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Domador de letras”: La poderosa historia del niño con dislexia que conquistó el mundo con sus palabras

Jorge Luis Rivero C. – Puertas al pecado

1. ¿Cómo fue su infancia conviviendo con la dislexia y qué rol jugaron su familia y los profesionales que lo apoyaron?
Desde pequeño supe que las letras no bailaban igual para mí. Mientras otros niños leían con facilidad, yo sentía que quizás no era tan necesario aprenderlas todas… pero, en el fondo, me dolía no poder alcanzarlas. Me esforzaba, lo intentaba una y otra vez, y, aun así, no lograba mis metas. Lo más duro no era fallar, sino escuchar los comentarios de quienes pensaban que no ponía atención, que era flojo o que simplemente “no escuchaba”.

El verdadero alivio llegó cuando descubrí que tenía dislexia. Entonces entendí que no estaba solo, que lo que vivía tenía nombre y, más importante aún, que había personas dispuestas a ayudarme sin juzgarme. Aunque no conté con muchos profesionales en mi infancia, el amor incondicional de mi familia fue mi mayor refugio. Ellos creyeron en mí cuando ni yo mismo sabía cómo seguir.

Hoy, después de todo ese recorrido, escribo para tender la mano a otros. Porque tener dislexia no es una condena, es simplemente una forma distinta —y muchas veces maravillosa— de ver el mundo. Y sí, se puede salir adelante. Se puede soñar, escribir… y conquistar lo que parecía imposible.

2. ¿Qué significa para usted que lo llamen “el domador de letras”?
“No domé las letras para vencerlas, sino para que bailaran conmigo.” – Jorge L. Rivero C.

Que me llamen “el domador de letras” es mucho más que un apodo: es un símbolo de esperanza. No porque haya vencido a la dislexia, sino porque aprendí a convivir con ella sin rendirme. Durante años sentí que las letras eran fieras salvajes que no obedecían… hasta que entendí que no tenía que luchar contra ellas, sino escucharlas desde otro lugar. Hoy, esas mismas letras que me hicieron llorar me permiten contar historias que sanan.

Ser llamado así me recuerda que todo niño con dislexia tiene un poder oculto; solo necesita descubrirlo. Y si mis palabras pueden ayudar a que alguien crea en sí mismo, entonces todo habrá valido la pena.

3. ¿En qué momento se dio cuenta de que podía transformar su dificultad con las letras en una fortaleza narrativa?
Creo que ese momento llegó mucho antes de lo que imaginaba, cuando, con la guía de un psicopedagogo y el amor incondicional de mi familia, logré crear mi propio método de estudio. Ese fue el primer paso para transformar la dislexia en una aliada. Gracias a esa estrategia y a la confianza que comenzaron a sembrar en mí, pude recorrer un camino académico que muchos creían imposible: me gradué como abogado y licenciado en Administración de Empresas, me especialicé en Derecho Penal y Derechos Humanos, estudié con una beca en el Estado de Israel y obtuve una certificación internacional como coach en Estados Unidos.

Pero fue al escribir La historia de Gabriel, un niño disléxico, cuando comprendí que mi dificultad también podía ser una fortaleza narrativa. Que mi forma distinta de entender el mundo —llena de imágenes, sensaciones y silencios— me abría las puertas a una escritura con alma. Y que si yo lo había logrado, otros también podían hacerlo. Solo necesitaban encontrar su propia llave.

Jorge Luis Rivero C.

4. ¿Qué mensaje le daría hoy a los padres que están comenzando a enfrentar el diagnóstico de dislexia en sus hijos?
A los padres que hoy enfrentan el diagnóstico de dislexia en sus hijos, les diría: respira… no es el fin del camino, es el comienzo de una nueva forma de caminar. Su hijo no está roto ni limitado; simplemente aprende distinto, y eso no lo hace menos… lo hace único. El amor, la paciencia y la información serán sus mejores aliados. No luchen contra la dislexia, acompáñenla. Porque cuando un niño con dislexia se siente comprendido, amado y respetado, no hay letra que no pueda alcanzar… ni sueño que no pueda lograr.

5. ¿Qué tan autobiográfica es la historia de Gabriel y cómo decidió dar ese paso tan personal hacia la literatura?
La historia de Gabriel no es solo una novela: es el reflejo fiel de mi infancia, mis miedos, mis sueños y mis primeros logros como niño con dislexia. En sus páginas está todo lo que viví: la frustración de no entender lo que otros aprendían con facilidad, la soledad que a veces acompaña al que es “diferente”, pero también la magia de soñar en grande, incluso cuando el camino parece cuesta arriba.

