Soray Arte, nos cuenta todo sobre su poemario «A tu cachito de infierno».
¿Qué te impulsó a escribir tu primer poemario «A tu cachito de infierno» y cómo describirías el proceso de crear este libro a lo largo de diez años?
Realmente es una compilación de toda la poesía que he escrito desde aproximadamente el año 2012 hasta la fecha. El venir sola a vivir a otra provincia me despertó la necesidad poética. Fue en Donostia donde, después de terminar la carrera de arquitectura, quise dedicarme a la pintura. La poesía vino después. Le cogí el gusto al encontrar gente creativa con la que compartir poemas propios en garitos. Fui conociendo el circuito de jam poéticas y recitales. Y poco a poco lo transformé en performances poéticos con música en directo y body paint. El hecho de publicarlo es la forma escrita de mostrar ese desarrollo previo sobre el escenario.
¿Cómo ha sido tu evolución como escritora, desde tus primeros diarios hasta la publicación de tu poemario?
Siempre he sido más de prosa. Me introduje en la lírica al conocer poetas de calle y descubrir que la poesía no tenía por qué ser aburrida. El verso libre y la temática urbana, actual y cruda me han interesado en calidad de lectora. Empecé a transformar mis escritos de agenda en conatos de versos. Al principio me costaba mucho encontrar las palabras precisas, y usaba constantemente diccionario de sinónimos. Los borradores siempre me salían mejor de puño y letra. Con el tiempo también frente a una pantalla me he podido sentir inspirada, pero sigo prefiriendo el bolígrafo y papel. A ser posible un bolígrafo de tinta agradable y un papel bonito, frente a un café. A posteriori ya lo puedo pasar al ordenador y pulirlo.
¿Qué te llevó a canalizar tus emociones a través de la poesía y qué papel crees que ha jugado esta forma de expresión en tu vida?
Descubrí un gran alivio al transformar la tristeza en versos. La soledad, el desengaño… Todo aquello que me dañaba. Puedo pasarme largas horas buscando las palabras exactas para expresar lo que siento. He utilizado la poesía en momentos cruciales, fatídicos. Me ha ayudado a superar situaciones difíciles y a soltar lastre.
¿Cómo integras temas tan diversos como el desamor, la muerte, el amor y el sexo en tus poemas? ¿Qué te inspira a explorar estas emociones tan íntimas y personales?
No es premeditado. No pienso «venga, hoy llueve y voy a escribir una oda a la muerte». La muerte está presente en mi vida porque soy muy visceral y si me deprimo, lo hago hasta la médula. Al igual que si estoy feliz, disfruto como si fuera mi último día en la Tierra. Lo natural, los temas que nos conciernen a todos son éstos. No concibo ninguna otra forma de vivir que no sea «íntima» o «personal». No soy de las que dan respuestas estándar o hablan del tiempo en el ascensor. Por tanto, en mi poesía tampoco voy a hablar del arcoíris o la lluvia en los cristales.

¿Qué significado tiene para ti el título «A tu cachito de infierno» y cómo refleja la temática y el tono de tu obra?
«A tu cachito de infierno» surge de poemas que versan sobre el dolor. Otro título secundario que se me ocurrió fue «Muñones de princesa trastornada», pero no quería asustar a los posibles lectores antes de abrir el poemario. Refleja la temática de mi obra a la perfección porque suena potente, no porque sea un tormento su lectura. Puede ser un consuelo para aquellos que sufran circunstancias análogas.
¿Cómo ha sido tu experiencia como autora publicando con la editorial Círculo Rojo? ¿Qué tal ha sido trabajar con ellos en la producción y promoción de tu libro?
He optado por esta editorial porque tiene recorrido. Lo mejor de la experiencia ha sido el que respetaran mis tiempos para las correcciones y el ir maquetando sin presión de plazos y estando segura del acabado. El resultado físico ha sido tal y como lo diseñamos, un auténtico placer. Ahora estamos en la promoción y me estreno en la feria de Málaga, todo un privilegio.
¿Cómo ha influido tu formación como arquitecta y tu trabajo en Bellas Artes en tu escritura poética?
Hablo de lo que vivo, por tanto, hay poemas en los que uso lenguaje de la jerga arquitectónica y pictórica. Hay pinturas que se corresponden directamente con poemas y he hecho exposiciones en las que he aunado ambas disciplinas.
¿Qué te llevó a compartir aspectos tan personales y a menudo difíciles de tu vida en tus poemas? ¿Cómo te sientes al exponer tu vulnerabilidad de esta manera?
Muchas veces esas poesías eran sólo para mí. Si hubiera pensado en quién podría leerlas, probablemente no me habría desnudado tanto. Fueron una forma de sobrevivir para soportar el dolor. Supurarlo en verso. Procuro no pensar en que me expongo. Las flaquezas pueden ser nuestra mayor virtud, hay que mirar a los monstruos de frente. No hay luz sin sombras.

¿Cómo ha sido el proceso de recuperación y cómo crees que el arte ha contribuido a tu sanación y crecimiento personal?
El arte ha estado siempre presente en mi vida. Desde pequeña me ha gustado pintar y escribir. Cuando estuve realmente mal, no era capaz de exteriorizarlo a través del arte. Pero cuando empecé a «regresar de los infiernos» eché mano de la poesía, y es entonces cuando decidí «quedarme».
¿Qué mensaje o reflexión esperas que los lectores obtengan después de leer «A tu cachito de infierno»?
Sólo pretendo compartir experiencias. Me encantaría que hicieran suyos los poemas, al igual que me ha ocurrido a mí con la lectura de otros poetas. El que un lector se sienta identificado sería el mayor elogio.
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