Carlos, en tu novela retratas con crudeza y realismo el paso por un colegio militar muy conocido en Perú. ¿Qué te motivó a escribir esta historia ahora, después de tantos años?
Siempre me ha gustado escribir, ya desde que era cadete había hecho algunos apuntes sobre esta obra, pero lo dejé pasar y no me lo tomaba en serio, además también por falta de tiempo. Fue con la pandemia que tuve la oportunidad de centrar mis ideas con calma y tiempo suficiente para lograr terminarlo.
El título del libro es provocador y metafórico: Cómo convertirse en vaca. ¿Qué significa exactamente para ti “convertirse en vaca” y por qué elegiste ese título?
El término vaca reciben los cadetes que llegan al último año en el Colegio Militar, y escogí ese título para describir el proceso tanto mental como físico que va teniendo un joven civil cuando se convierte en cadete. También como un reconocimiento para aquellos que lograron terminar esos largos y duros tres años, muchos no lo logran y se van quedan por el camino.
Tu experiencia como excadete del Colegio Militar Leoncio Prado le da una base auténtica a la novela. ¿Dirías que lo que narras es ficción inspirada en hechos reales o más bien un testimonio novelado?
Es una obra de ficción inspirada en mis propias experiencias por mi paso en el glorioso Colegio Militar. No se trata de la biografía de alguien en especial y ni tampoco en mi autobiografía, pero si se basa en mi propias vivencias y hechos que fui testigo con un pequeño toque de ficción. Algunos se ven reflejados en uno u otro personaje, pero en realidad cada personaje tiene un poco de uno y de otro. Me pasó una anécdota sobre el tema de los personajes cuando publiqué por primera vez haya por el 2020. Causó mucho revuelo y un día recibí una llamada telefónica de una persona que se identificaba como un compañero de promoción del Colegio Militar y que prefiero no decir su nombre. Al comienzo pensé que era una broma, pero conforme esta persona balbuceaba palabras me iba dando cuenta que, si era él y hablaba en serio, sumado a que pude detectar un vacío en la llamada y se lo dije: se escucha como a lo lejos la llamada, pero él se hizo el desentendido. Su insistencia y de forma amenazante, era que quería que le confirme si tal personaje era él, no paraba de insistir. Al final se despidió siempre de forma intimidatoria, deseándome que me cuide mucho. A los días, un gran amigo del Colegio Militar me avisa que esta persona que me había llamado, había publicado en un grupo de WhatsApp la conversación grabada. No saben cómo agradezco esa llamada ya que me ayudó a terminar el último capítulo.
La obra toca temas como la violencia, el abuso, la discriminación y la obediencia ciega. ¿Crees que estas prácticas aún siguen vigentes en instituciones formativas de tipo militar?
Recuerdo que mi promoción fue una de las últimas en ser “bautizada”, luego quedó prohibido en los colegios militares. Los tiempos han cambiado, debe haber bajado un poco, pero la disciplina debe seguir presente, es un colegio militar y no un internado de señoritas. El año pasado salió una noticia que a un grupo de cadetes del Colegio Militar los habían tenido formados en la madrugada desnudos, el director, que es siempre un coronel del Ejército y que por cierto fue mi “perro”, fue destituido del cargo por el escándalo. Si bien es cierto que el militar debe estar formado para condiciones duras, generalmente sobrepasa hasta llegar al abuso y humillación, sobre todo en el Ejército, donde el trato es más duro y cruel ya que es el lugar donde llegan las personas más humildes y de provincia. Pienso que existe una relación entre este tipo de formación, con el mal comportamiento que los militares del ejército tienen con la población civil. Se cree erróneamente que ese tipo de formación, con abusos, humillaciones e inclusive otras cosas como pruebas de valor, tan fuertes como por ejemplo sacrificar a un perro apuñalándolo y comiéndolo vivo literalmente, te vuelven muy valiente o por hacer eso ya eres un “rambo” pero en realidad te están haciendo cobarde y abusivo, para luego hacer lo mismo con la población civil. No es posible que militares del ejército disparen a matar a civiles en una protesta. Otros ejércitos que, si han ganado guerras, que, si se han enfrentado a ejércitos de verdad, no actúan de esa manera y menos tienen este tipo de formación salvaje y cobarde.
Muchos lectores han comparado tu obra con La ciudad y los perros, de Vargas Llosa. ¿Te sientes en diálogo, contraste o continuidad con esa obra y su mirada sobre la formación militar?
Para mí es un halago y me llena de mucha satisfacción que muchos lectores hayan comparado mi obra con La Ciudad y los Perros, efectivamente existen comportamientos de nuestra sociedad que se vuelven a ver en mi obra vividos casi 25 años después, se repiten los mismos patrones que nos dan una referencia que nuestra sociedad no ha cambiado y sigue tan racista y clasista como en los años 60 o 70, esto no ha cambiado.