Conté con el amor incondicional de mi familia y con la guía de una psicopedagoga que me ayudó a crear mi propio método de estudio. Esa combinación de cariño y acompañamiento fue clave para transformar una dificultad en una historia de éxito. Y por eso, el libro no se queda solo en lo narrativo: incluye un capítulo especial con recomendaciones prácticas para que los padres puedan ayudar a sus hijos desde casa, de forma sencilla y con mucho amor. Porque el éxito no empieza con una medalla, sino con un abrazo. Y cuando se cultiva con ternura, tarde o temprano… florece.

6. ¿Cuál ha sido la reacción más significativa que ha recibido por parte de los lectores de La historia de Gabriel?
De todas las reacciones que he recibido, hay una que llevo en el corazón como un tesoro. A los pocos días de publicar La historia de Gabriel, una madre me escribió por redes sociales. Su mensaje comenzaba con sinceridad y dolor: me confesó que tenía un hijo con dislexia y que su relación con él era muy difícil. Lo veía como un problema, como un niño que no encajaba. Pero al leer mi libro —me dijo— algo cambió. Pudo ver a su hijo con otros ojos. Comprendió su mundo, su lucha, su forma distinta de aprender… y también su valor. Me agradeció con estas palabras que jamás olvidaré: “Después de leer el libro, conozco mejor a mi hijo”. Su vínculo con él mejoró, no desde la exigencia, sino desde el amor. Ese día entendí que Gabriel no solo cuenta mi historia: también ayuda a transformar otras.

Jorge Luis Rivero C.

7. ¿Cómo cree que este libro ha contribuido a cambiar la percepción social de la dislexia, especialmente en el ámbito educativo y familiar?
Creo que La historia de Gabriel ha sido una semilla de conciencia en muchos hogares y aulas. Al contar mi experiencia con honestidad y sensibilidad, el libro ha ayudado a que padres y maestros comprendan que la dislexia no es una limitación, sino una forma diferente —y muchas veces brillante— de procesar el mundo. Muchos me han dicho que, después de leerlo, dejaron de ver a sus hijos o alumnos como “problemas” y comenzaron a verlos como lo que son: niños con un potencial enorme que solo necesitan ser comprendidos.

Estoy convencido de que cada uno de nosotros puede aportar un grano de arena para construir un futuro más inclusivo y humano. Un libro, una conversación, un gesto de empatía puede marcar la diferencia en la vida de un niño. La historia de Gabriel nació para eso: para abrir corazones, despertar miradas y recordarnos que, cuando hay amor y entendimiento, todo niño puede florecer.

8. ¿Qué lo llevó a pasar de una narrativa más íntima y testimonial a una obra como Puertas al pecado, con un enfoque más simbólico y espiritual?
Después de contar mi historia en La historia de Gabriel, sentí que algo dentro de mí seguía latiendo con fuerza: la necesidad de ir más allá del testimonio personal y hablar del alma, de lo invisible pero esencial. Así nació Puertas al Pecado, una obra que, aunque se nutre de vivencias reales, está tejida con símbolos, reflexiones y una mirada más espiritual. En ella busco mostrar cómo, muchas veces, nos preocupamos por lo externo —la ropa, la apariencia, el éxito— sin detenernos a cuidar lo más importante: la energía que somos, la que transmitimos, lo que no se ve… pero se siente.

Así como la dislexia no se percibe a simple vista pero marca profundamente, nuestra calidad humana también vibra en ese plano invisible. Puertas al Pecado invita a mirar hacia adentro, a reconocernos, a sanar heridas que no siempre se notan, pero que nos condicionan. Y desde ese despertar interior, aportar herramientas que nos acerquen a una vida más amplia, más consciente y más feliz. Ese es el propósito que mueve mi escritura… y también mi misión de vida.

9. Los siete pecados capitales juegan un papel central en Puertas al pecado; ¿cómo fue el proceso creativo para encarnar esos conceptos en personajes y situaciones?
Los siete pecados capitales son mucho más que conceptos antiguos o temas de sermón. Son fuerzas internas que, cuando se descontrolan, generan otros pecados, destruyen relaciones, debilitan la conciencia y arrastran a las personas a un mundo de oscuridad e infelicidad. En Puertas al Pecado, quise mostrarlos no como simples ideas abstractas, sino encarnados en personajes reales y situaciones concretas, dentro de una historia policial con alma.

