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Juan L. Mento, nos habla sobre su obra “Alba, pequeña gran revolución”, que ha publicado con la editorial Círculo Rojo.

Juan L. Mento, nos habla sobre su obra “Alba, pequeña gran revolución”, que ha publicado con la editorial Círculo Rojo.

-Como escritor, has utilizado el pseudónimo de “Juan L. Mento”. ¿Qué te llevó a elegir ese nombre y que significado tiene para ti?

Decidí utilizar pseudónimo porque he usado mi apellido real en la novela. La verdadera protagonista de ella tenía que lucirlo, ya que el motivo que me empujó a escribirla fue mi hija Alba. Siendo una novela de ficción, hay datos como su fecha y hora de nacimiento, su talla y peso tras el alumbramiento y alguno más que prefiero no desvelar, los cuales pretendía que perduraran en el tiempo como gesto de amor hacía ella.

En cuanto a porqué elegí el nombre de Juan L. Mento para firmar mi obra, no tiene mucho misterio. Soy un apasionado del juego de palabras y, tras barajar diversas opciones, me decanté por esta.

-Durante tu adolescencia, dejaste de lado la escritura y te centraste en la música. ¿Cómo influyó tu pasión por la música en tu estilo de escritura cuando retomaste esta vieja afición con tu novela “ALBA, Pequeña Gran Revolución”?

Al igual que un buen libro, una canción tiene el poder de aflorar sentimientos dormidos, de hacerte viajar a lugares increíbles y de lograr que empatices con los protagonistas delas historias que en ellas se cuentan. Con muy pocas líneas, los letristas consiguen todo eso. He intentado utilizar esta técnica y aplicarla al formato novela, pretendiendo que todas y cada una de las palabras que en ella se plasman tenga un porqué, que sean necesarias y no mero relleno.

-El inicio de tu camino como escritor coincide con la noticia de que ibas a ser padre. ¿Cómo influyó esta experiencia personal en la creación de tu novela y en la forma en que exploras temas como el amor y la paternidad?

Hay situaciones en la vida que hacen tambalear los cimientos sobre los que la tenemos construida, momentos tan emocionalmente fuertes que hacen que te cuestiones asuntos que hasta ese momento eran inamovibles. Junto a la muerte de un ser querido y al encuentro o pérdida del amor, el nacimiento de un hijo o hija es uno de ellos.

En mi caso, cambio absolutamente todo. Yo caminaba por la vida sin excesivas cavilaciones, pero cuando supe que iba a ser papá todo cambio. En mi novela vuelco los sentimientos y preocupaciones que, como inminente padre, aparecieron en vista del futuro poco halagüeño al que se tendrían que enfrentar las generaciones venideras; en concreto, Alba. Estoy convencido de que cualquier progenitor que lea mi humilde novela verá parte de sus miedos como tal reflejados en ella.

-“ALBA, Pequeña Gran Revolución” presenta dos tramas que se solapan en el tiempo. ¿Cómo lograste entrelazar estas tramas y qué deseas transmitir al lector a través de ellas?

Me encantaría lograr que el lector  reflexionara acerca de la sociedad de la cual formamos parte, detectando todo aquello que, a su juicio, está mal y se podría mejorar. También me gustaría que entendieran que una sola persona puede marcar el inicio de grandes cambios, que ellos mismos tienen el poder de hacerlo y el futuro de nuestros hijos está en nuestras manos. Debemos ser conscientes de ello y obrar en consecuencia, aunque eso signifique nadar a contracorriente y luchar contra lo establecido.

Fue sencillo enlazar las dos tramas. Tenía dos historias que contar, las cuales se podían desarrollar en el mismo espacio temporal. Además, se complementan a la perfección. A grandes rasgos, podría decirse que los hechos ocurridos en una de ellas empujan las acciones acometidas en la otra. Siento no poder ahondar más en este asunto, prefiero que el lector descubra esta conexión por sí mismo. Estoy seguro de que una vez terminen la lectura encontrarán el nexo de unión que existe entre ambas partes.

-En una de las tramas de tu novela, muestras una visión exagerada de la sociedad actual, destacando la avaricia y la falta de escrúpulos de algunos individuos. ¿Qué mensaje intentas transmitir sobre la sociedad y aquellos que la controlan?

Conste que es mi opinión. Quizá esté equivocado.

