Enfrenta a tus propios monstruos: el escritor que transformó el cáncer en poesía brutal y redentora
Yo, Monstruos se construye a partir de tres mitos: Asterión, Marilyn y Ánima. ¿Cómo surgió la idea de revisitar estas figuras y darles voz en pleno siglo XXI?
La idea original vino por dos motivos distintos que me marcaron.
El primero fue el linfoma de Burkitt que padecí en 2020, en plena pandemia, en aislamiento, en el hospital Ramón y Cajal de Madrid. Allí, en la soledad más absoluta, no tuve más remedio que enfrentarme a mi lado más oscuro si quería estar en paz. Cuando estás tan mal físicamente, cualquier pensamiento negativo hace que tu cuerpo se resienta y el dolor aumente considerablemente. Ahí entendí la necesidad de sumergirme en mis propios abismos y hablar cara a cara con mis propios monstruos. Aceptarlos, como dice Cortázar, para acabar con ellos.
El segundo motivo partió de Borges. Leí «El Aleph», un libro de cuentos maravilloso. Todo un cosmos en sí mismo. De este libro me enamoré del relato «La casa de Asterión» y decidí crear mi propia versión. Fue una experiencia transformadora. A partir de ahí supe que había que darles voz a todos aquellos que aún no la tenían y me puse a investigar como un loco.
El relato «Yo, Marilyn» no iba a aparecer. Tenía otro preparado sobre la historia de por qué Medusa se convierte en ese ser tan maléfico capaz de paralizar a todo aquel que se cruzaba en su camino. ¿Quién la transformó? ¿Por qué? Iba a seguir por el camino de la mitología griega, que había empezado por Asterión, pero lo pensé mejor. Descubrí unos versos de puño y letra de la propia Marilyn Monroe donde manifestaba su deseo de ser un monstruo devorador de carne humana con enormes garras. Enseguida supe que ese iba a ser mi segundo poema. Marilyn quería venganza y por fin la tendría. ¿Para qué está la literatura si no? ¿Para qué están los amigos?
Parte de ese poema no incluido titulado «Yo, Medusa» saldrá en el siguiente libro.
«Yo, Ánima» está inspirado en uno de los sonetos más perfectos de la lengua castellana escrito por el inmortal Don Francisco de Quevedo: «amor constante más allá de la muerte». En él, habla de cómo ni la muerte detendrá el amor que siente por su amada. «Polvo seré, más polvo enamorado» es su broche final. Cuando lees eso lo único que te queda por hacer no es intentar imitarlo como homenaje al igual que han hecho Bécquer, Espronceda, Rosalía de Castro… No.
¿Qué pasa con ese amor tan malentendido en vida que provoca que pierdas tu propia inmortalidad? «Yo, Ánima» es la respuesta, cruda, desde dentro, a esa pregunta.
En lugar de huir de los monstruos, usted propone “conversar con ellos”. ¿Qué significa para usted este diálogo y cómo se refleja en su poesía?
Conversar con los propios monstruos implica un acto de valentía y sinceridad por parte de uno mismo. Solo aceptando tu parte oscura podrás avanzar en la vida reconociéndola de inmediato cuando quiera salir y pararla.
En mi poesía se refleja a través de su propia voz. Todos tenemos algo monstruoso escondido, algo que rechazamos, que negamos y que salta como un resorte bajo según qué circunstancias. Lo mejor que podemos hacer es escuchar qué nos tiene que decir, recordar por qué está ahí. Solo así podremos estar alerta. Hay que ser consecuente con uno mismo. El amor propio también nace de ese ejercicio.
La obra está concebida como un viaje “de las tinieblas a la salvación”. ¿Podría contarnos cómo se articula ese recorrido emocional a lo largo de los tres relatos en verso?
El amor es ese hilo rojo conductor, como el de la leyenda japonesa, que los une.
Asterión se pregunta qué es. No lo conoce y, sin embargo, su triste suerte es causada por él. ¿Por qué? Esa es la historia que hay que leer.
Marilyn, sin embargo, lo ha vivido, pero lo rechaza. ¿Por qué? ¿Por qué no va directa a la felicidad después de haber fallecido? Esa es la historia que también hay que leer.
Por último, el espíritu errante, el ánima del último relato, se da cuenta tarde de lo mal que lo ha hecho en vida. Tan mal que ha sido condenado a vagar entre este mundo y el otro eternamente. Es desde esa tristeza que no tiene fin donde surge la esperanza y, al final, da una serie de consejos para que su amada (y, en general, cualquiera) no cometa los mismos errores y acabe como él. Ahí está la luz. Por eso es un viaje desde el abismo a la redención.
Hay una dimensión musical muy marcada, con bandas sonoras en formato QR que acompañan la lectura. ¿Cómo fue el proceso de unir poesía, mito y música en un solo proyecto?
