que tomamos.
El Moncayo y la villa de Ágreda tienen un papel central en la novela. ¿Por qué eligió este lugar como escenario del relato?
Todos los veranos de mi vida los he pasado en Ágreda, una villa soriana profundamente ligada al Moncayo, una montaña mítica desde la época celtíbera. Aunque nací en Zaragoza, mi familia materna es oriunda de esta región. Para mí, esta tierra es el escenario de una infancia feliz, un refugio emocional y un lugar de vital importancia. El Moncayo y Ágreda no son solo escenarios en la novela, sino también poderosas metáforas que simbolizan la lucha interna del protagonista y su viaje hacia la aceptación de un posible horizonte final.
A mi abuelo, su padre le decía que en esa montaña nacía el cierzo, ese viento que recorre el valle del Ebro y que es parte esencial de la identidad de Zaragoza. Aunque el cierzo proviene de más lejos, es el Moncayo el que le imprime carácter. El protagonista de esta novela, al elegir ese lugar para morir, no podría haber escogido un escenario más significativo. El título de la novela, “Morir donde nace el cierzo”, desvela, por tanto, la esencia profunda de su historia.
¿Cómo se relaciona el diagnóstico terminal del protagonista, Juan, con los temas existenciales que aborda en la novela?
El diagnóstico terminal de Juan es uno de los detonantes de su viaje introspectivo, resignado y filosófico. Este hecho no solo inicia su peregrinación física hacia el Moncayo, donde decide enfrentar la muerte bajo sus propios términos, sino que también lo obliga a confrontar las preguntas más fundamentales sobre la vida, la muerte y lo que podría haber más allá. La certeza de que su tiempo es limitado convierte cada reflexión, cada recuerdo y cada decisión en un acto cargado de profundo significado.
A través de la experiencia de Juan, la novela explora cómo la cercanía de la muerte puede intensificar nuestra percepción de la realidad y profundizar nuestra comprensión de la existencia. Los temas existenciales de la novela, como la naturaleza de la realidad, la consciencia, y la posibilidad de un más allá, son todos vistos a través del prisma de la mortalidad inminente de Juan. Su diagnóstico es lo que le obliga a enfrentar su vida con una sinceridad y una profundidad que quizás no hubiera alcanzado de otra manera, convirtiendo su viaje final en una meditación sobre el libre albedrío, el destino y la búsqueda de la paz interior.
Los personajes que Juan evoca en su viaje son clave para el desarrollo de la novela. ¿Qué papel juegan en la construcción de la trama y en la revelación de los temas centrales de la obra?
Son personajes que enriquecen la experiencia de Juan y profundizan en su reflexión sobre la vida y la muerte. Juan recuerda al principio a su abuelo Anselmo, quien le enseñó a apreciar la naturaleza y a reconocer el misterio que envuelve la montaña del Moncayo. Sus padres, con su dedicación y amor, le brindaron las herramientas para enfrentar la vida con fortaleza. Sonia, su compañera de juegos y primer amor, le enseñó el valor de participar en el juego de la vida y las consecuencias de las acciones impulsivas. Los frailes del Sagrado Corazón, sus profesores en el internado de los años 70, le mostraron el vacío y el trauma de una malsana y opresiva educación religiosa. Mariana, su amor universitario, le guió a través de los entresijos de la madurez emocional. Más tarde, Diana, su esposa y gran amor, compartirá con él sus mejores años, ofreciendo cariño, sensatez y compromiso. Finalmente, Ignacio, su amigo matemático, le va a aportar una perspectiva de racionalidad científica y especulativa sobre los dilemas existenciales que le preocupan. En el trasfondo, la montaña del Moncayo actúa como un protagonista silencioso, asumiendo roles variados: amigo, asistente, espíritu crítico y escenario del juicio interno de Juan. Las decisiones que Juan ha tomado a lo largo de su vida con respecto a algunos de estos personajes influirán decisivamente en su destino.
Cada capítulo está ilustrado con arcanos mayores de un tarot diseñado por usted. ¿Qué simbolismo quiso aportar con estas ilustraciones?
El tarot, con sus imágenes arquetípicas, ha sido tradicionalmente una herramienta para explorar los misterios de la vida, el destino y la psique humana. Su simbología siempre me ha atraído. En mi juventud, lo veía como una herramienta para desvelar misterios que despertaban mi curiosidad. Con el tiempo, lo he considerado un medio para la reflexión y el autoconocimiento, similar a la manera en que uno contempla un cuadro o un paisaje. Más allá de buscar un significado explícito, se trata de conectar con las emociones y pensamientos que evocan, permitiendo así una exploración más profunda de uno mismo.
