“Muerte profética” por Carlos Cervera López
-Hace cosa de dos horas que he empezado a trabajar en el proyecto para poder escribir una novela de ciencia ficción. La verdad es que empecé hace cosa de tres meses y, después de haber pasado dos semanas en las que no he tenido ningún tipo de inspiración. Ayer fue cuando esta me vino a visitar y empecé a tomar notas como un loco. Llevo dos horas, como digo. Encerrado en la habitación de esta pensión un tanto húmeda y poco acogedora. De todas maneras, puedo escribir tranquilamente a altas horas de la noche. El día en si, es bastante molesto por los gritos de los vecinos. Escucho todo tipo de peleas. Van desde los malos tratos de una pareja, a riñas que tienen que ver con problemas surgidos por el alcoholismo de una tal, Antonia.
Adoro escribir, y es algo con lo que yo he ido creciendo a lo largo de muchos años. He sido, sin querer alardear de nada. Un autodidacta en esto de escribir. Mis pinitos fueron en algunos medios digitales y en algún fanzine en papel. Mi ilusión es poder vivir de esto en un futuro no muy lejano. Bueno, después de tanta charla, es el momento de poner manos a la obra. Estoy sentado frente a la pantalla de mi portátil y me viene a la cabeza la forma de cómo terminar esta historia. Voy a tirar mano de los apuntes que he tomado. Están hechos a corre prisa y me cuesta un poco, poder entender mi letra. Tengo que hacer un gran esfuerzo, eso sí. Esta es la historia de un muchacho que tiene una discapacidad que le impide hablar, pero un enorme talento con el que se desenvuelve como pez en el agua. Le encanta dibujar y lo hace bastante bien. Lo que le sucede es que , una noche, ve frente a la ventana de su habitación el asesinato de su vecino. Un hombre al cual aprecia mucho por qué siempre que lo ve por la calle, le sonríe y le da un caramelo con sabor a limón, que es de sus favoritos. Este muchacho, ve cómo un individuo encapuchado entra a la fuerza en la casa de este hombre, y le mata asestándole varias puñaladas por su cuerpo. El chico, memoriza la forma en la que este asesino va vestido. Corre deprisa a su habitación, y del cajón de su escritorio extrae una libreta y agarra un lápiz. Consigue dibujar a la perfección, la forma en la que va vestido el asesino. Lo que ocurre es que ahora mismo, no están sus padres en casa, está completamente sólo. Es entonces cuando el miedo le invade y decide esconderse debajo de su cama hasta que vuelvan sus padres. Estos han salido para cenar con unos amigos. El muchacho está temblando. Reza para que el asesino no le haya visto y se le ocurra entrar en la casa a por él. La calle está en silencio y la humedad deja las aceras resbaladizas . El asesino sale corriendo y cae al suelo, se reincorpora y, cojeando por la caída, se va calle abajo. Le tranquiliza saber que no hay nadie. Ha sido el miedo , la adrenalina, que le ha hecho salir de allí huyendo como alma que lleva el diablo. El muchacho termina por quedarse dormido hasta que llegan sus padres y lo descubren en su escondite. Mediante señas y mostrándole el dibujo a la madre, consiguen saber que es lo que ha pasado. Llaman a la policía inmediatamente, y se presentan en su casa. Al cabo de unas horas, realizan el levantamientos del cadáver . las autoridades se quedan con el dibujo del chico, y le felicitan por su colaboración a la hora de captar la imagen de este asesino y dibujarla. – No te preocupes, daremos con este criminal – Le dice el comisario jefe, mientras le estrecha la mano al orgulloso muchacho.
-Bueno, he terminado por hoy de escribir esta parte de mi novela. Parece ser que todo va muy bien. La inspiración se va abriendo camino como es debido. Ahora me voy a ir a descansar y ya mañana, será otro día.- Ha pasado media hora desde que el joven escritor se ha metido en la cama. Ahora mismo, le empiezan a pesar los ojos y ya se quedará dormido de un momento a otro. Unos golpes secos, en concreto, dos. Suenan en la puerta. Aquello le desvela de golpe. Se levanta para ver quien puede ser a estas horas. Mira por la mirilla y no ve a nadie. Aquello le hace pararse por un momento. Piensa que puede haber sido una sugestión debido a ese momento en el que se estaba empezando a quedar dormido. Cuando va a meterse en la cama. Vuelven a sonar los dos golpes secos en la puerta. En ese momento es cuando se levanta otra vez. Está cabreado y va abrir la puerta de golpe para increpar al maldito bromista. Cuando lo hace, es empujado hacia dentro por una enorme masa de color negro. No le da tiempo a reaccionar y, asustado, se tapa la cara con las dos manos. No le sirve de nada. Nota como por alrededor de su cuerpo, unos pinchazos que se repiten constantemente. No nota el dolor todavía. No le da tiempo. Un último pinchazo lo recibe en su cuello, que le hace caer al suelo mientras se retuerce, soltando cuajos de sangre por la boca. La puerta del apartamento se abre y de allí sale un tipo vestido con una sudadera negra, con capucha. Lleva en su bolsillo unos cuantos billetes y monedas, así como unos cuantos objetos de pequeño valor, que aquel escritor tenía en el cajón de su mesilla de noche. El asesino. como se supo después. Había matado a otras personas al azar. Localiza lugares donde poder cometer sus robos, y de paso, dejar algún que otro muerto. Llega finalmente a ser identificado, gracias a que pudo ser dibujado por un joven mendigo, que se gana el sustento haciendo retratos en una plaza, a turistas. No muy lejos del lugar. La salida de aquel tipo le resultó curiosa. No lo conocía de la zona, y decidió retratar, debido a que le llamaba mucho la atención. Al ver a la policía, personarse en el lugar. Tuvo el presentimiento, que era por aquel hombre y por eso, les estregó a las autoridades el dibujo. Lo cual, les sirvió para poder dar con el asesino del joven escritor, que sin saberlo, profetizó su propia muerte en una de sus novelas.
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