La elección de un enfoque policial no es casual. La palabra “policía”, en su origen etimológico, significa “el que cuida la ciudad”. Y yo me pregunté: ¿qué pasa cuando no cuidamos el alma de la ciudad? ¿Qué sucede cuando la avaricia, la lujuria, la soberbia o la envidia se infiltran en nuestra estructura social? La historia se desarrolla en el municipio Chacao, en Venezuela, y, a través de cada pecado, no solo se investiga un crimen, sino también una herida moral en la sociedad.

Este libro busca despertar. Porque cuando comprendemos cómo estos pecados se abren como puertas —una tras otra—, podemos empezar a cerrarlas con conciencia, valores y amor. Puertas al Pecado no es solo un relato de crímenes… es una llamada a cuidar lo más importante: el alma de quienes somos y la ciudad que habitamos por dentro.

Jorge Luis Rivero C.

10. ¿Cuál de las “puertas” le resultó más desafiante de escribir y por qué?
La puerta más desafiante de escribir fue, sin duda, la Puerta I: La Soberbia. El orgullo del uniforme. No solo porque es el inicio del viaje por los pecados capitales, sino porque me enfrentó a una verdad incómoda: cómo el ego puede corromper incluso aquello que nació para proteger. En este capítulo, exploro la figura de un funcionario que olvida su esencia al dejarse dominar por el poder, creyéndose superior, intocable, por encima de la ley y de la gente.

Fue difícil porque refleja una lucha interna que todos enfrentamos en algún momento: el deseo de reconocimiento, de mando, de control… y cómo ese deseo, cuando se desborda, nos separa de la humildad, de la empatía, de lo humano. Lo viví de cerca como parte de una estructura policial, y por eso fue tan personal. Escribí este capítulo con el corazón en la mano, sabiendo que al desnudar esa soberbia también abría una puerta a la reflexión.

11. ¿Cómo nace Tree of Life Coach y qué lo motivó a enfocarse en ayudar a familias con niños disléxicos?
Tree of Life Coach nace desde el corazón de una experiencia real, vivida y transformada en propósito. Como disléxico, conozco de cerca las heridas invisibles que deja una infancia llena de etiquetas, incomprensión y silencios. Pero también descubrí que esas heridas pueden ser semillas… si se riegan con amor, comprensión y guía.

Mi esposa, Celia, psicopedagoga y coach, ha acompañado durante años a niños con necesidades educativas especiales. Yo, como coach y autor del libro La historia de Gabriel, un niño con dislexia, quise convertir mi historia en herramienta. Así nació Tree of Life Coach: como un espacio de contención, crecimiento y esperanza para los padres que, muchas veces, no saben por dónde empezar.

Porque cuando un hijo es diagnosticado con dislexia, la vida cambia… no solo para él, sino para toda la familia. Y en ese momento, más que respuestas, los padres necesitan guía, escucha, claridad. Nuestro trabajo como coachees es tender esa mano, iluminar el camino, devolverle al padre su rol de acompañante activo y amoroso.

Tree of Life Coach no es solo un servicio: es un compromiso. Es creer que cada niño disléxico tiene un potencial único, y que cada padre —con las herramientas adecuadas— puede convertirse en el mayor aliado en su desarrollo. Acompañamos con ciencia, con alma y con fe en que toda familia puede florecer… incluso en los desafíos.

12. ¿Qué viene ahora para Jorge Luis Rivero C.: nuevos libros, más talleres, u otro tipo de proyectos que combinen literatura y desarrollo personal?
Lo que viene es seguir sembrando. Porque cuando uno entiende que su historia puede ser puente para otros, ya no escribe solo por inspiración, sino por misión.

En lo literario, continúo desarrollando nuevas obras que, al igual que Puertas al Pecado y La historia de Gabriel, un niño con dislexia, buscan despertar conciencia, invitar a la reflexión y abrir caminos de transformación personal. Mis libros no son solo relatos: son espejos, preguntas y, a veces, bálsamos para el alma.

En lo vivencial, junto a mi esposa Celia, seguimos consolidando Tree of Life Coach, con nuevos talleres, espacios de formación, charlas y acompañamiento personalizado a padres de niños con dislexia y otras neurodivergencias. Queremos expandir esta red de apoyo e integrar a más profesionales que compartan la visión de sanar, educar y crecer desde el amor.

Y sí, también vienen nuevos retos, más escenarios, alianzas internacionales… pero todo con una certeza: cada paso que doy está guiado por un propósito mayor. No busco fama, busco sentido. Porque al final del día, lo que soy, lo que escribo y lo que comparto es solo el instrumento; el verdadero autor de esta historia es Dios.

Jorge Luis Rivero C.

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Categorías: Entrevistas
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