De la banca a los libros: la historia de la mujer que dejó todo para perseguir un sueño literario y triunfó
Tu novela debut llegó tras dejar un trabajo de 18 años en el sector financiero. ¿Cómo fue ese salto al vacío y qué te impulsó finalmente a darlo?
Seguro que habréis leído por ahí eso de «nunca había sido tan feliz, como cuando tuve miedo»… Pues fue algo así. Mis compañeros me preguntaban por el Plan B, pero yo no tenía Plan B, fui a por mi Plan A de siempre.
Fue la edad la que me impulsó a dar el salto porque aunque los sueños sí, nosotros no somos eternos.
Con el tiempo pensé que era también el mejor ejemplo que le podía dar a mí hijo. Y a mí misma. Y el regalo a unos padres pacientes.
La vida nos permite ser muchas versiones de nosotros mismos, unas nos gustarán más que otras, y hay veces, que dejamos de lado a la genuina. Hay que ir a por esa versión, luchar por los sueños, no conformarse y dar el salto el vacío. Creer en uno mismo. Este salto ha sido mi particular búsqueda de la felicidad, y me ha ayudado a reencontrarme con todo lo que soy, con esa versión genuina y verdadera a la que tanto quiero.
Dices que llevas “opositando al puesto” de escritora desde niña. ¿Cómo fue reencontrarte con esa versión infantil y soñadora de ti misma al sentarte a escribir?
He sido muy feliz. Y espero seguir siéndolo. El reencuentro con una misma es de los mejores viajes que podamos hacer en esta vida.
Yo viví muchos años pensando que jamás podría ver realizado mi sueño. Y aunque desde el instituto mis amigas me decían «tú vas a ser escritora»… suena muy bonito, pero es harto complicado. ¿Quién conoce a Patricia Huertas? ¿Cuál es el tono de su voz? ¿Qué dice?
Ser escritora en tu cuarto no, eso no es difícil, lo complicado es dar el salto a que lo que escribes salga de tu cajón y lo lean los extraños.
A mí la vida me abrió la puerta y me dijo ¡Vamos! Y yo, que no me pienso mucho las cosas, salí volando.
Hoy ya sé que lo que hago no lo dejaré de hacer y me creo, porque si no es muy difícil, que la vida me abrió a mí la puerta, para que yo fuese llamando a otras, y es lo que hago.
El título Lo que tardé en encontrarme ya sugiere un viaje interno. ¿Qué significados personales y simbólicos encierra para ti?
En lo que buscaba el título sentada en mi cama, con el ordenador abierto y un montón de frases en un cuaderno… Pasado todo este tiempo, creo que el título me encontró a mí, como hacen los gatos con sus dueños.
Para mí es un título muy potente, con el que me siento muy identificada y creo que también los lectores. Es la culminación de un viaje que empiezo de niña y que continúa en la portada de este libro, porque Lo que tardé en encontrarme, no es solo un viaje interno en el que Bea, la protagonista, lo hace muy bien acompañada, es un grito también de ¡Por fin lo hice!. Es el grito que me gustaría que diesen todos aquellos que tienen sueños.

Beatriz, la protagonista, vive una lucha emocional y existencial muy intensa. ¿Cuánto de ti hay en ella y cuánto hay de las mujeres que te rodean?
De mí hay mucho, pero de las mujeres que me rodean, todo. Tengo la gran suerte de haber conocido a personas fuertes y valientes que han sabido muy bien empujarme hacia adelante. He aprendido de ellas lo que es verdaderamente importante. Y eso, hay personas que se pasan toda la vida sin saberlo. Es bueno hacerlo a tiempo.
En la novela hay un capítulo dedicado a las madres, pero es un homenaje no sólo a esta figura, sino a todas las personas, hombres y mujeres, niños y niñas, que luchan a diario, que se caen y que se levantan, que no lo tienen fácil, pero ahí están, sonriendo y dando guerra. A mí me parece que estamos rodeados de superhéroes, y que en los pequeños logros y éxitos de nuestro día a día, está la clave para salvar y cambiar al mundo. A mí no me gusta irme a la cama si no he hecho sonreír a alguien.
No deberíamos creernos tan únicos, todos estamos hechos de alguien. Y hay que agradecerlo.
El humor ácido, la crítica social y la ternura conviven en tu novela. ¿Cómo logras equilibrar estos registros sin perder autenticidad?
No sabía que lograba esas cosas y me siento muy feliz cuando leo que eso ha sido así. Creo que soy una escritora que no trata de ser otra persona cuando escribe. Tampoco quiero darle el gusto a alguien, no busco un aplauso, tampoco es que quiera que me rechacen, pero escribo lo que pienso, trato de ser fiel a lo que quiero contarme primero a mí. Si yo no me engaño, si me digo la verdad, así llegará a los demás.
En la novela, Bea, la protagonista está «hasta los cojones» y me alegra que se haya notado.
Narras con crudeza pero también con esperanza. ¿Fue la escritura un proceso terapéutico o de catarsis durante la creación de esta obra?
Es verdad que escuchamos siempre decir que la escritura tiene ese efecto, el de ser terapéutico para quien lo hace.
En mi caso, es necesidad. Necesito escribir para no explotar. Los sentimientos se me amontonan y de repente mi cabeza los ordena de tal forma que necesito escribirlo. Es una manera de dotar de razón a lo que siento. Me sale siempre mejor escribirlo, que decirlo.
Y cuando lo hago, me siento bien. Quizás por ahí sí que pueda decirse que me ayuda ¡Claro!
He sido una niña muy inquieta, muy habladora, y mi vía para la comunicación tanto conmigo como con los demás, ha sido la palabra escrita.
Y sí, creo que narrar con crudeza es el grito que doy por la esperanza.

