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La escritora Loli Albero Gil, nos habla sobre su trayectoria y reedición de alguna de sus obras con la editorial Círculo Rojo.

La escritora Loli Albero Gil, nos habla sobre su trayectoria y  reedición de alguna de sus obras con la editorial Círculo Rojo.

¿Cómo comenzó tu pasión por la escritura y la literatura desde la infancia? ¿Hubo alguna influencia específica en tus primeros años?

No podría determinar el momento exacto, pero sé que era muy pequeña cuando sentí mi vocación. ¿Cómo comenzó? Quizá deba agradecer que mis padres, aun perteneciendo a la clase trabajadora, tenían inquietudes culturales y siempre los vi leer. Igualmente, a mi abuela Anuncia, que vivía con nosotros. 
Observaba que algo tan natural en nuestra casa no lo hacían en las demás.

A su vez, puesto que habían emigrado de su lugar de nacimiento a Navarra y teníamos la familia lejos (en tierras levantinas, catalanas, Francia, Puerto Rico…) siempre los vi escribir cartas. Éstas eran un punto de unión muy fuerte entre las familias de los años sesenta/setenta.

Nada más aprender a leer me aficioné a leer cuentos, los de toda la vida, con ilustraciones impresionantes, casi mágicas.

Mi hermano Vicente, cuatro años mayor que yo, reunía sus pagas para comprar colecciones de libros y yo también los leía. Nos leímos a todos los clásicos. Y yo empecé a soñar con la escritura y la pintura…

Hacia los once años hice una amiga, Sagrario Lopetegui, que fue la guinda del pastel, porque ambas adorábamos la lectura y empezamos a escribir libritos conjuntamente, que ilustrábamos con ocurrentes dibujos.

En los dos últimos cursos de EGB, un maestro de Lengua y Literatura, don Javier Osácar, fue determinante en mi vocación, pues le encantaban mis redacciones, estaba fascinado con lo que escribía y siempre me las hacía leer en voz alta.

En suma, los tres pilares básicos para casi todo: la familia, las buenas amistades y los maestros vocacionales y entregados.

Dado tu interés en la filosofía y la historia, ¿cómo influyen estos temas en tu obra literaria, especialmente en relación con la Guerra del 36 y la posguerra, que has abordado en varias de tus publicaciones?

Mucho, influyen mucho, porque ambas son disciplinas imprescindibles para comprender la vida, aunque se diga que la Filosofía no sirve para nada, ¡no es cierto! 

A veces, me tengo que contener, para no volver a explayarme, ni siquiera mencionar el tema de la contienda, porque tampoco quiero ser insistente en algo que ya abordé con antelación y cuyo fin era, precisamente, dar cuenta de la crueldad de una guerra mal llamada “civil”, porque no fue así, se trató de un golpe urdido por un general y sus aliados, que sólo buscaban su beneficio, que no respetaron los resultados electorales que dieron el triunfo a la República, que enfrentaron a hermanos contra hermanos, masacrando a la población sin tregua y sin compasión, aun luego de su conquista, instaurando una dictadura que nunca acababa.

En “La mujer destruida” lancé unas pinceladas al respecto. En “Tras las sombras” me impliqué de lleno y, tras una laboriosa documentación y un doloroso proceso emocional, porque sufrí mucho con el sufrimiento de los que tanto sufrieron, salió el libro. 

Como licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, ¿cómo crees que tu formación académica ha influido en tu estilo y enfoque como escritora?

Supongo que mi formación académica y universitaria ha influido, sí. Pero, a su vez, considero que nunca hubiera elegido la carrera de Filosofía si no hubiera sido, por herencia genética, una persona de hondo sentir y pensar, de esas que, desde crías, se hacen preguntas todo el tiempo. 

Así que, de nuevo, insisto en que la verdadera influencia me la dieron mis padres, mi abuela y Tere, una vecina que casi vivía con nosotros y que acabamos de perder. Al lado de todos ellos me sentía feliz y aprendía mucho sobre la vida. Por eso cuando tuve que elegir carrera me decanté por una que me llevara a los fundamentos de la existencia, que me diera la oportunidad de cuestionar la realidad y me proporcionara algunas respuestas existenciales. Esa necesidad la llevaba ya dentro, nací con ella. Los estudios de Filosofía dieron forma ordenada a mis inquietudes, las encauzaron, me enriquecieron culturalmente… y todo eso me influye a la hora de escribir, sin duda.