Es un hecho que se ha repetido a lo largo de la historia. Un puñado de personas ha copado y copa la riqueza del planeta, mientras la mayor parte de los habitantes de este, con suerte, se conforman con tener un poco de comida y un techo bajo el que cobijarse. En el tercer mundo es más evidente, la situación de sus ciudadanos se podría asemejar a la esclavitud. Sin embargo, en el denominado primer mundo está todo maquillado. Aparentemente gozamos de privilegios en comparación con los habitantes de zonas subdesarrolladas, privilegios que existen, sin percatarnos de que también somos explotados por la élite. Debemos pertenecer al rebaño para no vernos repudiados por el resto. Para ello se nos crean unas necesidades innecesarias, las cuales no nos harán ser más felices. En resumidas cuentas, trabajamos e invertimos nuestro tiempo a cambio de dinero, dinero que se esfuma en lo cotidiano: vivienda, suministros, alimentación, medios digitales como un teléfono móvil, etc. 

Veo la sociedad como una pirámide. En lo más alto se asientan las grandes fortunas, lugar que ocupaba siglos atrás la monarquía. Un escalón por debajo se encontraría la nobleza; escalón en el que actualmente situaría a los dirigentes políticos y militares de alto nivel. Si bajamos otro peldaño podremos contemplar a la burguesía moderna, personas adineradas que se nutren de los favores y las trápalas de los de arriba. Y en la base de la pirámide nos encontramos el noventa y nueve por ciento de la sociedad, los campesinos, la clase trabajadora. A ninguno de los de arriba les importan los integrantes del último escalón, su rendimiento económico es lo único que valoran; siendo un producto del sistema con el cual enriquecerse aún más.

Obra de Juan L. Mento. Alba, pequeña gran revolución.

-También en tu novela, hay un grupo de personas dispuestas a luchar desinteresadamente por un futuro mejor. ¿Qué te inspiró a crear estos personajes y qué importancia tienen en la historia que cuentas?

Representan la esperanza y la moralidad. Son capaces de ver el rumbo involutivo que sufre la sociedad y deciden poner cartas en el asunto. Tienen mucho que perder, pero su nobleza y su busca de un mundo justo es más fuerte que el miedo. Tomé como inspiración a personas de mi entorno que poseen las mismas virtudes que los personajes; un grupo de amigos que da cabida a diferentes personalidades y criterios, pero que a su vez avanzan hacia una meta común. Su intención no es otra que abrir los ojos a la ciudadanía para que actúen individualmente hasta conseguir una revolución social global, en busca de la utopía.

-¿Qué desafíos enfrentaste al escribir tu primera novela? ¿Cómo fue el proceso de escritura y qué aprendizajes obtuviste de él?

Nunca fui un buen estudiante, por lo que mis herramientas eran limitadas. Pero tenía una historia que contar, quería dejar un legado del que mi hija Alba se sintiera orgullosa y alagada. Fue una tarea larga y tediosa, incluso realicé un par de parones creyéndome incapaz de finalizarla. Eliminé y añadí capítulos en varias ocasiones. Del mismo modo, modifique el texto infinidad de veces hasta que lo creí digno de mostrar a unos cuantos allegados. Ellos me dieron sus opiniones y consejos, por lo que nuevas modificaciones llegaron a mi texto original. Mas tarde contacté con la editorial Círculo Rojo; leyeron mi borrador, le dieron el visto bueno y pasamos a la fase de corrección ortotipográfica. Con cada nueva corrección venía una nueva lectura del texto completo, llegando a leerlo unas veinte veces hasta el punto de aborrecerme. Finalmente, después de más de dos años de duro trabajo y noches sin dormir, se materializó. Todos los pesares pasados se desvanecieron. Yo, que nunca me hubiera planteado escribir nada mas allá de la lista de la compra, había conseguido publicar una novela. Una novela que enganchaba al lector y que tenía un mensaje claro para aquellos que se animaran a leerla.

Aprendí muchísimas cosas. A nivel personal, aprendí que querer es poder. Que si te esfuerzas y pones empeño en algo, tarde o temprano dará frutos. También descubrí aspectos de mi persona que permanecían ocultos y encontré apoyos donde no los busqué. Como escritor, me di cuenta de mi capacidad para contar historias, amplié mi lenguaje sin darme apenas cuenta y me conectó con la lectura de nuevo, afición que había dejado de lado hacía algunos años.

