En un mundo donde la identidad se construye a golpe de filtros, seguidores y vidas soñadas, Laura Aguirre irrumpe con una novela que pone el dedo justo en la herida. Diario de un impostor no es solo un thriller psicológico: es un diagnóstico literario del presente, un retrato del vértigo que nace cuando la necesidad de ser querido pesa más que la verdad.
El protagonista, Alex, es un adolescente que hace lo que muchos fantasean pero pocos admiten: inventarse una vida perfecta en redes sociales. Viajes, fiestas, fotos impecables, amistades ideales… todo robado, editado, fabricado. Una ficción que empieza como un juego inocente para escapar de la rutina, pero que pronto revela su cara más siniestra.
Porque alguien empieza a escribirle. Alguien que conoce esa vida falsa mejor que él mismo. Alguien que tiene pruebas —imágenes, datos, escenas— de que su identidad inventada existe fuera de la pantalla. Como si el impostor que creó hubiera cobrado vida propia.
Aguirre construye la tensión a fuego lento, jugando con la paranoia, la confusión y el miedo a perderse en la imagen que uno ha fabricado de sí mismo. ¿Quién está detrás de esos mensajes? ¿Un acosador? ¿Un conocido? ¿Una sombra del propio Alex? La autora no ofrece una lectura cómoda: propone un laberinto emocional donde cada paso obliga al protagonista —y al lector— a preguntarse qué queda de uno cuando se vive representando un personaje.
La novela destaca por su mirada profunda sobre los conflictos internos que atraviesan a los jóvenes: la presión por encajar, la sensación de insuficiencia, el miedo a no brillar lo suficiente en un escaparate que exige perfección constante. Aguirre no juzga; observa. Y en esa observación encuentra una humanidad desgarradora, vulnerable y creíble.
“Diario de un impostor” es un thriller íntimo, más psicológico que policíaco, donde la amenaza no siempre viene de fuera. La tensión se alimenta de la vida emocional de Alex, de su fragilidad mental, del peso de sostener una mentira que empieza a devorarlo. El peligro no son solo los mensajes anónimos: es el abismo entre quién es y quién finge ser.
Con un estilo ágil, actual y cargado de inquietud, Laura Aguirre entrega una obra que habla de redes sociales, sí, pero también de identidad, de autopercepción y de ese punto de quiebre donde todo lo que escondemos termina por salir a la superficie.
Una historia necesaria, incómoda y luminosa en su honestidad. Porque al final, este diario no solo descubre a un impostor: descubre a un adolescente que intenta sobrevivir en un mundo donde incluso la verdad pasa por filtros.
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