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Entrevistamos a Irene Isla Gómez, que nos cuenta todo sobre su obra publicada con Círculo Rojo.

Entrevistamos a Irene Isla Gómez, que nos cuenta todo sobre su obra publicada con Círculo Rojo.
  • ¿De qué manera tus estudios en Literatura General y Comparada en la Universidad Complutense de Madrid han influido en tu escritura?

Desde que empecé a leer poesía y teatro en tercero de carrera, me atreví a dejar crecer la creatividad. Además, tuve profesores muy buenos, sobre todo, María Nieves Martínez de Olcoz quien me instaló esa semilla que tiene la escritura teatral y Francisco Ávila quien me mostró la hermosura del primer poema del que me enamoré. Este poema fue La luna es una ausencia de Vicente Aleixandre, siendo este uno de mis poetas favoritos. Gracias a las lecturas que he realizado en poesía y teatro a lo largo de este periodo universitario me han proporcionado una visión poética. 

  • ¿Qué aprendizajes y experiencias destacarías de tu Máster de Escritura Creativa en la Universidad de Sevilla?

Sin ninguna duda, irse a vivir un año fuera supuso un cambio para mí. Las amistades con otras personas que fueran y tuvieran inquietudes artísticas como yo son imprescindibles para afianzar relaciones que sean de por vida. Ambos elementos influyeron en mí de manera positiva. Fue un periodo de crecimiento en todos los aspectos. En el ámbito poético, pude introducirme en aspectos más formales de la poesía. Allí tuve a Carlos Fernando Peinado y a Manuel Ángel Vázquez Medel quienes me enseñaron las posibilidades que tienen las imágenes en los textos poéticos. Antonio Molina Flores fue mi tutor en la elaboración del TFM y como editor me dio numerosos consejos, sobre todo, me dio un apoyo incondicional. Escogí este máster por tener la capacidad de abordar los tres géneros. Allí pude experimentar más con la palabra, dejar que esta me trasmitiera su poder. Fue entonces cuando comencé a leer más a los clásicos, siendo más consciente de nuestras raíces. Me otorgué el regalo de hacerme con una primera edición de Tres lecciones de tinieblas de José Ángel Valente quien me impresionó por fusionar la pintura con la palabra, sin duda, es algo que tengo como futuro proyecto.   

  • Como profesora y coordinadora del Bachillerato de Artes Escénicas en el Colegio San Gabriel, ¿cómo integras tu pasión por la literatura y el teatro en tu enseñanza?

Me he dado cuenta de que a los adolescentes les da mucha pereza ponerse a leer, debido a este contexto en el que vivimos de sobreestimulación, ellos no pueden experimentar el placer de leer. Por eso, les proporciono una experiencia literaria a través de tertulias en las que todos nos juntamos para leer, comer y comentar lo que hemos visto en el libro. Este espacio de escucha permite que ellos se expresen y a través de la escucha activa en el otro llegan a aclarar sus dudas. Además, realizo varios montajes teatrales que abarcan desde la lectura y adaptación del texto hasta la representación final donde abordamos el tema del maquillaje, el vestuario y la escenografía. Les hago protagonistas de estos procesos para que puedan crear y experimentar el poder de la literatura. En los últimos años, he montado con los alumnos El enfermo imaginarioToc-TocLa estanquera de VallecasEl Zoo de Cristal La importancia de llamarse Ernesto. Estos procesos les permiten desarrollar la creatividad, pues vivimos en una época en que aburrirse ya no es posible. Creo que debemos recuperar esto, sobre todo, porque el futuro está lleno de esperanza. 

  • Háblanos sobre tu participación en el proyecto teatral de investigación dramatúrgica y creación escénica con Juan José Fernández Villanueva. ¿Cómo influyó en tu carrera?