-El final de tu novela es inesperado e indeseado. Sin revelar detalles, ¿por qué decidiste llevar la historia en esa dirección y qué impacto esperas tener en el lector?

Tenía varios finales posibles, pero conforme la historia iba tomando forma uno de ellos sobresalió del resto. Aun siendo un final esperanzador, deja un regusto amargo que el lector no espera. Además, deja un cabo suelto que no afecta al buen término de la novela pero que a su vez da pie a la creación de una segunda parte que ataje ese asunto.

-Tus personajes son muy humanos y es fácil empatizar con ellos. ¿Cómo trabajaste el desarrollo de los personajes y qué técnicas utilizaste para hacerlos auténticos y cercanos al lector?

Su creación y desarrollo surgió de forma natural. Como bien he dicho anteriormente, carezco de formación específica en el aspecto literario, pero me considero muy observador y analizo todo cuanto me rodea. Los personajes son el vivo reflejo de personas que podemos cruzarnos por la calle, que tienen las misma preocupaciones y vida similar a la nuestra, por eso es imposible no empatizar con ellos. Decidí no describirlos en exceso, para que cada lector tuviera la oportunidad de malearlos a su conveniencia y criterio.

-Además de entretener, ¿qué otros objetivos tenías al escribir “ALBA, Pequeña Gran Revolución”? ¿Qué reflexiones o preguntas esperas que los lectores se planteen después de leer tu novela?

El objetivo principal era mostrar, de alguna forma, el amor que proceso por mi hija, mi musa. Soy el tipo de persona que se marca objetivos personales, pero solo respecto a temas que creo importantes y que tienen como fin la felicidad y el bienestar de mi familia; el resto es secundario. Desde luego que me encantaría vender decenas de miles de copias, o que algún profesional audiovisual la llevara a la pantalla o que tuviera tal éxito que me ofrecieran traducirla a otras lenguas, pero soy consciente de lo complicado que es y por el momento me conformo con que los que han tenido a bien leerla me den su opinión. He de decir que las críticas recibidas han sido favorables, que me han subido la autoestima y que han logrado que me plateara escribir otros trabajos.

Colateralmente, pretendo que cada lector se pregunte si realmente es libre o sigue un camino marcado por otros, si merece la pena invertir tanto tiempo de nuestra vida en ganar dinero con el que comprar cosas innecesarias y si está dispuesto a permanecer impasible ante las injusticias y el régimen establecido, régimen corrupto e incompetente.

Juan L. Mento, autor de la obra.

-Has mencionado que utilizaste un lenguaje coloquial en tu escritura para conectar con el lector. ¿Cómo lograste encontrar el equilibrio entre lo coloquial y evitar caer en lo vulgar?

Simplemente utilicé el lenguaje que mejor conozco, el que uso y recibo en el día a día. La lengua española es muy rica y variada, por lo que no es necesario ser un erudito en la materia, o un miembro de la RAE, para explicarte y contar una historia de manera correcta y seria. Yo no me atrevería a afirmar que mi lenguaje no resulte vulgar, esa afirmación la realizó el profesional responsable de valorar mi obra; el que decidiría si“ALBA, Pequeña Gran Revolución” era digna de ser publicada bajo el sello editorial que representaba.

-¿Tienes planes para futuros proyectos literarios?

Tengo dos proyectos empezados, uno más avanzado que otro. Ambos son novelas. Uno de ellos toma como escenario la Guerra Civil Española, fusionando la parte bélica con la humana. El otro es difícil de explicar, ya que no es una novela al uso y prefiero no desvelar más datos que el marco en el que desarrolla, el Camino de Santiago. Pero últimamente tengo menos tiempo y por ello son proyectos a largo plazo.

Además, mi pareja está  embarazada de nuevo. ¡Tendré que escribir otra novela para que mi futuro hijo evite pensar que su llegada era menos importante que la de Alba!

-¿Qué temas o géneros te gustaría explorar en tus futuras obras?

Existen varios temas que me atraen, como pueden ser la Guerra Civil Española, el alma y la reencarnación o la naturaleza en su conjunto. Ya estoy trabajando en alguno de ellos, como bien he indicado anteriormente. Espero llegar a buen puerto. En cuanto al género, no me veo capacitado para variar mucho. Seguiré escribiendo novela de ficción, por el momento, con pequeñas variantes temáticas. De lo que estoy seguro es de que seguirán la misma línea: serán cercanas, realistas y humanas.


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