Hablando de tus reconocimientos, ¿podrías compartir alguna experiencia significativa relacionada con alguno de los premios que has ganado, como el primer premio periodístico-literario “Tomás Belzunegui”?

Sí, estos acontecimientos siempre suponen un plus para tu vida, porque que un jurado que no sabe ni que existías reconozca tu valía, tras toda una vida escribiendo, es un acicate que te da un subidón de autoestima, no de soberbia, ¡eso nunca!

Ganar el primer premio “Tomás Belzunegui” siete veces, y tres de ellas situada en primer lugar fue apoteósico. Pero, si soy sincera, no por el reconocimiento en sí, sino por lo que para mí significó salir vencedora en un concurso que versaba sobre personas mayores. Yo había querido infinito a mi abuela Anuncia, a sus hermanas, incluso al abuelo que no conocí y a los paternos, que vivían lejos. Creo que todos ellos hicieron, desde Allá arriba, algo para premiar mi amor, en una época en que los ancianos no representan nada para casi nadie y ven marchitar sus últimos días en soledad o en tristes compañías de residencia. Mi triunfo real fue ese: reivindicar su importancia, subrayar el papel de unas generaciones que lo han tenido todo en contra, hasta la vejez, en muchos casos.

Por otra parte, estos eventos te acercan a personas y lugares que, de otro modo, no hubieras tenido acceso: escritores, alcaldes, consejeros, Ayuntamientos, centros culturales…

Con mi primer premio “Ciudadela” de poesía, conocí a dos poetas de gran renombre en Navarra: Ángel Urrutia y Carlos Baos (yo quedé en medio). Los premios me los entregaron alcaldes de Pamplona, junto a otros políticos que los acompañaban, directores de fundaciones…

Del Primer premio “Tomás Belzunegui” recuerdo una anécdota no sé si significativa, pero muy curiosa cuando menos, que me reveló el poder del pensamiento positivo y me recordó a Coelho, cuando dice que el universo siempre conspira a tu favor. Como los escritores de todos los tiempos, yo siempre vivo en la cuerda floja a nivel económico y un mediodía volví a casa muy triste viendo que no me podía comprar algunas cosas que necesitaba. Recordé que estaba por fallar ese premio al que me había presentado y hasta lo invoqué en voz alta: “Premioooooo, ven a mí”. No habían pasado ni dos horas cuando recibí una llamada de teléfono avisándome de que había sido ganadora del primer premio “Tomás Belzunegui” y se me esperaba en ocho días para recogerlo. 

Lo escribo y aún me reverbera la emoción y la incredulidad que me envolvieron en ese instante. No me lo podía creer, y, como soy muy expresiva, contagié a mi interlocutora, que me dijo sentirse muy feliz, porque nunca nadie había recibido un premio con tanta alegría.

Loli Albero Gil, autora de las obras.

Tu primera publicación fue un libro de narrativa juvenil. ¿Cómo ha sido la experiencia de escribir para un público adolescente en comparación con tu trabajo dirigido a un público adulto?

La experiencia fue bonita y emotiva, sobre todo cuando me llamaron del colegio “San Miguel” de mi pueblo para darles una charla a los niños de primaria. Me acogieron con tanto cariño que me desbordaron las emociones. Todos habían leído el libro y les había encantado, dedicándome dibujos alusivos, que me regalaron a la salida.

Pero debo decir que, ahora mismo, creo estar un poco desfasada respecto a los niños y adolescentes actuales y prefiero dedicarme a un público adulto. La vida ha cambiado mucho en pocos años y mi adolescencia no fue la adolescencia de hoy.

Con respecto a tus novelas, ¿cómo describirías el proceso de reedición de “La mujer destruida” en 2023 con Círculo Rojo? ¿Qué cambios o adiciones has realizado en esta nueva edición?

