- El libro está escrito en genérico femenino, apelando directamente a las lectoras. ¿Por qué decidiste usar ese enfoque y qué tipo de conexión esperas generar con las mujeres que te lean?
Decidí escribir en genérico femenino porque este libro nace desde mi experiencia como mujer y está dirigido, especialmente, a otras mujeres que han atravesado situaciones similares. Quería que cada lectora se sintiera interpelada, acogida, comprendida. Es un espacio íntimo donde nos hablamos de tú a tú, sin juicios, con toda la honestidad y ternura posibles.
Aunque la presión estética es algo que nos toca a todas las personas, considero que afecta de manera más profunda y persistente a las mujeres. Desde muy jóvenes se nos exige cumplir con determinados estándares que van mutando, pero nunca desaparecen. En este libro también hablo de etapas propias de la vivencia femenina, como el embarazo, la maternidad o la menopausia, momentos en los que el cuerpo cambia y suele ser duramente juzgado, incluso por una misma.
Por eso elegí dirigirme en femenino: porque quería abrazar con mis palabras a quienes han transitado esas experiencias. Aun así, cualquier persona puede encontrar valor en estas páginas, porque al final, el mensaje de fondo es universal: aprender a mirarnos con amor y reconciliarnos con nuestro cuerpo.
- A lo largo del libro hablas con mucha honestidad de experiencias como la bulimia, la presión estética o la autoexigencia. ¿Cómo fue el proceso de compartir algo tan íntimo y doloroso con las lectoras?
No fue un proceso fácil, pero sí profundamente liberador. Compartir estas vivencias desde la verdad más desnuda ha sido un acto de sanación y de amor hacia mí misma y hacia quienes puedan verse reflejadas en ellas. Escribir desde el dolor con propósito lo convierte en luz. Mostrar esas heridas es también una manera de decir: “Sobreviví, sané y tú también puedes hacerlo”.
- El título El cuerpo que amo encierra una afirmación poderosa. ¿Te costó mucho llegar a amar tu cuerpo? ¿Cómo fue ese camino?
Sí, me costó muchos años, lágrimas y desaprendizajes. Amar mi cuerpo ha sido un viaje de reconciliación constante, una práctica diaria de aceptación, de perdón y de gratitud. Pasé por etapas muy duras donde mi cuerpo era un enemigo. Hoy lo honro como un templo que ha resistido, sentido y vivido. Elegí ese título como un acto de afirmación, de victoria y de inspiración para otras mujeres que todavía están en el camino.
- Tu libro invita a las lectoras a “mirarse con otros ojos”. ¿Cuáles dirías que son los primeros pasos para comenzar a cambiar esa mirada?
El primer paso es tomar conciencia de cómo nos hablamos, qué palabras usamos con nosotras mismas. Luego, cuestionar esas creencias que nos limitan, muchas veces heredadas o impuestas. Y finalmente, practicar la compasión: tratarnos con el mismo cariño con el que hablaríamos a una amiga. No se trata de negar lo que sentimos, sino de mirarnos con más amor y menos juicio.
- ¿Qué papel crees que juegan los medios, las redes sociales y la cultura actual en la relación que las mujeres tienen con su cuerpo?
Juegan un papel crucial, y muchas veces tóxico. Durante décadas, los medios han impuesto estándares de belleza inalcanzables que refuerzan la idea de que solo ciertos cuerpos merecen ser vistos, celebrados o amados. Con la irrupción de las redes sociales, este mensaje se ha multiplicado y sofisticado: hoy no solo se idealiza un tipo de cuerpo, sino que además se distorsiona la realidad a través de filtros y retoques digitales que nos hacen aspirar a una perfección inexistente.
Muchas mujeres, especialmente las más jóvenes, crecen comparándose constantemente con imágenes irreales que ven a diario, lo que afecta directamente su autoestima, su bienestar emocional e incluso su salud física. Se nos empuja a perseguir un ideal que cambia según la moda, y que rara vez está al alcance sin sacrificios extremos.
Afortunadamente, también están surgiendo voces valientes y necesarias que promueven la diversidad corporal, la autoaceptación y el amor propio. Pero aún queda mucho por hacer. Por eso es vital desarrollar una mirada crítica, cuestionar lo que consumimos y construir referentes que celebren la autenticidad y la pluralidad de los cuerpos. Solo así podremos empezar a sanar nuestra relación con nosotras mismas y dejar de vernos a través de un filtro impuesto por otros.
- A lo largo de tus obras abordas temas duros como el maltrato, la infancia marcada por la adicción o la presión social sobre el cuerpo. ¿La escritura ha sido una forma de sanar para ti?
Absolutamente. La escritura ha sido mi salvavidas, mi refugio y también mi altavoz. A través de las palabras he podido entender, nombrar y resignificar lo vivido. Cada libro es una pieza del rompecabezas de mi historia, y al compartirlo, siento que transformo el dolor en posibilidad, y que ofrezco esperanza a quienes también atraviesan sus propios laberintos.
- Como coach integrativa, combinas el acompañamiento emocional con herramientas prácticas. ¿Cómo se refleja esa faceta en tus libros, especialmente en este último?
En El cuerpo que amo, igual que en mis anteriores obras, combino el relato autobiográfico con propuestas de reflexión, ejercicios prácticos y herramientas terapéuticas. Mi intención es que no sea solo un libro para leer, sino también para trabajar, para sentir, para accionar. Como coach, sé que la teoría es valiosa, pero el cambio real ocurre cuando nos implicamos emocional y activamente en el proceso.
- ¿Qué te gustaría que sintiera una lectora al terminar El cuerpo que amo? ¿Cuál sería, para ti, el mejor resultado posible?
Me encantaría que se sintiera acompañada, comprendida y, sobre todo, empoderada. Que pudiera mirarse al espejo con amor, sin juzgarse, y empezar a cambiar ese diálogo interno que durante años ha estado lleno de exigencia y dureza. Que recordara que su valor no depende de su talla, de su edad ni de los estándares externos. El mejor resultado posible sería que el libro encendiera una chispa de amor propio que siguiera creciendo mucho tiempo después de la última página.
- En un mundo donde aún impera la gordofobia, el edadismo o los estereotipos de belleza, ¿cómo podemos construir una autoestima sólida y duradera?
La autoestima se construye desde dentro hacia fuera. No podemos esperar que el mundo nos valide para empezar a querernos. Es necesario desprogramar las creencias que nos han impuesto y construir una relación con nosotras mismas basada en el respeto, la escucha y la autenticidad. Rodearnos de personas que nos nutran, buscar espacios donde podamos ser sin miedo y, sobre todo, tratarnos con la misma dignidad y compasión con la que cuidaríamos a alguien que amamos profundamente. Ahí comienza la verdadera transformación.
- Por último, si tuvieras que resumir el mensaje central del libro en una frase que quede grabada en quien lo lea, ¿cuál sería?
“No tienes que cambiar tu cuerpo para amarlo, tienes que cambiar la forma en que lo miras.”