Después de cuarenta años en la administración pública, decidiste dedicarte a la escritura. ¿Qué te impulsó finalmente a dar ese salto y cómo cambió tu forma de ver la vida?
En realidad fue una necesidad que llevaba tiempo gestándose en silencio. Desde muy joven había escrito relatos cortos, pero la chispa definitiva llegó en julio de 2021, durante una peregrinación en plena pandemia. Unos acontecimientos inesperados me despertaron la urgencia de contarlos. Al regresar, comencé a investigar y a escribir con una intensidad nueva. Desde entonces siento que, por fin, hago lo que realmente me apasiona. Llevo cuatro años entregado a la escritura y, mientras tenga fuerzas, seguiré recorriendo ese camino.
Tus obras combinan elementos de thriller con introspección espiritual. ¿Cómo logras equilibrar la tensión narrativa con la profundidad emocional en tus historias?
En la trilogía Caminos, donde más exploro esa dualidad, alterno capítulos de introspección con capítulos de tensión. Ese contraste no solo permite al lector respirar entre escenas intensas y retomar la lectura con más ganas, sino que también me ayuda a mí: cada vez que inicio un nuevo capítulo, lo hago con renovado impulso, como si me enfrentara a un nuevo tramo del viaje.
En tu proceso creativo mencionas que escribes “como quien peregrina”. ¿Qué significa para ti esta metáfora aplicada a la escritura?
El Camino de Santiago es mucho más que una ruta: es un espacio de transformación. Cuando escribo, intento trasladar esa experiencia a la página, convertirla en un escenario de redención, memoria y revelación. Escribo como quien peregrina: con propósito, con cicatrices, con esperanza.
El enigma de la familia Von Neumann representa un giro hacia el thriller histórico y familiar. ¿Qué te motivó a explorar esta nueva dimensión narrativa?
Ese salto fue casi inevitable. La familia Neumann ya había aparecido en mis novelas anteriores: una saga compleja, vinculada a muchos de los grandes acontecimientos del siglo XX. Decidí investigarla a fondo y, con todo lo que descubrí, la novela se impuso por sí sola. Fue un reto exigente, pero también una experiencia enriquecedora de la que me siento muy orgulloso.
La novela abarca más de un siglo de historia europea, desde la Viena imperial hasta América. ¿Qué desafíos enfrentaste al construir una trama con tantas líneas temporales y personajes?
El mayor desafío fue sostener la coherencia en medio de la complejidad. Trabajé con una documentación rigurosa, una estructura en capas y personajes cargados de ambigüedad. La novela se construye como un mosaico dramático, donde múltiples líneas temporales y voces se entrelazan. Mi intención fue reflejar la ambigüedad moral, la tensión emocional y el simbolismo que atraviesan la historia.
La historia está narrada por Silvia Neumann, un personaje con un pasado complejo. ¿Por qué decidiste darle a ella la voz narrativa y qué aporta a la historia?
Silvia es un personaje recurrente, pero hasta ahora su historia había sido contada desde fuera, como observada por un gran hermano. Sentí que había llegado el momento de darle su propia voz, de que fuera ella quien relatara la historia de su familia. Ese cambio de perspectiva permite al lector redescubrir episodios ya conocidos desde una mirada íntima y contradictoria, y avanzar un paso más en la comprensión de su mundo.
Muchos de los personajes se enfrentan a dilemas morales profundos, desde el espionaje hasta la traición. ¿Hay alguno con el que te sientas especialmente identificado?
Sin duda, Silvia. A pesar de su pasado turbulento —dieciocho años en una cárcel brasileña—, es el personaje que más me ha acompañado y el que más ha evolucionado a lo largo de mis cuatro novelas. Quizá me identifico con ella porque también ha sido peregrina, o porque encarna la lucha constante entre redención y sombra. Pero conviene no fiarse demasiado de Silvia: su complejidad siempre guarda un as bajo la manga.
El tema del legado familiar y el peso del pasado atraviesa toda la obra. ¿Crees que realmente se puede escapar de la historia que heredamos?
Escapar de esa mochila histórica es difícil, pero no imposible. Mis personajes lo intentan: algunos lo logran, la mayoría no consigue desprenderse de ese peso. Esa tensión entre destino y libertad es, en el fondo, uno de los motores de la novela.
En la novela aparecen figuras y escenarios históricos reales, como la corte de Sisi o la Guerra Fría. ¿Qué importancia tiene para ti la fidelidad histórica frente a la libertad creativa?
La fidelidad histórica es esencial: los hechos deben sostenerse sobre una base rigurosa. Pero los personajes que se mueven en ese marco tienen vida propia, y ahí es donde surge la ficción. Me gusta pensar que escribo sobre ese fino hilo que separa realidad y ficción, y que con él voy tejiendo la trama.
El Camino de Santiago, presente en tu trilogía anterior, aparece aquí como telón de fondo simbólico. ¿Qué representa en el contexto de esta saga familiar?
En esta novela, el Camino aparece en los capítulos finales, cuando la narración se vuelve más reflexiva. No es protagonista, como en mis obras anteriores, sino un escenario donde suceden cosas: un espacio de tránsito, de misterio y de revelación, que aporta un eco simbólico al desenlace.
Has mencionado que escribiste esta obra mientras acompañabas el final de vida de tu madre, tu primera lectora. ¿Cómo influyó esa experiencia personal en el tono y la profundidad de la novela?
Mi madre fue siempre una figura esencial: me transmitió el amor por los libros y me animó a escribir. Era una lectora exigente y crítica, y cuando me dijo que le gustaba mi primera novela, sentí que ya había alcanzado un triunfo personal. Con más de noventa años leyó la trilogía completa. Su ausencia, inevitablemente, impregnó esta obra. El dolor de su pérdida me ayudó a empatizar con mis personajes en sus momentos de duelo y a dar mayor hondura emocional a la narración.
Después de esta obra, ¿hacia dónde crees que evolucionará tu universo literario? ¿Explorarás nuevas épocas o géneros?
En estos momentos estoy inmerso en un thriller policíaco. Me atrae la idea de centrarme en ese género, aunque tengo en mente otros proyectos, como una guía del Camino de Santiago, para la que ya he reunido mucho material. De momento, mi prioridad es ese thriller: una historia con fuerte carga simbólica, drama psicológico, atmósferas densas y personajes ambiguos, que mantiene la introspección y la tensión narrativa que me definen.
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