El proceso de reedición ha sido muy sencillo, porque casi no he cambiado nada, salvo el orden de alguna frase y el añadido de un pequeño prólogo, donde explico por qué lo reedito: continuaba la demanda del libro y se había agotado. La editorial que lo publicó en 2009 había cerrado hace tiempo, así que lo reedité con mi editorial actual, Círculo Rojo.

“La mujer destruida” es un breve libro que escribí para el concurso literario de novela corta “Gabriel Sijé”, pero brevedad no es incompatible con intensidad, y en esta obra se hace patente. 

Para mi sorpresa, los clubs de lectura de Navarra lo han usado muchísimo y me han llamado de diferentes bibliotecas para hablar de mi libro. La última vez fue el pasado 24 de abril en Mélida, donde pasamos una tarde preciosa, hablando con mis lectores y respondiendo a las preguntas y opiniones que mi obra les suscita. Fue cuando decidí hacer la reedición. Todos lo habían leído, pero de los ejemplares disponibles en la biblioteca, no lo tenían en su propiedad, querían comprarlo y a mí no me quedaba más que el mío. Ahora ya es posible.

“Tras las sombras” fue publicada en 2012. ¿Qué recuerdos tienes de la publicación de esta obra en particular?

Sí, en efecto, fue en 2012, un año muy especial, porque salió a la luz mi obra predilecta, la que trata a fondo sobre la guerra del 36 y algunas de sus terribles consecuencias. 

En mi familia no se hablaba habitualmente de ello, pero ya he dicho que fui una niña de las que se hacían preguntas. Era tímida y de pocas palabras, pero no dejaba de cuestionar lo que veía y lo que no, en particular cuando pasaba horas en la habitación de mi abuela y miraba el retrato de la pared frontal, el retrato de mi abuelo, en plena juventud. Con 27 años, la guerra segó su vida

¿Por qué no había conocido a mi abuelo? -era mi dolorosa pregunta desde que tengo conciencia de existir.

Lo habían matado en la guerra, me decían. Pero conforme crecía, quería saber, no me bastaba cualquier respuesta. Y empecé a hacer preguntas y más preguntas. Mi abuela, que nunca se recuperó de aquello, me respondía con su eterna bondad, pero yo intuía la maldad que debió haber existido para que estallara aquel caos, y fue cuando empecé a gestar mi novela, sin siquiera ser consciente de ello. 

Aún en el colegio, veía que sólo se contaba una parte, la que le interesaba al Régimen. Fue mucho más tarde, en plena democracia, cuando empecé a buscar y a indagar, cuando mi libro iba tomando forma en mi cabeza. Por fin, en 2003 me lancé al gran reto, la acabé de escribir en 2006, y en 2012, tras cierto peregrinaje por las editoriales (destacaría que Planeta la hubiera publicado en tres años, pero no quise esperar más) salió a la luz, y con la foto de mi abuelo en la portada. El 27 de octubre de 2012 hicimos la presentación en Pamplona. Fue uno de los días más importantes para mí, porque sentí que, después de toda una vida luchando por ello, homenajeaba no sólo a mi abuelo, sino a todos los perdedores de aquella infausta y deplorable guerra. Y fue una catarsis.

Ese es el recuerdo fundamental, así como que me acompañaron personas muy queridas, incluso los editores, de Bohodon Ediciones.

Loli durante la presentación de una de sus obras.

Hablemos de tus incursiones en la poesía. ¿Cómo fue la transición de la prosa a la poesía con “El mutuo obsequio”? ¿Qué te inspiró a explorar este género?

En realidad, el género estaba explorado, pues desde muy niña había escrito poesía. No podría afirmar qué fue lo primero que escribí, pero casi estoy segura de que fueron versos. Aquí influyó mucho mi madre, que es una señora que, aun hoy, sigue recitando de memoria los poemas más hermosos y extensos que nadie pueda imaginar. Poemas del siglo XIX, esa era romántica que venero, y que ella me enseñó a amar, así como el buen maestro de EGB, que nos escogía lecturas repletas de poemas. Ahí es donde, además de Campoamor, que tanto le había escuchado a mi madre, junto con otros autores, me quedé fascinada con Bécquer, Neruda, Antonio Machado…  

Y siempre escribí poesía, siempre. Pero la consideraba demasiado personal para hacerla pública, me provocaba un cierto pudor. 