Pues acudí a Juan José Fernández Villanueva para pedirle consejo acerca de las Artes Escénicas. Él había dado clase durante mis años de carrera, pero nunca habíamos coincidido. Fue bello encontrarme con él en la Plaza de Olavide. Debido a esa conversación, me invitó a participar en ese proyecto y fue ahí donde comprendí la labor tan compleja que implica el montaje de una representación teatral. El texto que trabajamos era de Ángel Galiano, profesor que también me dio clase, y fue El olivo de Penélope quien me atrapó y me permitió realizar labores de ayudante de dirección. Fue ahí cuando aprendí que el teatro y la poesía tienen algo tan común como el uso de las imágenes como elementos estéticos. Desafortunadamente, Juan José falleció en diciembre del año pasado, pero a pesar de conocernos poco yo aprecié el tipo de persona que era, era un auténtico maestro que te daba la libertad para ir construyendo tu camino. Fue precioso construir y ver el proceso.  

Durante este proceso, pude colaborar con otros grandes compañeros como Carmen Calleja, quien está realizando una tesis doctoral y liderando su compañía Turneo Teatro, José Manuel Teira, quien también ha publicado su tesis doctoral, y Javiera Bonilla, quien está trabajando en la Fundación Juan March. Todos se dedicaron a diversas partes del espectáculo que estábamos montando. Gracias a su presencia y amistad pude aprender y sigo haciéndolo. 

  • ¿Qué impacto ha tenido en ti la experiencia de dirigir montajes teatrales y participar en recitales de poesía?

Dirigir montajes teatrales ha sido para mí un proceso duro y maravilloso al mismo tiempo. Dirigir a un grupo de personas, en mi caso, de adolescentes no es tarea fácil, pues tienes que ganarte su confianza y que ellos deseen depositar su voluntad y entendimiento. En la elaboración de estos procesos, siempre les digo a mis estudiantes que todas las cosas que hacemos no son obligatorias, que tienen la libertad de hacerlo o no, pero deben ser coherentes con ello pues su responsabilidad está en juego. Ellos si quieren que algo salga adelante, tienen que darlo todo, entregar todo lo que son, pues el resultado final estará enriquecido por su intervención. 

Empecé a asistir a recitales de poesía durante mi estancia en Sevilla y percibí que la obra poética tiene que ser recibida por alguien, ese es el fin último del arte. Lo mismo le ocurre al teatro, la obra no se encuentra totalmente completa hasta que es visualizada y experimentada por un espectador. Es importante dar a conocer el objeto estético, pues la recepción es un elemento que complementa el culmen de la obra poética o teatral. 

Irene Isla Gómez, autora de la obra.
  • Actualmente estás cursando el Máster de Estudios Avanzados de Teatro en la UNIR. ¿Cómo crees que este nuevo desafío formativo enriquecerá tu carrera literaria?

Cualquier formación o estudio que se lleve a cabo siempre va a enriquecerte, por eso, empecé a estudiar este máster ya que Juan José Fernandéz Villanueva me lo recomendó. El estudio de este máster me ha proporcionado una visión general y enriquecedora del Arte Dramático. Para mí, sería fantástico poder ponerme a estudiar la carrera de Arte Dramático. 

  • Tu poemario “Cuerpos de vidrio” trata temas como la infancia, la emigración y la búsqueda de identidad. ¿Qué te motivó a escribir sobre estos temas y cómo esperas que impacten a tus lectores?

El origen de este poemario ha evolucionado mucho, por eso, debemos remontarnos a hace cuatro años. En el año 2020 en el que todos padecimos el encierro por motivo del coronavirus, yo me encontraba cursando el Máster de Escritura Creativa en Sevilla. El TFM en este máster podía ser una obra de creación, mi trabajo comenzó siendo teatro, pero observaba que no me funcionaba como yo quería. Por eso, decidí escribir poesía sobre el tema de los refugiados, de aquellas personas que tienen que abandonarlo todo por motivo de una guerra, porque pasan hambre, porque quieren un futuro mejor. A mí siempre me han interesado las personas que parecen invisibles para los demás. Me ocurre que siempre que alguien vive en la calle o se encuentra solo bebiendo o durmiendo dentro de un escaparate de un banco contemplo la escena y comienzo a pensar acerca de su historia: de dónde viene, qué familia tendrá, qué necesitará… Esto fue el motor para comenzar a escribir. 