Una pasada. Ya lo había hecho con mi anterior libro «Poesía es … ¡apretar los puños!», el libro más canalla y rockero del planeta, donde 23 de los 37 poemas están dedicados al rock, a grupos y a canciones, también con tres bandas sonoras en formato QR. Hay, por tanto, un antecedente. El desafío, esta vez, consistió en incorporar esas canciones como parte integrante de los personajes y los relatos. He jugado con las traducciones y he podido unirlas a sus voces. El resultado es esta maravilla de la cual estoy muy orgulloso. Lope de Vega decía: “amar y hacer versos, todo es uno”. Yo digo: “escuchar rock y ser literatura, todo es uno”.

Su biografía muestra una fuerte influencia del rock, la épica y la mitología. ¿Qué peso tiene cada una de estas corrientes en la estructura y el tono de Yo, Monstruos?
La épica y la mitología vienen de mis estudios. Soy Licenciado en Historia y en Humanidades. El rock me lleva salvando la vida desde mi adolescencia. Estos tres aspectos forman parte de mí. No puedo (ni quiero) dejarlos atrás. Son el aire que respiro. Espero haber conseguido una mezcla lo más natural posible.
Tras superar un linfoma en 2020, usted menciona que su escritura se volvió “más honesta, combativa y reveladora”. ¿En qué parte del libro cree que esa transformación personal es más evidente?
En las tres. Sus versos están tan afilados que desgarran el alma. Cortan como un cuchillo.
Asterión no duda ni por un segundo en criticar lo que él ha vivido. Marilyn está llena de rabia, de odio por todo lo que le hicieron en vida. El espíritu errante, el ánima, a su vez, ha quedado atrapado en una inmensa tristeza que, paradójicamente, da paso, al final, a la luz.
Este libro no es para todos. Te revuelve por dentro. Te hace reflexionar ante ese espejo incómodo que tienes delante. Este libro te lee mientras tú también lo vas leyendo. Ese es el desafío.
La cita de Stephen King sobre monstruos y fantasmas abre una puerta a lo psicológico. ¿Considera que sus “monstruos” son más internos que externos?
Sí. Sin duda. Los personajes son arquetipos. La excusa perfecta para ir hacia tu propio reflejo deformado y contemplar que tienes de ellos.
El minotauro refleja esos momentos donde no podemos o no sabemos avanzar en la vida, atrapados en nuestros propios errores. Marilyn muestra esa ira ciega que todos hemos tenido alguna vez fruto del propio victimismo. El ánima, el espíritu errante, por último, enseña el arrepentimiento, aunque tardío, que conduce a la luz, a una mejor versión de nosotros mismos.
Como profesor que trabaja con adolescentes, ¿cómo influye su experiencia educativa en la forma en que aborda los temas oscuros o intensos en su poesía?
Hay que ser lo más contundente posible para que algo les llame la atención. Eso es lo que he aprendido en esta profesión a la hora de enfocar cualquier clase. Eso me ha servido para escribir este libro, por supuesto. De todas formas, ni el colegio, ni, mucho menos, los alumnos con los que estoy se han interesado por ello. Unos, me censuraron con mi anterior libro. No me quedan ganas, por tanto, de presentarles nada más. Otros, por su obsesión con el fútbol y las redes sociales. Al final, gana la poesía de “fin de semana” momentáneamente, mientras la estén estudiando. Después, la olvidarán para siempre. ¿Por qué? Porque no les revuelve las tripas.
Usted dice que escribe “para provocar terremotos a escala poética”. ¿Qué terremoto le gustaría que dejara Yo, Monstruos en sus lectores?
Afortunadamente, ya lo estoy provocando. Si echas un vistazo a las reseñas que aparecen en mi cuenta de Instagram (@entre_la_luz_y_lss_sombras) y en Amazon, se habla de “un viaje a las profundidades del alma humana”, a “un libro que te hace reflexionar y te revuelve por dentro”. Bueno, ese era el objetivo: enfrentar tus propios monstruos.
Este libro es una apuesta muy arriesgada, muy personal, fruto de haber pasado por calvarios que no le deseo a nadie. Solo puedo dar gracias por todo lo que está sucediendo con él.
Gracias a mi mujer, Jessy, primero, que supo ver el potencial de estas historias y que ha terminado escribiendo el prólogo, este libro no ha quedado relegado a una carpeta perdida.
Gracias a Olé libros después, que me ha dado la gran oportunidad de poder publicarlo con ellos, puedo disfrutar de este viaje tan alucinante. He cumplido sueños tales como haber podido firmar en la Feria del Libro de Madrid y, ahora, ir más allá del océano atlántico y que ya me estén leyendo desde el continente americano.
Y, por último, gracias a todos los lectores, a la familia y a los amigos, que son los primeros que me apoyaron en esta aventura y que, con sus palabras, me están devolviendo todo el amor, la fuerza y la vida que en su día recogí pese a la oscuridad reinante y volqué en este libro.
Gracias a todos por ser parte de este sueño.

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