A pesar de la dureza de lo que narras, hay un claro compromiso con el cambio, con la denuncia. ¿Qué quisieras que los jóvenes, padres o autoridades saquen en claro tras leer tu novela?
Mi libro refleja cómo es nuestra sociedad, dentro de los muros del Colegio Militar se replica tal cual es y he tratado de dejar una experiencia de vida en cada capítulo para que sirva de reflexión y ayude con un granito de arena en poder cambiar en algo la mentalidad de nuestra sociedad. Decimos que no existe un fuerte racismo en nuestro país, negamos que no existe clasismo, que el pobre es pobre porque quiere y los que lo dicen son unos resentidos, eso no es verdad, mientras no aceptemos esto, no habrá cambios.
Tu prosa es ágil y visual, con descripciones detalladas de personajes y espacios. ¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Reviviste memorias difíciles?
Van tres ediciones de mi libro, tras cada una de ellas, he podido ir agudizando algunos detalles importantes en cada uno de los personajes y en la misma historia. Después que publiqué por primera vez, me he topado por casualidad con algunos personajes de la vida real (excadetes que les había perdido el rastro) y que me han ayudado sin saberlo y con sus comportamientos, en afinar algunos detalles que se me habían pasado. Cierto, pude recordar momentos muy difíciles, en las que inclusive se me pasó por la cabeza no seguir más y en donde me pregunté a mí mismo: ¿qué demonios hago acá? Pero también dentro de las dificultades, logros que me dieron satisfacciones personales, como lograr ser un cadete distinguido los tres años y estar dentro de los primeros puestos de promoción, algo muy difícil de lograr, como haber sido escogido como monitor al mando de los nuevos cadetes después de haber sido finalista en un curso de comando de monitores. Que satisfacción tan grande como la de ver a mis padres sentirse orgullosos de aquellos logros, no tiene precio.
Carlos, en tu novela retratas con crudeza y realismo el paso por un colegio militar muy conocido en Perú. ¿Qué te motivó a escribir esta historia ahora, después de tantos años?
Tuve la idea de escribir un libro sobre mi paso en el Colegio Militar, inclusive desde que era cadete, y más aún cuando pude comprobar in situ, algunos pasajes que había visto y leído de la Ciudad y los perros se repetían nuevamente.
Como mencioné anteriormente, la pandemia me dio el tiempo necesario para terminarlo.
El título del libro es provocador y metafórico: Cómo convertirse en vaca. ¿Qué significa exactamente para ti “convertirse en vaca” y por qué elegiste ese título?
Es el proceso de transformación de un muchacho normal a un cadete del Colegio Militar, en la que se endurecen tus emociones, maduras más rápido, el difícil ambiente hace que tus sentidos se desarrollen, es el instinto de supervivencia. Los cadetes del último año se les llama Vacas.
Eres también defensor de los animales y tienes una trayectoria en inteligencia policial. ¿Cómo conviven esas facetas tan distintas —el arte, la disciplina, la sensibilidad— en tu identidad como autor?
Pienso que si eres cruel con los animales definitivamente no puedes ser una buena persona y no estas bien de la cabeza. Un maltrator de animales es un sujeto que esconde algo más profundo, siendo un peligro a la sociedad, es un indicativo de estar alerta. El maltrato animal, la psicopatía y la criminalidad están relacionadas.
Tu libro ha logrado destacarse como bestseller en Amazon, lo cual no es fácil. ¿Qué crees que conecta tanto con los lectores actuales, incluso más allá de Perú?
Definitivamente Amazon fue lo mejor que me haya pasado como escritor, la enorme cantidad de lectores sobre todo de España era algo inimaginable para mí y menos que sea un bestseller en pocos días, algo que me llena de mucho orgullo este logro.
Quizás sea por el título o por la caratula que les llama la atención, a pesar que tenía referencias que el lector español es muy exigente y exquisito, que sabe de literatura, son el público que más le ha gustado. Agradecido infinitamente.
¿Tienes en mente una próxima novela o proyecto? ¿Seguirás escribiendo sobre instituciones, experiencias personales o explorarás nuevos caminos temáticos?
Tengo pensado escribir un libro sobre el Genocidio en Gaza y como la humanidad lo está permitiendo.
Tengo otros libros, como El Auschwitz peruano y su edición en inglés The peruvian Auschwitz, que develan con documentos y testimonios, la creación de los militares de un campo de exterminio en Ayacucho, con chimenea incluida, donde se desaparecía a campesinos y gente muy pobre, acusándolos de “terroristas” cuando en realidad los que estaban cometiendo terrorismo eran los mismos militares.
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Esta es una novela intensa y original que sorprende por su poderosa narrativa y realismo crudo. El autor retrata sin filtros la dura vida de los cadetes en un colegio militar de Lima, dejando al lector reflexionando sobre disciplina, desigualdad y humanidad. Felicitaciones al escritor Carlos Tovar Wualttuoni