Sin embargo, esta idea original ha ido evolucionando con el tiempo. Este poemario recibía el nombre de El Cadalso de los Vidrios, pero hasta hace un año no percibí que Cuerpos de vidrio era un nombre mucho más apropiado, puesto que a mí siempre me ha llamado la atención el tema de la corporalidad y de la espiritualidad. Por eso, el poemario ha sufrido varias modificaciones, ha ido consolidándose y purificándose poco a poco. Es un trabajo artesanal el hecho de ser poeta.

Decidí publicar esta obra porque me parecía que todavía no cumplía con su misión, por eso, necesitaba sacar adelante el proyecto para interpelar al lector y acercarse hacia un punto de reflexión. Ronald Barthes en El grado cero de la escritura reflexionó acerca de que la literatura está constituida por una pluralidad de sentidos y que el hecho de firmar un texto ya incita a la aceptación de un tipo de escritura basada en una determinada visión ideológica y política. Barthes defiende esa literatura del compromiso, de que el autor tiene que comprometerse con el mundo para cambiarlo. Yo escribo desde esa posición y me parece importante que los lectores puedan apreciarlo a través de la palabra para proyectarlo en el mundo en el que vivimos. Me parece que el poeta es un hacedor, es un insuflador como Dios en el mundo.  

  • ¿Podrías compartirnos algún fragmento o poema de “Cuerpos de vidrio” que consideres especialmente significativo y contarnos un poco sobre su contexto?

Como he mencionado antes, el poemario ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de estos años, pero hay un poema que me dio la idea de llamarlo Cuerpos de vidrio. Os comparto el poema:

CUERPOS DE CRISTAL

Se te escapan las manos a su espalda.

El cuerpo se torna frágil

como el vidrio cayendo al vertedero.

 Brillan sus ojos y su labio abierto,

te roba una gota de ese líquido

que prende de tus heridas.

Se entrelazan vuestros hilos,

el calor se instala en las venas

y el cuerpo se consume

rápido como un cigarro,

como un rayo

o como un bombardeo

que deja en ruinas

vuestros cuerpos. 

Este poema originariamente se llamaba Cuerpos de vidrio y a la hora de componerlo me imaginé a dos personas amándose en mitad del caos, de la muerte, de la guerra. Pensé que en una situación real podría darse esa posibilidad, que dos jóvenes estuvieran a punto de separarse porque no sabían lo que iba a ser de ellos. El poemario está plagado de referencias al vidrio, al agua, al azul… Porque el vidrio es algo parecido al cristal, pero más duro, más basto. Nosotros nos deshacemos del vidrio tirándolo con facilidad al contenedor. Pues también la guerra acaba deshaciéndose de la vida. Por eso, esta idea se va consolidando a lo largo de las páginas del poemario, puesto que aquello que parece que no nos afecta a nosotros mismos no existe. Esto no puede ser real, no podemos estar acostumbrándonos a ver imágenes en la televisión, en las redes sociales donde la violencia real se convierta en un escaparate, en una ficción.

  • Para finalizar, ¿qué tal ha sido la experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo?

Me gustaría mencionar a dos compañeros con los que trabajo en el Colegio San Gabriel y que me han asesorado para confiar en la editorial Círculo Rojo. Javier Alises Fernández, que es profesor de Latín y Lengua y Literatura y además gran escritor, y Carlos Javier González Serrano, que es profesor de filosofía, escritor y un pensador muy activo en nuestra actualidad. Ambos me recomendaron trabajar con la editorial Círculo Rojo, sobre todo, esta confianza que he depositado me ha sido demostrada. El trato y la inmediatez a la hora de establecer una fluida comunicación conmigo han sido elementos claves para recomendarlo a otros. Sin ninguna duda, agradezco muchísimo todo lo que me han ofrecido a lo largo del proceso. Estoy muy agradecida. 


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