En este sentido, las cartas elegidas para cada capítulo actúan como una especie de guía o reflejo del viaje interior de Juan, el protagonista. Por ejemplo, cartas como “El Loco” pueden simbolizar el inicio de su viaje, lleno de incertidumbre y desafíos, mientras que “La Muerte” no solo representa la mortalidad, sino también la posibilidad de transformación y evolución interior, temas centrales en la novela.
Al diseñar personalmente estas cartas, pude integrarlas de manera que conectaran profundamente con la historia de Juan, creando una conexión singular entre el texto y la imagen. Cada arcano está cargado de símbolos que reflejan el viaje personal de Juan y diversos arquetipos psicológicos. Los fondos de las cartas incorporan elementos del Moncayo, la villa de Ágreda y fractales que evocan los estados emocionales del protagonista.
En resumen, las ilustraciones del tarot enriquecen la narrativa al proporcionar una experiencia visual que desvela las múltiples capas de significado en la historia de Juan, al tiempo que su simbología profundiza en la condición humana, el destino y la posibilidad de trascendencia.
La novela parece entrelazar ciencia y espiritualidad. ¿Cómo logró equilibrar estos dos enfoques en la narrativa?
En primer lugar deseo aclarar que la espiritualidad que puede emanar de Juan no está ligada a la religión, se refiere más bien a la búsqueda de significado, la reflexión sobre la vida y la muerte, y la conexión con algo más grande que uno mismo, como la naturaleza o el universo, campo de estudio de la ciencia. Juan enfrenta sus preguntas existenciales desde las dos perspectivas. La formación psicológica de Juan y su forma de pensar aportan un enfoque racional y analítico a sus reflexiones. El personaje de Ignacio, su amigo matemático, también sirve como un ancla en la realidad científica, aportando una perspectiva lógica y especulativa a las discusiones sobre temas como la consciencia, la muerte y la posibilidad de un más allá. Este enfoque ayuda a estructurar las reflexiones de Juan, evitando muchas abstracciones y conectando con la realidad tangible y comprobable.
Las memorias, los amores perdidos, y las enseñanzas de sus seres queridos añaden capas de significado que van más allá de lo puramente racional, conectando la narrativa con lo trascendental, lo emotivo y lo espiritual. El viaje físico de Juan hacia el Moncayo actúa como una metáfora de su viaje interior, donde la ciencia y la espiritualidad se entrelazan. Las reflexiones sobre la naturaleza, la vida y la muerte son abordadas desde ambos enfoques, permitiendo que los lectores experimenten una exploración que no excluye ninguna de las dos perspectivas. Esto crea un equilibrio en la narrativa que respeta tanto el razonamiento científico como la necesidad humana de encontrar un significado más profundo. Este equilibrio es clave para que los lectores puedan identificarse con Juan, que busca comprender el misterio de la existencia a través de la introspección, la naturaleza y su propia experiencia de vida.
“Morir donde nace el cierzo” es una novela que invita a reflexionar sobre la vida y la muerte. ¿Qué mensaje espera que los lectores extraigan de la historia de Juan?
La vida y la muerte son temas universales que todos enfrentamos en algún momento, y a través de la historia de Juan, “Morir donde nace el cierzo” ofrece una profunda reflexión sobre cómo nuestras experiencias, relaciones y decisiones a lo largo de la vida moldean nuestra percepción del final. Mi intención con esta novela es transmitir varios mensajes:
- En primer lugar, quiero señalar que la vida está llena de decisiones y desafíos, algunos inevitables, pero lo que realmente define nuestra existencia es cómo elegimos enfrentarlos. Juan, con su firme determinación de tomar el control de su destino, incluso en sus últimos momentos, nos recuerda la importancia de la libertad personal y de la dignidad al tomar decisiones. Su historia nos anima a valorar nuestra autonomía y a ser fieles a nuestros propios principios, incluso frente a la inevitabilidad de la muerte.
- Además, la novela subraya que la vida, con todas sus alegrías y sufrimientos, es única e irrepetible. Aunque la muerte es un destino común para todos, la manera en que cada uno se enfrenta a ella es profundamente personal. Espero que los lectores vean en la historia de Juan una oportunidad para reflexionar sobre la vida que están viviendo y las decisiones que toman en su camino hacia el final, buscando siempre ser auténticos y mantenerse fieles a sus valores más profundos.
- Por último, “Morir donde nace el cierzo” también plantea la posibilidad de un más allá, invitando a los lectores a considerar sus propias creencias e incertidumbres sobre lo que sucede después de la muerte. A través del viaje de Juan, la novela ofrece más de un marco especulativo para explorar estas ideas, desafiándonos a reflexionar sobre cómo nuestras creencias en la trascendencia, o la falta de ella, pueden influir en la manera en que vivimos y comprendemos nuestro propio viaje vital.
Su experiencia como profesor de Física y Química y su trabajo con la productora audiovisual escolar han sido reconocidos con varios premios. ¿Cómo han influido estas experiencias en su escritura?