En 2019, animada por mi círculo más allegado de seguidores y por un amor que había irrumpido en mi vida, decidí publicar los poemas de los últimos años, dedicados a él y publicados casi todos en Facebook, con gran acogida de mi público amigo. Le debo mucho a Facebook.

Así pues, digamos que no hubo transición, sino simultaneidad de géneros, pues escribo prosa y poesía indistintamente.

En relación con tu participación en la novena edición de los premios de Círculo Rojo y tu finalista en la categoría de “novela romántica”, ¿cómo ha sido tu experiencia con esta editorial a la hora de trabajar con ellos?

Mi experiencia con Círculo Rojo está siendo inmejorable. Publico con ellos desde 2018 y ojalá los hubiera conocido antes, porque son unos profesionales natos y ahora es cuando mis libros, por fin, lucen como siempre había soñado. Había tenido dos experiencias bochornosas anteriormente, tanto que me arrebataron el amable concepto que sostenía sobre las editoriales. En mi inocencia de principiante, las imaginaba altruistas y bienhechoras, pero nada más lejos de la realidad. Me saquearon sin piedad, me engañaron, desaparecieron, nunca vi una regalía, ni un céntimo derivado de mi trabajo. Era muy frustrante invertir todos mis ahorros para aquel resultado. Ya con Bohodon las cosas fueron bien, correctas y justas, pero con Círculo Rojo encontré un trato, un buen gusto y una profesionalidad únicos.

Estoy muy contenta con todas las publicaciones que he hecho bajo su sello.

Habría sido magnífico haber ganado el premio para el que quedé nominada, pero ya la nominación en sí fue suficiente.

La mujer destruida de Loli Albero Gil. Obra reeditada con Círculo Rojo.

Finalmente, has publicado recientemente la novela corta “El lago de los secretos” y anunciaste la segunda edición para octubre de 2023. ¿Podrías compartir un adelanto sobre el contenido de esta obra y qué esperas lograr con esta nueva edición? Además, ¿cómo ha sido tu proceso creativo en esta última publicación?

Sí, acaba de salir la segunda edición. ¿Que qué espero lograr? La aspiración siempre es la misma: llegar al máximo público posible, y, de momento, que sin siquiera haber llevado a cabo la presentación, se haya agotado la primera tirada en tres meses… pues para mí es una noticia fabulosa.

Del contenido prefiero no hablar mucho, porque el desenlace es muy inesperado y no quisiera aguar la lectura de mis seguidores. Pero puedo anotar algunas pinceladas, sí: la novela se sitúa en Navarra, años ochenta, y arranca con la llegada de Idoya Basaldúa a la universidad, donde en la apertura de curso conoce a Mikel Gorostiza y el flechazo entre ambos es fulminante. Todo en esta novela lo es: el amor, la muerte, las relaciones de unos y otros, la realidad que les toca vivir, las mentiras, los secretos que les arañan… La acción llega hasta nuestros días, mostrando el devenir de los protagonistas e incluso de los secundarios.

El proceso creativo fue el más doloroso de mi vida, pues acababa de perder a mi padre y, en cierto modo, también veía declinar mi relación sentimental. Creo que ésta fue la forma de exorcizar el infinito dolor que sentía: marcarme el reto de escribir en tan poco tiempo un libro que enviaría a un concurso. Contaba con la idea fundamental, sólo la idea. Emprendí la escritura y fue saliendo todo, sin saber cómo ni por qué. Mis procesos creativos suelen ser así, un poco caóticos, porque de un pequeño proyecto comienzan a salir mil, cosas que ni habían pasado por mi mente antes de sentarme a escribir, pero cuando ya he empezado el surtidor es imparable, y yo soy la primera sorprendida. Como nota curiosa, añadiré que siento que los personajes tienen vida propia, no soy yo quien los crea realmente, sino quien los saca a la luz y les da la oportunidad de que se oigan sus voces. Esta circunstancia me resulta un auténtico misterio, pero así es como yo lo vivo. Palabra. 


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