Has dicho que eres una “escritora orquesta”: escribes, haces marketing, gestionas eventos. ¿Cómo vives esa parte del oficio, tan poco literaria pero tan necesaria hoy?
Pues es bonito, pero también agotador. Y necesario. Me salva que disfruto mucho lo que hago y todo me sale del corazón.
Nadie mejor que tú va a pelear tanto y con tanta intensidad por tu sueño, como lo haces tú. Pensar que mi recompensa está en este camino, es bonito también.
Esto que digo no quita para pedir ayuda, para dejarme ayudar, dejarme aconsejar por todos los compañeros que he tenido la inmensa suerte de conocer… Y también, para llamar a las puertas, de editoriales sobre todo, para que confíen en mí, y en lo que mis novelas cuentan.
Has tenido un gran recibimiento en ferias, clubes de lectura y medios. ¿Qué te ha sorprendido más del encuentro con tus lectores?
La emoción en sus caras. Ver sus ojos cristalinos y que a medida que vamos hablando, que esos ojos estallen en llanto.
Me dijo mi hijo tras finalizar en la Feria del Libro de Valencia, donde presenté por primera vez mi novela «cuánta emoción has dado, mamá» y creo que son estas palabras las que mejor ayudan a expresar estos encuentros.
Pasó también en la Feria del Libro de Madrid… No sé, voy a los eventos cargada de ilusión, y regreso con el corazón más grande, más lleno, de saber que hemos conectado de esa manera y que los lectores regresan a sus sitios igual de emocionados que yo.
Por otro lado, las redes son un hilo rojo muy fuerte, y recibir mensajes como los que recibo, era para mí algo impensable. Estoy muy agradecida de todo cuanto estoy viviendo gracias a Lo que tardé en encontrarme y me alegra saber que sus páginas impulsan al lector, le emocionan, le hacen reflexionar… Es el poder de los libros, y me encanta.
Estás terminando tu segunda novela. ¿Qué nos puedes adelantar de ella y cómo crees que evolucionará tu voz narrativa en esta nueva historia?
Es una novela que da continuación a la primera, en parte, por el final de la primera que tanto ha sorprendido a los lectores 😅.
Bea sigue en su línea, dialogante, pero más íntima.
En este segundo viaje acompañan a Bea nuevos dilemas, nuevos amigos, también los mismos de siempre, y la crudeza pero también la esperanza, seguirán estando muy presentes.
Con ella espero que el lector alcance el grado de empatía que alcanzó con la primera, y que se sienta bien recibido.
Ya aviso, que es una novela que habla del frío, pero porque abriga, mucho.
Trata de ser conclusiva en algunos asuntos que quizás quedaron más en el aire en la primera.
Me estoy dejando la piel escribiéndola.

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Tuve la suerte de compartir algunos años esa dura etapa financiera junto a ella y he de decir que ninguna faceta de su vida es anodina. Es indómita y una incansable luchadora.
Hola Rubén!!! Madre mía, que alegría ha sido leerte. Gracias por estas palabras que me impulsan todavía más hacia adelante. Jope, que suerte más grande de compañeros he tenido en toda en mi carrera. Gracias por lanzarte a escribir algo tan bonito, me ha llegado al corazón.