He sido profesor de Educación Secundaria y, por lo tanto, me considero un educador además de docente de Física y Química. Me atrevo a decir que, para mí, ha sido el mejor trabajo del mundo, no porque todos los días fueran fáciles o todos mis alumnos perfectos, sino precisamente por las complejidades y desafíos que me han proporcionado ricas experiencias vitales.
Encontrar formas de conectar con cada estudiante y mostrarles el valor de su aprendizaje han sido tanto un reto como una recompensa. Por eso, decidí complementar mi enseñanza con la creación, junto a otros dos compañeros, de cortometrajes en el aula que destacaban por sus valores educativos y saludables. Era una forma de fomentar habilidades en mis alumnos y alumnas como la escritura de guiones, la interpretación y el trabajo en equipo. Estos proyectos no solo ofrecieron a los alumnos una plataforma para expresarse creativamente, sino que también fueron reconocidos con premios, validando su esfuerzo y manifestando en ellos su talento, a veces oculto para ellos mismos.
Mi experiencia como educador me ha brindado lecciones profundas sobre la vida, la empatía y la conexión humana, que se reflejan en mi escritura. Las historias y momentos vividos en el aula han añadido una rica capa emocional a mis narrativas. Cada encuentro y desafío con mis estudiantes ha enriquecido mi perspectiva, permitiéndome explorar con más profundidad y sensibilidad los temas que abordan mis novelas, en especial en la primera de ellas, “El tiempo es de color azul”. En resumen, mi carrera educativa, como experiencia humana significativa, ha moldeado mi forma de escribir, dotando a mis historias de una autenticidad y una comprensión más profundas de la vida y sus complejidades.
Este es su segundo libro después de “El tiempo es de color azul”. ¿Qué diferencias y similitudes encuentra entre ambos trabajos?
‘El tiempo es de color azul’ es parte de una gran saga que se desarrolla en tres épocas distintas, conectadas a través de las mentes de tres niñas que pueden comunicarse entre sí a través del tiempo. Es una novela extensa que narra una gran aventura temporal, lo que la sitúa dentro del género de la ciencia ficción. Aunque abraza otros géneros, su base es el viaje mental en el tiempo, la confrontación y comprensión de tres culturas distintas y los enigmas que ello conlleva. Actualmente, estoy escribiendo su segunda parte, profundizando aún más en los personajes y escenarios de esta aventura temporal.
Por otro lado, ‘Morir donde nace el cierzo’ se centra más en una exploración existencial de la vida y la muerte, introduciendo elementos especulativos sobre la trascendencia y el sentido de la existencia. A diferencia de la aventura de ‘El tiempo es de color azul’, esta novela es más introspectiva y reflexiva, enfocándose en el viaje interior de un personaje, Juan, mientras enfrenta sus propios dilemas existenciales.
Ambas novelas, sin embargo, comparten una conexión profunda con los escenarios míticos de la villa de Ágreda y la montaña del Moncayo. Aunque sus historias y registros literarios son distintos, me he permitido una conexión sutil al incluir un ‘cameo’ de un personaje de ‘El tiempo es de color azul’ en la infancia de Juan dentro de un capítulo de ‘Morir donde nace el cierzo’. Este guiño es algo que solo los lectores de ambas novelas podrán reconocer y disfrutar. A pesar de esta pequeña conexión, las dos obras son completamente independientes, cada una con su propio tono, intención y exploración literaria, unidas por la atmósfera y el misterio del Moncayo y sus alrededores.
Para finalizar, ¿qué tal ha sido la experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo?
Una vez más, he optado por la autoedición con Círculo Rojo, y puedo decir que la experiencia ha sido sumamente satisfactoria. Escribir es una labor ardua y compleja, que no solo implica la creación literaria, sino también una serie de detalles fundamentales para la publicación del libro: desde la maquetación y el diseño de portadas hasta la difusión y el manejo de redes sociales. La editorial Círculo Rojo ha demostrado ser un apoyo invaluable en todos estos aspectos.
Dada mi edad, situación y experiencia prefiero evitar, por ahora, los ‘debates’ con editoriales tradicionales ni adaptar lo que escribo a políticas externas. Dedico mucho tiempo a la corrección y supervisión de mis textos, apoyándome en amigos que son profesores de Literatura. Esto me permite sentirme seguro y respaldado por la calidad de mi obra. Además, cuento con un grupo maravilloso de lectores y lectoras que, con sus valiosas aportaciones, me han ayudado a seguir creciendo en el arte de escribir.
Círculo Rojo ha sido un aliado inestimable en las etapas finales de la publicación de mis dos novelas. Ellos han hecho que ese último paso, a menudo agotador para un autor, se convierta en una experiencia gratificante. Su equipo de profesionales ha aportado el marco necesario y atractivo que da vida a mi novela a través de la presencia del libro físico.
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